Por Nicolás Medina
nicomedav
En el corazón de Londres, octubre convierte a la ciudad en un laberinto de luces cálidas, calles empapadas por la lluvia y una energía que solo el cine puede generar. El BFI London Film Festival se despliega como un mosaico de emociones y expectativas: alfombras rojas que destellan bajo la lluvia, salas abarrotadas donde el murmullo de los asistentes se mezcla con el aroma del café y los programas recién impresos, y la sensación de que cualquier película que se proyecte puede cambiar la conversación cultural de la ciudad. Fue en ese escenario, entre cámaras, flashes y murmullos anticipatorios, donde After the Hunt (2025) encontró su espacio para revelar, sin prisa pero sin concesiones, el pulso de la mirada de Luca Guadagnino.
El cine del director italiano siempre oscila en ese límite difuso donde la belleza y el malestar coexisten. Hay algo en su mirada que incomoda deliberadamente: una sensualidad que no siempre es placentera, un deseo que no siempre es inocuo, una moral que se tambalea frente al espejo de la propia conciencia. Desde el calor envolvente de Call Me by Your Name (2017) hasta el barroquismo febril de Suspiria (2018), pasando por la melancolía abrasiva de Bones and All (2022). También los juegos de poder románticos de Challengers (2024) y la exploración de identidad y deseo en Queer (2024). Guadagnino ha demostrado una y otra vez su capacidad de transformar lo íntimo en un escenario donde el espectador se reconoce y se teme a sí mismo. Sus películas son, por definición, ejercicios de tensión emocional, social, sexual. La incomodidad no es accidental, es su motor.
En After the Hunt, su última entrega, se presenta como un Guadagnino más contenido, pero igualmente letal. La película se aparta de los excesos visuales que lo han definido: aquí no hay ornamentos barrocos ni movimientos de cámara que busquen deslumbrar. Cada gesto, cada silencio, cada mirada adquiere un peso que desafía la atención del espectador. La obra no seduce con color ni con diseño; seduce con su estructura. Con el pulso preciso de la puesta en escena y del montaje, que construye una tensión que crece lenta y obsesivamente. Como un reloj que nunca deja de marcar el tiempo.
After the Hunt o Cacería de brujas — nombre conceptualmente errado que recibió en su traducción al español —, arranca con un intertítulo que sitúa a la historia: “Sucedió en Yale”. Nos ubica en un mundo de élite, de académicos, de conversaciones largas de terminología confusa que excluyen al espectador promedio. La película sigue un día en la vida de Alma —Julia Roberts—, profesora de Filosofía ambiciosa y carismática que está a punto de llegar a la cima de su carrera. Alma navega entre su matrimonio de conveniencia con Frederik —Michael Stuhlbarg— y su relación apasionada y compleja con Hank —Andrew Garfield—, colega y confidente.
Luego de una fiesta organizada por Alma, Maggie —Ayo Edebiri—, estudiante de familia adinerada que admira a Alma, revela que Hank ha abusado de ella. A partir de ese momento, se desencadenan tensiones, traiciones y conflictos que recorren la película. Cada gesto, silencio y mirada tiene peso dramático: Alma domina la escena, pero Frederik, Hank y Maggie actúan como piezas de un entramado que explora la ambigüedad moral, la ambición y las relaciones de poder en un entorno académico de élite. La tensión crece con la duda, atrapando al espectador en un juego de estrategias donde cada movimiento puede cambiarlo todo.
Presentada en la 82° edición del Festival de Venecia en sección no competitiva, After the Hunt no tardó en provocar debate. La recepción fue intensa, a veces incluso violenta. Parte de esa reacción tiene que ver con la forma en que Guadagnino pone en juego los desequilibrios de poder y la sexualidad dentro de un entorno académico de élite. Todo con el guion de Nora Garrett, para quien la película supone su debut en largometraje. Un guion que no ofrece respuestas fáciles: exige que el espectador se cuestione, se mire en los reflejos de sus propios juicios, confronte las contradicciones de su ética frente a lo que sucede en pantalla.
Uno de los logros más interesantes de la película reside en la manera en que Guadagnino orquesta la tensión: no es un suspenso de sobresaltos ni un artificio narrativo obvio, sino un in crescendo lento, casi imperceptible, que se instala en el cuerpo del espectador como un murmullo persistente. Cada escena está calibrada con cuidado, acumulando preguntas sobre deseo, culpa y ambición, mientras la película se niega a ofrecer certezas o consuelo. La cámara, lejos de los excesos visuales que han caracterizado su cine, se detiene, observa, se demora en manos que se tensan, en pausas que prolongan la espera, en miradas que nos interpelan directamente.
