Por Gerónimo Pose | @geronimo.pose
Trabajó limpiando piscinas durante el día. Por la noche salía a tocar a las calles. Fue en una de sus serenatas nocturnas que realizaba por pura pasión y no por necesidad que Tom Patton, de Partisan Records, lo descubrió y posteriormente lo apadrinó.
Cameron Winter nació el 21 de abril de 2002 en Brooklyn, Nueva York. No proviene de una familia carenciada, ni mucho menos; su madre publicó un libro que explora el autodescubrimiento personal que atravesó luego de la apertura de su matrimonio, su trayecto por las vías del poliamor. Su padre se dedica a la composición de música para televisión, cine y teatro.
Su álbum solista, Heavy Metal, fue lanzado el 6 de diciembre de 2024. Esto le jugó en contra, ya que no entró en las listas de los mejores (ni peores) discos del 2024. Para esa altura, estas estaban más que cerradas. Tampoco está incluido en las de 2025 porque sería confuso que un disco del año anterior forme parte del presente. El LP quedó flotando en un limbo, sin pertenecer a una línea temporal clara.
Su padre y los ejecutivos de la discográfica lo incitaron a que no publique el disco. Alegaban que las canciones no eran buenas y que le iban a suponer la ruina. En parte, desconfiaban de su voz, que alcanzaba tonos dramáticos que podrían armonizar con la efusividad de Jacques Brel. Intentó entonces cantar de manera más convencional, pero al leer una reseña de un disco de Geese, su banda, que decía que su voz rara volvía la música mucho más perturbadora, siguió con esa intención de alejarse de cualquier tipo de interpretación vocal amena y fácilmente digerible.
Heavy Metal se grabó de manera nómade. Algunas pistas fueron grabadas con el micrófono incorporado de una MacBook mientras estaba tirado en su cama, agotado tras alguna gira con Geese; incluso se dormía mientras grababa. Contrató músicos —desde un bajista de cinco años hasta un trabajador metalúrgico de Boston— a través de Craigslist para que tocaran, de manera improvisada, en el disco.
Winter había lanzado dos sencillos en octubre de ese año: "Vines" y "Take It With You", baladas emotivas que conjugan el folk con la efusividad y dramatismo de Gainsbourg e incluso algunos tintes de Harry Nilsson. Pero no formaron parte del álbum. En retrospectiva, aquella decisión fue acertada, ya que no hay lugar para esas dos composiciones dentro del disco. Quedarían como un acto desubicado. En las portadas del disco y de los singles las fotos parecen ser tomadas desde una webcam: como se dice, al voleo; como si estuviese subiendo todas las canciones, se hubiera olvidado de que tenía que adjuntar una portada a ellas y hubiera decidido prender la cámara y subir la primera foto que saliera.
Asistió al Brooklyn Friends School y fue en 2016 que formó, junto a compañeros de la misma escuela, la banda Geese. Lanzaron el disco A Beautiful Memory (2018) mientras aún estaban en el liceo; Projector (2021), a modo de despedida, ya que estaban por graduarse y cada uno iría por su lado a estudiar a distintas universidades. El disco captó cierta tracción, por lo que decidieron que, por más que sus caminos se bifurcaran, seguirían haciendo música. Fue entonces que, en 2023, sacaron el álbum que definitivamente los consagró y los llevó de gira por todos lados: 3D Country. Fueron teloneros tanto de Greta van Fleet como de King Gizzard and the Lizard Wizard. Es en tan solo 17 días que lanzan un nuevo disco llamado Getting Killed, el cual ya captó la atención con los singles "Taxes", "Trinidad" y "100 Horses".
En un principio quería dedicarse a ser jugador de hockey, algo que sus padres alentaron llevándolo a jugar a Long Island, pero rápidamente lo sacaron de ahí por la cantidad de lesiones que estaba recibiendo en su cabeza.
Si bien medios como The Guardian lo comparan con Dylan, Tom Waits, Leonard Cohen, entre otros, las influencias y parecidos pueden tornarse infinitas: música que suena a que fue hecha por un Van Morrison dislocado o con el carisma y encanto de Springsteen. Lo cierto es que Winter consigue un sonido que se torna, a medida que pasa el tiempo, cada vez más único. No solo por el modernismo que arrastran sus letras, sino también por su interpretación vocal y la implementación de instrumentos que pareciesen ir por un lado completamente distinto al esperado. Consigue un balance que resulta atractivo, entre la fragilidad y la vulnerabilidad con lo disparatado y el humor más escatológico que puede rastrearse. Canciones en las cuales habla de lo cansado que está de besar a la madre de una chica, en las que ruega a otra que le entregue sus pies ya que él los necesita más que ella.
