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Personajes
Del campo salteño al mundo

Santiago Colinet: "Me fue muy fácil enamorarme de la fotografía"

Nombre: Santiago Colinet Edad 25 Ocupación: Fotógrafo, creador de contenido digital Señas particulares: ordena la ropa y las aplicaciones por color; llora con "cualquier cosa"; le encanta tener una rutina

09.11.2021 07:00

Lectura: 6'

2021-11-09T07:00:00
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Por María Inés Fiordelmondo

Es de Salto. ¿Qué recuerdos tiene de su infancia en esa ciudad? Soy del medio del campo. Mis padres vivían en el campo y cuando nací se dividieron entre campo y ciudad. Gran parte de mi niñez viví allí. No teníamos agua ni luz, a 100 metros teníamos el molino y cuando nos quedábamos sin agua teníamos que ir a sacarla del pozo. Me acuerdo que había una cabeza de vaca, la tengo en mi memoria. Por eso me tatué esto. Me trae buenos recuerdos. Me iba a tatuar una vela porque no teníamos luz de noche y poníamos una garrafita en el medio de la mesa o luz de vela. Amo leer a la luz de la vela. Cuando empezamos a usar celular tenía que ir a una colina a buscar señal, esa parte la padecía.

Ahora se lo ve viajando mucho por grandes ciudades, como Nueva York. ¿Se siente a gusto en estos lugares? Me siento más a gusto en la playa y la naturaleza. Cuando hago fashion week siento que me sacan mucho de mi zona de confort, que está bien y la paso bien, pero yo soy más despojado de muchas cosas. Prefiero estar descalzo con una remera gigante que empilchado  y de traje, no me siento tan yo. Igual disfruto cualquier viaje y destino.

¿Es verdad que se inició en su carrera fotografiando vacas? Sí. A los 14 papá me quería comprar una moto. Es muy normal en el interior, y yo no quería una moto, ¿para qué? Quería una cámara, una cámara, una cámara. Me costó mucho convencerlo. Me iba de viaje de 15 y quería la plata para la cámara. Lo convencí, me la compré y entonces cuando estaba en el campo aprovechaba para sacar fotos a las vacas. A mi hermano, que tenía ocho años, lo trepaba arriba de los árboles y le sacaba fotos. También lo obligaba a que me sacara fotos, yo también quería estar dentro de la cámara.

¿De dónde surgieron tantas ganas de tener una cámara? Miraba mucho a Susana Giménez con mi abuela y quería ser de los que estaban atrás de ella sonriendo, un Susanito, quería pertenecer a ese mundo audiovisual que me llamaba mucho la atención. Y se manifestó de esa forma, querer tener una cámara para sacar fotos y que me saquen. Quería estar presente en las fotos.

¿Por qué incursionó en la industria de la moda? En un momento me escribió una chica que se graduaba de la facultad de diseño y me preguntó si quería sacarle fotos. Le dije que nunca había hecho eso, tenía 15 años. Realmente no sabía si me iba a gustar o no. Era un grupo de gente más grande, yo tenía mucho miedo porque dependía mucho de mí y no tenía experiencia. Nos fuimos dos días al campo, y a la mañana siguiente, cuando empezaban las fotos, había rocío y la modelo era espectacular, ropa blanca y de lana y entraba la luz entre los árboles. No había forma de que no me gustara lo que estaba sucediendo. Me fue muy fácil enamorarme de la fotografía.

Dicen que tiene una obsesión con los colores, que ordena la ropa y hasta las apps del celular por color. Soy muy ordenado, muy meticuloso. Llego a mi casa y quizás tengo un millón y medio de cosas que hacer, pero hasta que no ordeno mi cuarto y tengo toda mi ropa ordenada, no puedo hacer nada. Tengo todo ordenado por color, hasta las aplicaciones. Me da paz visual. Me gusta mucho lo estético, intento hacer todo lo más perfecto posible porque soy muy visual. En cuanto veo todo ordenado y prolijo me siento tranquilo y puedo actuar.

Cuando viaja es de bajarse de los aviones e ir a un gimnasio. ¿Cómo se lleva con su imagen? Cuando trabajo todo el día no entreno, pero siempre que puedo lo hago. Disfruto mucho el cuidado del cuerpo, me hace bien y me siento cómodo. Soy bastante obsesivo pero no me sentía tan cómodo con mi cuerpo porque era muy flaquito y quería cambiar eso radicalmente. Encontré en el entrenamiento y la dieta un disfrute que no sabía que tenía.

Tiene varios tatuajes. ¿Todos tienen un significado? Uno de los últimos es rayito de sol, porque mi abuela me dice que llegué en un momento oscuro de la vida de la familia y que traje felicidad; me dice rayito de sol. No le gustan mis tatuajes, le dije que me quería tatuar algo suyo y me dijo: “Yo ya sé que me llevás en el alma”. Cuando le dije que también la quería llevar en la piel me contestó: “Bueno, pero chiquitito, por favor”. Tengo tatuado Boy tears porque soy recontrasensible, lloro con cualquier cosa y celebro esa sensibilidad que el hombre a veces pierde. Lloré con los remeros en los Juegos Olímpicos; nunca miro remo ni sabía que Uruguay estaba, pero la que relataba, ¡lo hacía con una emoción!

¿Qué sueños tiene? Estoy en un momento en que no tengo muy claros mis sueños. ¿Cómo me veo en 10 años? Me encantaría que con mi base en Montevideo me contrataran para una campaña en Tokio, la otra semana en Nueva York y la otra en Milán. Soy bastante independiente porque me gusta mi forma de trabajar, con humanidad, y no sé si la puedo compartir con todo el mundo.

¿Se preocupa mucho por el orden pero en su día a día no le gustan las estructuras? Es bastante contradictorio porque me gusta mucho la rutina, porque no la tengo. Cuando estoy en Uruguay me gusta levantarme temprano, trabajar, superestructurado, porque no lo tengo cuando me voy de viaje, que es todo lo opuesto. Si fuera por mí me gustaría tener el orden y la rutina siempre, pero en los viajes es difícil. Acá, que sé que puedo, intento ser lo más rutinario posible.

¿Qué cualidad valora más en otras personas? El buen humor. Y la energía. Cuando alguien está super de buen humor y no tiene problema en hacer nada, y dice que sí a todo, me encanta. Esa persona pasa a ser de mis favoritas.