La construcción del punto de vista desde Alma no solo jerarquiza su presencia, sino que convierte la ausencia de los otros personajes en un recurso dramático. Cada gesto que no vemos, cada silencio que pesa define tanto como lo que se nos muestra. En este universo académico y elitista, After the Hunt funciona como un tratado sutil sobre poder, ambición, justicia y complicidad, donde las tensiones de género, la sororidad y la responsabilidad individual se entrelazan en cada palabra, en cada pausa, en cada sombra que habita la escena.
Aun en este aparente desapego visual, Guadagnino construye un lenguaje propio, íntimo y casi inquietante. La cámara no busca deslumbrar; observa, registra y hace del gesto mínimo —un movimiento de manos, una mirada sostenida, la inclinación de un cuerpo— un acto de declaración moral. Los personajes miran a la cámara de manera que sentimos, por momentos, que nos enfrentamos a ellos directamente, como cómplices o jueces silenciosos. La película no se entrega de inmediato: su duda crece y se expande, reverbera, y termina por instalarse en el pensamiento del espectador mucho después de que los créditos rueden.
Para entender cómo Guadagnino construye esta historia, LatidoBEAT viajó a Londres en el marco del BFI London Film Festival, donde entrevistó en exclusiva al director y a la guionista de la película, Nora Garrett, en las lujosas habitaciones del hotel Claridge’s.
Luca Guadagnino. Foto: cortesía de producción
¿Dónde nace el interés por contar esta historia?
Nora Garrett (N.G.): Todo comenzó para mí con el personaje de Alma. Me interesaba hablar de alguien que fuera extremadamente ambicioso, y explorar cuál podría ser el costo interno y externo de esa ambición. También alguien que tuviera un trauma y una vergüenza muy arraigados desde una etapa temprana de su vida, al punto de sentir que debía reprimirlos y controlarlos. Y ese mecanismo es lo que la llevó al éxito, pero también lo que podría obstaculizarla en el momento exacto de alcanzarlo finalmente.
¿Cómo evolucionó el guion cuando Luca se sumó al proyecto?
N.G.: Luca es muy inteligente y sabe exactamente lo que quiere. Además, no crea películas en el vacío: siempre las posiciona dentro de un contexto cinematográfico, conectándolas con películas que él admira. Tuve la suerte de estar del lado receptor y beneficiarme de ello. Creo que él quería que fuera una película llena de matices y ambigüedad. Confía profundamente en el público y valora las complejidades desordenadas de la naturaleza humana, y creo que quería asegurarse de que todo eso estuviera realmente incorporado en el guion.
Luca, en tu cine siempre hay algún tipo de tensión: puede ser emocional, atmosférica, incluso erótica. ¿Cómo creés que se manifiesta eso en After the Hunt?
Luca Guadagnino (L.G.): Creo que la tensión en After the Hunt tiene que ver con la dinámica de estos personajes. Cómo actúan en función de la idea que tienen de sí mismos: ¿quién soy? ¿Cómo me veo a mí mismo? ¿Cómo me ven los demás y cómo puedo, al ser percibido de cierta manera, conseguir lo que quiero? Y, al mismo tiempo, ¿cómo puedo jugar un juego individual que no tenga en cuenta al otro para lograr mis objetivos? Creo que esa, en sí misma, ya es una dinámica bastante tensa.
Nora Garrett. Foto: cortesía de producción
En la escena de la fiesta hay una mesa que está llena de libros, tantos que no queda espacio ni para poner los vasos. ¿Ese detalle estaba en el guion? ¿Buscaban mostrarle al público que estas personas prefieren exhibir su lado intelectual antes que sentirse cómodos, o fue algo que surgió en el set?
N.G.: No. Ojalá pudiera atribuirme ese detalle, pero no. Creo que es un ejemplo fascinante de los actos de traducción que ocurren entre el guion y la pantalla. Pienso que todos estos personajes fueron escritos como intelectuales formativos, idealizados, muy involucrados en el mundo del idealismo intelectual y en mostrarlo. Es interesante, porque Luca leyó eso en la página y luego, junto con el diseñador de producción Stefano —que es brillante—, lo tradujeron a un mundo que se construye de manera evidente, como diciendo: "Miren todos nuestros libros, vean todo lo que hemos leído, lo cultos que somos". Y Luca es tan detallista que todos esos libros fueron elegidos a mano por Stefano y él. Nada es accidental, lo cual es simplemente asombroso.
