Por Gerónimo Pose | @geronimo.pose
Nick Cave y Polly Jean Harvey mantuvieron una relación que los llevó a atravesar los años 1995 y 1996 casi de la mano. Grabaron alguna canción juntos, “Henry Lee” la más memorable. Su videoclip ha inspirado varios tableros de Pinterest al igual que la carta de amor de Alex Turner dirigida a su novia de ese entonces, Alexa Chung, olvidada en la barra de un bar.
Cave cuenta que PJ cortó el vínculo mediante una llamada telefónica mientras él muchacho —que hasta hoy se tiñe el pelo cada dos días para mantener su apariencia de cuervo— estaba a punto de picarse el brazo con una jeringa cargada. Dice que la misma casi se le cae al escuchar la noticia de que efectivamente lo estaban abandonando.
Lo cierto es que, de esa relación que parece haber sido tormentosa —el vínculo amoroso con una persona con varias adicciones activas y en simultáneo no es tarea fácil—, PJ pudo llevarse algo que años más tarde le resultaría beneficioso: una amistad con el más sano y cuerdo de los Bad Seeds, Mick Harvey.
A partir de esa ruptura, Cave escribió uno de sus álbumes más austeros y el que provocó la salida, tiempo después, de Blixa Bargeld, debido a que el alemán no se veía a sí mismo en la dirección estética que las malas semillas estaban tomando. Un disco solemne, minimalista, apoyado en la presencia del piano y las líneas de bajo, técnicas que replicaría años más tarde en discos como No More Shall We Part (2001).
Por su parte, PJ Harvey se hundió en una especie de crisis existencial y retornó a su ciudad natal, Yeovil, ubicada a 210 km de Londres. Pero fue en 1997 que se lanzó a grabar Is This Desire? (1998), un disco que se podría catalogar estrictamente como de trip hop, aunque no asimila los lineamientos y características que podría tener Dummy (1994) de Portishead. Un álbum con base en los climas y la línea de los discos que hizo Brian Eno antes de virar completamente hacia el ambient, como Before And After Science (1977). En Is This Desire? PJ conjugó los elementos, pero no se alejó de lo que ya venía cimentando y que era parte fundamental de su sonido. Su inclinación hacia el punk y las tensiones —seguidas de explosiones— seguían orbitando el disco.
Es entonces que aterrizamos en Stories From The City, Stories From The Sea (2000), un álbum en el que todas las historias transcurren en la ciudad de Nueva York. A veces nombra locaciones específicas, como en la canción “Good Fortune”, donde habla sobre una noche en Chinatown en la que la narradora dice mirar a su amado a los ojos y caer en la realización de que efectivamente estaba enamorada. No importaba la resaca ni que fueran las 5:00 de la madrugada: él le mostró todo lo que ella podía llegar a hacer.
El fraseo en los discos anteriores era un tanto más apagado, como buscando enmarcarse dentro de una estética particular. Si bien en Is This Desire? Polly se permitió despegarse de los arquetipos que había construido alrededor de su imagen en canciones como “Angelene”, es en Stories From The City, Stories From The Sea donde la cantante, ya desde la primera canción, expone el grito inicial que aparece en “Rid Of Me”, por ejemplo. Pero este grito adquiere singularidades que pueden hacernos pensar en un parecido con Patti Smith: la entonación y la desafinación adrede al final de cada oración cantada. Sin embargo, PJ sabe manejarlo y no utiliza este recurso como excusa para sus desvaríos, sino como una herramienta.
Is This Desire? (1998), PJ Harvey
Es el quinto disco de PJ. Fue grabado entre marzo y abril del año 2000 y contó con la producción del anteriormente mencionado Mick Harvey. Un álbum que hasta el día de hoy es aclamado como el mejor larga duración de la artista inglesa.
Estéticamente, al menos en su portada, hay reminiscencias de News From Home (1976), de Chantal Akerman. Un documental categorizado como avant-garde, en el que la cineasta belga se dedica a filmar lugares de Nueva York: tomas largas que pueden llegar a cansar, como en 24 Frames (2017) de Abbas Kiarostami, donde figura una toma de al menos 15 minutos de un caballo pastando sin nada sucediendo a su alrededor. Pero el documental recibe un salvataje importante que lo vuelve atractivo. La voz en off de Akerman leyendo las cartas que le envió a su madre entre 1971 y 1973, años en los que estuvo viviendo en dicha ciudad, filmando un sinfín de cosas y aprendiendo del maestro de eso que llaman cine avant-garde, cine experimental o, si se prefiere, cine extraño: Jonas Mekas.
Stories From The City, Stories From The Sea le valió el Mercury Music Prize en 2001, uno de los premios más importantes de la música inglesa. Estuvo nominada a los Premios Grammy y se convirtió en el segundo disco más vendido en la carrera de Polly Jean, siendo el primero To Bring You My Love (1995), un álbum que llamó mucho la atención por su fusión del punk y del blues y que contó con la producción de otro colaborador frecuente: John Parish —con quien en 2009 grabó el disco A Woman A Man Walked By—.
“This Mess We’re In” cuenta con la colaboración de Thom Yorke, bajista y cantante de The Smile. Él se adapta a la línea narrativa y conceptual del disco, que en realidad termina siendo solo un paisaje donde las historias fluyen como lo hace el río Hudson, hacia el sur, en dirección a Nueva York.
El narrador le pregunta a su amada si puede escuchar ese sonido de aleteo, como de mariposas gigantes. Dice que son helicópteros, que ahora está en Nueva York, que no son necesarias las palabras, y luego recuerda cómo se sentaban en silencio y cómo ella lo miraba a los ojos, directamente. Era un miércoles, o eso quiere creer, de mañana. En qué quilombo se había metido. El lío que es efectivamente el amor: la realización de estar hasta las manos y cómo este estado configura la cotidianeidad de cualquier ser humano que más o menos transitaba su vida en otra sintonía, o al menos en el embrutecimiento que ofrece la rutina.
Otra particularidad que vale la pena atender, es la forma que tiene PJ de encarar las colaboraciones. Podemos plantear este ejemplo y el de “Hit The City”, una canción que hizo con Mark Lanegan para el disco del nacido en Seattle, Bubblegum (2004). No hay partes definidas. No canta uno las primeras dos estrofas y luego se encuentran ambas voces en el estribillo. En “Hit The City”, los dos cantan durante toda la canción: Lanegan al frente y Harvey con la voz distorsionada en el fondo. Lo mismo sucede en este dúo con Yorke, que es quien canta a lo largo de toda la canción. Harvey aparece esporádicamente para recitar partes de la letra mientras Yorke se desenvuelve en su falsete característico.
Esta línea narrativa y los paisajes neoyorquinos funcionan para que el disco sea una larga y extensa carta de amor. No solo para varias personas, sino también para una ciudad entera. “You Said Something” recuerda que eran la 1:00 de la mañana y que él, su amor, había dicho que la narradora no iba a olvidarse nunca. Estaban en Manhattan, en lo alto de un edificio. Desde ahí podían ver los flashes, los carteles de neón —que, a partir de la década de 1980, fueron poco a poco perdiendo presencia debido al auge de las tecnologías LED que abarataban los costos energéticos, arruinando la estética nocturna y atractiva que podían llegar a tener distintas ciudades—, cinco puentes, el Empire State. Él dijo algo que ella no iba a olvidar nunca. Él dijo algo que era realmente muy importante.
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