Documento sin título
Contenido creado por Catalina Zabala
Literatura
Los libros y sus autores

Cecilia Ríos: “Escribo cuando tengo ganas y dispongo de una hora para hacerlo”

La autora publicó "Caballo regalado" por Estuario Editora.

06.11.2025 14:57

Lectura: 6'

2025-11-06T14:57:00-03:00
Compartir en

Caballo regalado (2025) pone su foco en el daño humano. En el delito, en la mentira, en lo que repta en la oscuridad. El hombre lidia diariamente con sus luces y sus sombras. Y los 11 relatos que componen esta obra conversan con el lado más oscuro de esta humanidad. Lo que callamos y lo que hacemos a escondidas. 

Cecilia Ríos trabaja lo humano con su foco en las escisiones de esta naturaleza. Recibió una Mención de Honor en el Premio Municipal Juan Carlos Onetti de 2016 por su obra Crecida, en la categoría de poesía inédita. A su vez, Cuatro mujeres de campo obtuvo el Tercer Premio Nacional de Literatura del MEC en 2017. 

En la colección Cosecha Roja de Estuario editora publicó Volver de noche (2019), Apenas lo conocía (2022) y Un desperfecto en la carretera (2023) que es su último libro publicado. Su nueva novela oscila entre el relato policial y social y trabaja lo inquietante y lo realista desde un lugar sumamente innovador. 

¿Qué libro de otro autor/a te marcó tanto que todavía vuelve a tu escritura, aunque no lo busques?

Jude el oscuro (1895), de Thomas Hardy y El corazón es un cazador solitario (1940), de Carson McCullers. Los leí a los 20 años y los tengo aún presentes.

Top 3 de libros que más regalaste/recomendaste. 

En los últimos años, Camino de las pedrerías (1997), de Marosa di Giorgio, Peces mudos (2016), de Rosario Lázaro e Insólitas: narradoras de lo fantástico en Latinoamérica y en España (2019), de varias autoras. 

Si pudieras coescribir un texto con cualquier autor/a, vivo o muerto, ¿con quién sería y por qué?

Con Bonnie Jo Campbell que vive en Michigan, Estados Unidos. Admiro a sus personajes pueblerinos al borde de la desesperación, que enfrentan la violencia, la adicción y la pobreza.

¿Qué cosas nunca deberían estar separadas?

El hambre y la comida, la sed y el agua, para empezar.

¿Qué lectura reciente te sorprendió?

Alfa Bravo Charlie Delta (2017), de Stephanie Vaughn, Canoas (2024), de Maylis de Kerangal, Muchacho de oro, muchacha esmeralda (2012), de Yiyun Li, Una novedosa soledad (2025), de Lucía Lorenzo, y La palabra que queda (2025), de Stênio Gardel.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

¿Qué libro prestaste de tu biblioteca y hasta el día de hoy no fue devuelto? ¿Y al revés?

Nunca volvieron Musicofilia (2007), de Oliver Sacks, ni Opus Gelber (2019), de Leila Guerriero. Los que me prestaron, siempre los devolví.

¿Qué libro nunca te cansás de releer?

Poesía vertical (1958), de Roberto Juarroz, y La historia del calendario (1999), de David Ewing Duncan.

Si de la noche a la mañana pudieras hablar con fluidez cualquier idioma, ¿cuál sería y adónde irías a probarlo?

Elijo el guaraní, acá cerca nomás.

¿Tenés alguna rutina, ritual o cábala para escribir?

Escribo cuando tengo ganas y dispongo de por lo menos una hora para hacerlo, sin celular ni conexión a internet.

¿Cómo sabés que un texto está terminado?

Nunca está terminado. Cuando considero que el resultado es decente, luego de varias lecturas y correcciones, lo dejo así, pero siempre es posible retomarlo.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

¿Qué te gustaría que alguien te dijera después de leer tus cuentos?

Que se emocionó, que se quedó pensando, que recordó algo... También que le fastidió o se enojó por algún pasaje o personaje.

¿Qué frase, gesto o situación cotidiana te dispara las ganas de escribir?

Fragmentos de diálogos de personas desconocidas que oigo en el ómnibus o en la calle.

En Caballo regalado los personajes se mueven en esa zona ambigua entre lo correcto y lo justificable. ¿Qué te interesa de esa tensión moral, de los pequeños desvíos que marcan el rumbo de una vida?

Me interesan esos momentos en los que algo deja de ser lo que era o se ve de una manera distinta. En este libro quise retratar algunos delitos no muy relevantes. También otras acciones que no se perciben como delitos, pero que causan daño, como la manipulación mediática, los falsos rumores, etc.

Hay un tono contenido, incluso cuando los hechos son extremos o turbios. ¿Cómo trabajás esa distancia entre lo que se dice y lo que se omite?

Es mi forma de contar, así me sale.

Tus personajes femeninos no son heroínas ni víctimas, sino figuras complejas que negocian con sus propias contradicciones. ¿Qué tipo de mujeres te interesa narrar?

Las mujeres reales que he conocido, con luces y sombras. Las inclasificables en categorías como "buenas", "malas", "peores" o "mejores". 

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

En varios textos aparece una mirada sobre el dinero, el poder y las relaciones de dependencia. ¿Qué papel juega ese eje en tus historias?

Este libro integra la colección Cosecha Roja de Estuario que incluye narrativa negra y policial, por lo que las principales motivaciones de los personajes son conseguir dinero o librarse de alguien.

Si tuvieras que describir Caballo regalado en una sola frase, ¿cómo la formularías?

Pequeños asuntos que no salen bien.

Si pudieras elegir otro libro de Cosecha Roja para conversar con el tuyo —como si se cruzaran en una misma escena—, ¿cuál sería y por qué?

Creo que el periodista Agustín Flores, personaje de varias novelas de Pedro Peña, o el investigador privado Obdulio Barreras, de Renzo Rosello, podrían ser parte de algunas historias que aparecen en Caballo regalado. Es gente de más o menos la misma condición social que mis personajes.

__________________________________________________________________

Fragmento de Caballo regalado  

El mensaje de WhatsApp duraba menos de un minuto y por eso lo escuché, aunque venía de alguien que no estaba en mi lista de contactos. Era Mirta Ana, compañera de liceo. Pronunció su nombre como siempre, con una pausa después de la “a” de Mirta para no decir Mirtana. Quería verme. No asisto jamás a las reuniones de ex, sean alumnos, compañeros de trabajo o correligionarios.

—Tengo algo que puede servirte para una novela, algo que me pasó en mi juventud— dijo.

Tampoco atiendo esas ofertas —aconsejo que cada uno escriba su historia, para evitar reclamos por apropiación indebida— pero me convenció el final de la frase: “algo que me pasó en mi juventud”.

El ajuste entre la imagen de los 16 años y la actual, cuatro décadas después, fue un prodigio violento. La sonrisa se expandía por su cara sin que se movieran sus ojos, como antes, y sus manos seguían siendo delicadas.

—Estoy feliz ahora, sin grandes preocupaciones.

Me contó de su afición a las series coreanas, de las peleas entre sus perros, de sus nietos. Le agradecí que hablara estrictamente del presente. No es posible repasar una vida entera en una charla de café.

__________________________________________________________________