¿Cuántas vidas tiene un Beatle? Es difícil precisarlo. Cuatro niños que crecieron bajo el vestigio de una guerra mundial. Antes de ser adultos, se convirtieron en algo que, hasta el día de hoy, pocos han podido resumir en palabras. Es lo que sucede cuando una banda cambia la historia de la música occidental para siempre.
Cuatro pibes de clase trabajadora que viajaban por todo el mundo huyendo de estampidas, subiéndose a aviones con agujeros de balas en las alas disparadas por los revólveres de novios celosos. Gritos, multitudes, estupor. Esa fue la sensación causada por esos cuatro que encontraron un oasis en Rishikesh, India, y que pasaron de ser el novio que todo padre sueña para su hija, a unos hippies que experimentan con drogas psicodélicas. En el medio, música.
Una década. Eso fue lo que duró la banda. Cuatro años antes de su disolución, en 1970, habían dejado de girar —esto ya se ha repetido infinidad de veces, pero nunca está de más tenerlo en cuenta—. Cuando firmaron los papeles, el mayor de ellos recién cumplía sus treinta años. El menor tenía veintisiete y entraba corriendo. Pedía que le indicaran dónde firmar con la urgencia de alguien que siente que los segundos solo se hacen más largos. Tiempo atrás, ya había renunciado. ¿Sobre aquel último recital en una terraza? Él no se quería subir.
“Soy bastante simple. No quiero estar en el negocio todo el tiempo, porque soy un jardinero. Planto flores y las veo crecer. No quiero irme de fiesta y a clubes. Quiero quedarme en casa y mirar el río correr”, decía George Harrison en I, Me, Mine (1980), su autobiografía narrada por Derek Taylor.
“El Beatle tranquilo”, el tercero en discordia si se trata de la composición de letras en la banda, el amigo de Ravi Shankar y el que abogaba por la paz con un perfil muchísimo más bajo que el de su ex compañero de banda, John Lennon. El que en su autobiografía habla de cómo compuso sus canciones con una simpleza que no condice con lo que son. El que, al igual que sus compañeros, fue perseguido por esos ocho años —más gloriosos para el mundo que para los integrantes de la banda— hasta sus últimos días, pero fue mucho más.
En 2021, el director Peter Jackson lanzó al mundo una miniserie de casi ocho horas sobre Get Back (1970), la última bocanada de aire que la banda británica le dio al mundo. Entre tantas horas de material, consideradas invaluables para la historia de la música, se destaca la renuncia de Harrison. En ese galpón donde ensayaban, McCartney y Lennon hacían lo suyo mientras, atrás, Harrison ya demostraba hartazgo. Un simple intercambio de palabras entre John y Paul fueron suficientes para que George se parara, dejara la guitarra y les dijera: “creo que voy a dejar la banda”. No hubo gritos, ni instrumentos rotos. Es hasta gracioso.
Cada canción suya forma parte de un sistema solar musical que refleja lo que fue su mundo interior. El colmo es que tenía razón. No necesitaba elucubraciones líricas ni instrumentales. Su catarsis espiritual era suficiente para darle vida a canciones trascendentales. Por más que las escribiera en papeles y servilletas viejas, o al referirse a ellas, las explicaciones sean mucho más simples.
“While My Guitar Gently Weeps”, surgió a partir de la primera frase que leyó al abrir un libro. “Wah Wah”, fue en ese periodo de hartazgo que auguraba el final de The Beatles. El puente de “I´d Have You Anytime” lo compuso Bob Dylan. Con este último formarían The Travelling Willburys en 1988 hasta 1990, una agrupación tan efímera como exitosa, porque además de ellos dos también participaron Tom Petty, Jeff Lynne y Roy Orbison. Según Harrison, surgió a partir del deseo de hacer música con amigos.
Algo similar ocurrió con Ravi Shankar, alguien a quien no solo consideraba un amigo, sino también un mentor y maestro. Organizaron The Concert for Bangladesh en 1971, un precursor de eventos benéficos y el primero en la historia del rock. Harrison fue productor y músico invitado de discos de Shankar, como Chants Of India (1997). Además, Living In The Material World (1973), incluye “Bangla Desh”, una canción protesta del músico británico.
George Harrison falleció hace casi 23 años, con tan solo 58 años y a causa de un cáncer. En 1999, un intruso intentó asesinarlo en su casa y lo apuñaló con una navaja. Para el músico, siempre muy receloso de sus espacios, esto le generó secuelas y limitó sus apariciones públicas, que ya eran pocas a causa de su enfermedad.
Es difícil pensar en lo que podría haber hecho en todos estos años. Es probable que para los fanáticos que tuvieron que sufrir el asesinato de John Lennon en 1980, la partida prematura de Harrison haya sido otro golpe bajo. Pero la filosofía de este sobre la muerte puede servir como un bálsamo.
“La realidad es un concepto. Todos tienen su propia realidad (si tienen suerte). La realidad de la mayoría de las personas es una ilusión, una maravillosa y gran ilusión. Automáticamente tenes que sucumbir a la ilusión de que 'Yo soy este cuerpo'. Yo no soy George. Yo realmente no soy George. Soy esta cosa viviente que continua, así ha sido y así será, pero en este tiempo ocurre que estoy en este cuerpo. El cuerpo ha cambiado: fui un bebe, fui un joven, próximamente seré un viejo y después estaré muerto. El cuerpo físico pasara, pero este poco en el medio, esa es la única realidad”, afirmaba en una entrevista con Melody Maker.
También, al hablar sobre el proceso de composición de “Art of Dying”, decía: “Todo el mundo está preocupado sobre morir, pero la causa de muerte es nacer, así que si no querés morir no tenés que nacer. El arte de morir es cuando alguien puede conscientemente dejar el cuerpo en su muerte”.
Es posible vivir en este mundo sin creer que The Beatles fueron la piedra fundamental de la música. Nadie murió por eso. Es plausible existir sin haber sido congénere y no tener mucho interés en ellos, ni como banda, ni en sus etapas solistas. Lo que es difícil es escuchar a George Harrison y que no se produzca un tipo de respeto. La pregunta inicial intentaba descubrir cuántas vidas tenía un Beatle. En realidad, habría que preguntarse cuántos George Harrison existieron en uno solo.