Inter de Milán volvió a perder y probablemente haya sido el último partido del entrenador Gian Piero Gasperini. Fue su cuarta derrota en cinco partidos oficiales, y la situación parece insostenible. Primero perdió con Milan por la final de la Supercopa de Italia, luego cayó con Palermo en el debut de la Serie A, volvió a perder con Trabzonspor de Turquía de local por la Champions League, igualó sin goles con la Roma y ahora esto.

El modesto Novara, recién ascendido de la Serie B, lo venció en buena ley y con merecimientos para hacerlo, ante una versión apática y desconocida de un elenco neroazzurro que no juega a la altura de su presupuesto.

Inter apostó a sus individualidades, pero no aparecieron en el nivel que se les conoce. Diego Forlán tuvo que jugar demasiado atrasado, casi como en la selección uruguaya en épocas de Eliminatorias, incluso más atrás que en el Mundial o la Copa América. No estuvo claro en el manejo del balón y fue sustituido en el entretiempo por Giampaolo Pazzini, quien tampoco pudo cambiar el panorama.

A Diego Milito no le llegó la pelota y Wesley Sneijder fue el único que inquietó con algún disparo a distancia. El holandés fue sustituido a los 21’ del complemento por el argentino Mauro Zárate, pero no hubo caso. No por mucho amontonar delanteros arriba se es más ofensivo ni se crea peligro.

Se le cerró bien atrás el dueño de casa, le cortó los caminos hacia los puntas y se aferró al contragolpe. Y nada de meterse atrás. Con velocidad inquietó cada vez que salió rápido, ante una defensa de Inter que lució muy vulnerable, como en el gol de Ricardo Meggiorini a los 37’. Picó por izquierda Andrea Mazzarini, y tocó al medio para el ingreso casi solitario del número 69, quien castigó con un latigazo bajo.

El golpe de nocaut llegó a los 85’. El joven defensor Andrea Ranocchia cometió penal, y por ser último recurso el árbitro lo expulsó correctamente. Marco Rigoni asumió la ejecución y puso el 2-0 que parecía definitivo, hasta que tres minutos más tarde descontó Esteban Cambiaos para ponerle dramatismo al final de un partido que tuvo un gol más, pero no el esperado empate. Otra vez Rigoni, aprovechando un rebote corto de Julio César y los espacios que dejaba una defensa ya descompensada en búsqueda de la igualdad, puso el 3-1 para el débil Novara, que agudizó la crisis del Inter.

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