La película abre con el punto de vista de Maggie en ciertos momentos iniciales. ¿Por qué decidiste incluir ese segmento desde su perspectiva al comienzo del film?
L.G.: No es que la película comience desde el punto de vista de Maggie, la película abre con un pequeño prólogo en el que se ve un día en la vida de Alma Imhoff, su marido, los estudiantes y los colegas. Después llegamos a la fiesta, donde vemos a Alma coronarse prácticamente como la emperatriz del lugar. Luego, esta mujer más joven, la estudiante que adora a la profesora —y que es correspondida en cierta medida—, busca detalles sobre la vida de la profesora a la que admira, probablemente porque la envidia o la codicia la impulsa. Cada punto de vista cambia a lo largo de la película para generar tensión entre lo que el personaje es y lo que desea ser.
Prestaste mucha atención al lenguaje corporal en esta película, especialmente a las manos, hay muchos planos que las muestran. ¿Podés contar un poco sobre esa decisión y por qué te enfocaste tanto en el lenguaje corporal?
L.G.: Creo que el lenguaje corporal a veces contradice lo que decimos. Y como lo que decimos no siempre coincide con lo que queremos expresar, también en el cine hay una diferencia entre el diálogo y el comportamiento. Cuando veo una película donde el diálogo es solo un portador de información, me aburro un poco. Pero cuando el diálogo funciona, de algún modo, como comportamiento del personaje —y puede ser entendido desde esa perspectiva—, me encanta seguir no solo lo que se dice, sino también el lenguaje corporal del personaje. Al enfocarse en partes del cuerpo, como las manos, uno empieza a darse cuenta de que lo que dicen no necesariamente coincide con lo que realmente quieren comunicar.
"After the Hunt" (2025), Luca Guadagnino
¿Creen que el público de hoy es más empático o más crítico con personajes moralmente complejos?
N.G.: Es curioso, no lo había pensado mucho. No crecí exactamente con eso, pero fui joven en la época del antihéroe. Series como Mad Men (2007) o Breaking Bad (2008) fueron muy impactantes. Sus protagonistas encajaban claramente en el molde del antihéroe haciendo muchas cosas moralmente ambiguas, y la gente respondía a eso. Se generó, a su vez, una avalancha de personajes antihéroes, moralmente ambiguos.
Pero en su mayoría eran hombres, casi ninguna mujer. Y creo que es más difícil para la audiencia conectar con una mujer moralmente ambigua por la complejidad de esa humanidad. Pero no sé, quizás sea porque estamos cansados de ver gente que se comporta de manera moralmente ambigua. Nuestro momento sociopolítico actual está lleno de eso, en espacios donde deberíamos tener gente que actuara con rectitud. O quizás simplemente esa narrativa ya se agotó, no estoy segura.
L.G.: Es una pregunta compleja porque, ¿quién es el público? No trabajo en investigación de mercados, así que no suelo tener esa idea amplia sobre las multitudes. Creo que el cine está muy vivo y que la gente quiere ver películas que la desafíen. Así que, si tuviera que darte una respuesta breve, diría que sí: quiere películas moralmente complejas.
After the Hunt tuvo su estreno mundial en Venecia y luego pasó por varios festivales antes de un estreno limitado en salas. Por ahora, no tiene fecha de estreno en Uruguay, pero es probable que eventualmente llegue a Amazon, ya que la película es producida en parte por Metro-Goldwyn-Mayer y en Estados Unidos es distribuida por Amazon MGM Studios, lo que la posiciona naturalmente para su desembarco en la plataforma.
Por Nicolás Medina
nicomedav
Acerca de los comentarios
Hemos reformulado nuestra manera de mostrar comentarios, agregando tecnología de forma de que cada lector pueda decidir qué comentarios se le mostrarán en base a la valoración que tengan estos por parte de la comunidad. AMPLIAREsto es para poder mejorar el intercambio entre los usuarios y que sea un lugar que respete las normas de convivencia.
A su vez, habilitamos la casilla [email protected], para que los lectores puedan reportar comentarios que consideren fuera de lugar y que rompan las normas de convivencia.
Si querés leerlo hacé clic aquí[+]