Tiene dos hijos, Valentín y Milena, de 6 y 2 años. ¿Qué dicen cuando ven a su mamá por la tele o la escuchan en la radio? Ya están acostumbrados y no dan mucha bolilla. Valentín hasta se disfrazó de periodista para el jardín con un equipo de hacer radio que tenía en casa. El atuendo era el micrófono con los auriculares y él con eso ya pensaba que estaba haciendo un informativo. No sé si son muy conscientes pero están criados por una pareja de periodistas. Todo el día están las noticias, se escucha la radio, y es parte de su entorno. Me encantaría que alguno vaya para ese lado, pero que sea lo que ellos quieran.
Escribió en el Semanario Búsqueda, hoy está en la radio y en el informativo de Canal 10. ¿Qué medio le resulta más cómodo? Cuando empecé en prensa no se me ocurría agarrar un micrófono. Después me surgió la posibilidad de hacer la producción de En Perspectiva y ahí sí me veía, pero no saliendo al aire. Al año se dio que sí y ante la duda, probé. Me animé y me gustó. Cada rubro tiene su magia, la prensa escrita te forma muchísimo y en cabeza periodística ni que hablar, pero la radio tiene eso de convertirte en parte de la familia del oyente, que te termina escuchando todos los días. La experiencia en Canal 10 me está resultando bárbara, son columnas de dos, tres minutos, pero con mucha más exposición. Tengo que ser clara, que se entienda, pero también enganchar con el tema. Era todo un desafío, tomar impulso para enfrentarme a una nueva posibilidad y acá estoy, contenta.
¿Alguna vez pensó en dedicarse a algo más? Nunca me lo planteé porque siempre supe que quería ser periodista. Tuve algún impulso con la paleontología, pero siempre me incliné hacia las letras y en particular al periodismo. Tuve la presión de que mi viejo era contador y la gente me preguntaba si iba a seguir lo mismo que él, pero por suerte mis padres siempre me apoyaron y hasta el día de hoy pienso que tomé la decisión correcta. Me gusta eso que te genera conseguir una noticia, que es como meter un gol para un futbolista, y después obligarte a ir un pasito más y aprender que la vida está mucho más llena de grises. Disfruto tratar de mostrar eso.
¿Y algo a lo que nunca se dedicaría? La cocina. Me encanta comer pero soy malísima cocinando. En general en casa cocina mi marido, los risottos le quedan todos muy buenos y me encantan las ensaladas que hace. Yo no tengo esa creatividad. Una de las ironías de mi vida fue conducir un programa gastronómico en la radio aunque el arroz se me pase.
Si no le gusta preparar el desayuno, ¿qué es lo más importante antes de salir de casa? No puedo salir sin maquillarme. Me despierto 4:30 am para venir a la radio y no es que me pase siempre, pero en estos casi 11 años me habré dormido alguna vez y más me vale llegar tarde. No me puedo olvidar del maquillaje, sí del celular, la billetera o lo que sea. De las cosas materiales soy muy olvidadiza, como las llaves de la casa o del auto. Es sistemático; día por medio se me pierden. Soy medio desordenada con eso, pero en el trabajo soy muy meticulosa. No sé, debe ser como un equilibrio, no consulté al psicólogo todavía.
Vive en Parque Rodó y no es apasionada del fútbol, ¿cómo es que se hizo hincha del Club Huracán Buceo? Me crie en el Buceo hasta los nueve años y ahora vivo en Parque Rodó pero sigo siendo hincha del Huracán. Tuve una época muy futbolera de niña, mi viejo es muy hincha y siempre íbamos a ver los partidos. Como soy hija única era como nuestra actividad de conexión. Me conozco casi todas las canchas chicas de Montevideo; nos recorríamos todo pero claro, nunca jugaban en el estadio. Una vez papá me sacó del liceo para irnos a Paysandú a ver el primer partido internacional que jugaba el Huracán, era todo una novedad. Hasta la adolescencia fui hincha fanática, incluso jugué al handball para ese club. Ahora el fútbol ya me dejó de enganchar tanto y mis hijos e Iván (su marido) hinchan por Peñarol, entonces no pude negociar mucho aunque digan que tienen de segundo cuadro al mío.
¿Qué persona la marcó más en su vida? Mi padrino. Roberto falleció hace algunos años, pero era de esos tíos que hacía todo lo que no se debía hacer y siempre estaba alegre. Se le ocurría inventar excursiones a los lugares más recónditos y salía igual sin tener un peso. Hay lugares que conocí de Uruguay que de otra forma no se me hubiera ocurrido ir. Yo soy muy estructurada, todo lo contrario a él, pero me marcó por ser tan diferente y permitirme esas locuras a las que yo no estaba acostumbrada con mis viejos.
Le encanta viajar, o al menos, tiene muchas fotos de viajes en redes sociales. ¿Cuál fue el destino que jamás olvidará? Hice dos viajes divinos. Uno fue a China en 2018, como periodista. Estuve un mes y fue una experiencia espectacular, porque es uno de esos lugares al que no sé si iría con todos los destinos que me gustaría conocer. Visité la China más tradicional, no las partes más occidentalizadas, y entendí mucho más, la historia se te venía encima. No tiene nada que ver la China de Beijing con la de Chang’an, a donde fuimos. Culturalmente es tan distinto que todo te llama la atención y el viaje fue una forma de acercarme a otro mundo, lo disfruté muchísimo. Después también recuerdo un viaje familiar precioso a Rusia en 2019. Como el apellido de Iván es de esa procedencia quería conocer y fuimos con mis viejos y Valentín.