Si bien el chiste y la risa fácil pueden brotar inesperadamente, Winter alcanza esa genialidad y una especie de maestría a la hora de componer letras cuando rápidamente se aleja de esa zona humorística para recaer en otro territorio que podría llamarse más serio, incluso solemne: “Voy a seguir rompiendo copas hasta que mi mano izquierda se vea mal, hasta que mis drogas milagrosas escriban la canción milagrosa”. Luego de esa declaración, que forma parte de la canción "The Rolling Stones" y es la que abre el disco, Winter dice que va a seguir hasta que la fila de conga que está detrás de él tenga mil pollos de largo.
Lo vuelve un disco hijo de su tiempo. Los excesos de formalidad y seriedad no cansaron a gran parte de la población, pero sí dejaron de resultar atractivos y llamativos como en décadas pasadas. En un momento en el cual prima el meme, el absurdo, tanto en internet como en las situaciones políticas y sociales, un disco como el de Winter, en el cual nada es en serio, pero a la vez está atravesado horizontalmente por una crudeza emocional y sensible capaz de conmover a cualquiera, no es raro que haya causado el asombro que generó. Se podría argumentar que la nueva receta para conectar con las nuevas generaciones de oyentes y audiencias es la oscilación entre estos dos aspectos. Porque, a pesar del absurdo de los tiempos que corren, también prima la distancia y la desconexión. Todos estamos todo el tiempo intentando conectar con algo, con alguien, y cuando lo conseguimos, la obsesión se apodera y es entonces que surgen artistas que se vuelven la voz de una generación.
Sin ir más lejos, estas observaciones pueden trasladarse al músico argentino oriundo del oeste, Nazareno Nota, conocido como El Nota, que juega con el humor (en menor grado), pero también con lo más desgarrador y con una tristeza que es, como se mencionó anteriormente, hija de nuestro tiempo. Tiempos de ansiedad, aislamiento e infoxicación, término adjudicado al comunicador español Alfons Cornella. Podríamos pensar en Bob Dylan y en cómo se volvió la voz de una generación (por más que años más tarde haya renegado de sus letras y haya argumentado que en realidad no estaba hablando de conflictos políticos, sino que eso fue lo que interpretó la gente y que, por ende, nadie escuchó nunca sus letras) generando lazos con audiencias desamparadas que desesperadamente buscaban algo de lo que aferrarse, alguien que le de voz y melodía a sus incomodidades.
Las presentaciones en vivo de Cameron, tanto en los más famosos Late Nights como la serie de conciertos que realizó en iglesias durante abril de 2025, las cuales incluyeron presentaciones en St. John's Lutheran Church en Brooklyn y St. Matthias's Church en Londres, fueron llevadas a cabo a piano y voz. En esas presentaciones en las iglesias, Winter no escatimó, y en grabaciones que se pueden encontrar en YouTube se lo puede ver casi poseído, gritando que Dios es real, que esta vez no está jodiendo, Dios de verdad que es real. Si bien en el Late Night de Jimmy Fallon le exigieron que incluyera otros instrumentos para volver más atractiva la presentación (incluyó un cuerpo de vientos), lo que destaca es la forma en la que canta: serio, estoico, sin ninguna expresión facial, pero logrando alcanzar notas altas.
Ese juego, sumado a lo lúdico, vívido y surrealista de las letras, configuran una identidad que lo separa de sus contemporáneos como MJ Lenderman, el músico oriundo de Carolina del Norte que podría formar parte de la generación de Winter, que explora una veta mucho más pop que lo acerca a Neil Young y a una masividad que hasta el momento no le ha golpeado el hombro a Cameron. Ese surrealismo en las letras se presenta, por ejemplo, a través de imágenes que están en movimiento y hablan de palizas que dan los ukeleles. Entonces queda claro que no parte de una teoría literaria ni tiene nada que ver con el mundo de Salvador Dalí ni con el de André Breton, sino que se ampara en ese territorio para jugar, aunque en su cara no se perciba ni un atisbo de felicidad.
Su actividad en redes sociales es más bien escasa. Cada tanto realiza vivos desde Instagram. En el último liberó una canción del próximo disco de Geese y enfureció a los ejecutivos de Partisan. Lo obligaron a que saque un comunicado pidiendo disculpas. Tiene prevista una gira por Europa a fines de este año, donde se estará presentando en lugares míticos como el Royal Albert Hall en Inglaterra.
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