NUEVO LIBRO

Algunas de las razones por las cuales usted tiene que leer este libro, según Darwin Desbocatti

Usted estará colaborando con un Merendero Municipal que sortearemos con las últimas dos cifras del número de Fin de Año que salga en la lotería de animales con cartones que solemos jugar todos los 31 en mi casa ante un escribano público que ya no ejerce sus funciones como tal pero se parece mucho al escribano Seitún que sale en la tele siendo en este caso treinta años mayor sin gomina y con un par de teclas menos además del hecho de que cuando ve una coma se brota y no le gusta que lo nombren en oraciones cortas. El último 31 no salió ningún número, lamentablemente fueron todos animales. Pero quién sabe.

Usted podrá convencer, finalmente, a ese amigo con el que jamás se puso de acuerdo en la calidad del humor de Darwin, de que efectivamente es, tal como sostuvo usted durante muchísimo tiempo, una gran porquería, aburridísimo e intolerable de principio a fin. Usted podrá convencer a esa ex novia, la incrédula eterna, de que por fin aprendió a leer.

Usted podrá decir: Grita menos en el libro , con total acierto (estoy hablando de Darwin, no de la ex novia del señor, cuya vida privada no me interesa).

Usted se estará ahorrando más de 7.000 pesos si compra y lee este libro en su totalidad. La cuenta es sencilla: son todas columnas publicadas en Búsqueda, así que de haberlas leído por la vía original, se habría tenido que comprar unas 75 Búsquedas más o menos, a 100 pesos cada ejemplar.

D.D.



Darwin Desbocatti nació entre el 45 y el 58 (no literalmente, no es que fuera tan cabezón, el problema es que no se sabe bien la fecha).

Su infancia fue feliz, como la de todo niño estúpido (valga la redundancia).

Se hizo adulto y se le pasó; la niñez.

Pionero en la venta de canchas de tenis en Japón, nicho comercial descubierto por él, que los japoneses no supieron apreciar. Si bien allá no sobra espacio para la cancha de tenis, su empresa las hacía verticales, y mediante un sistema de arneses se podía jugar en los edificios.

Es autor del poema Amanecían los 90 , una obra críptica y misteriosa en la que jamás se dilucida si está hablando del principio de la década o de una orgía.

Escribió también un tango para el hijo que hasta ahora no tuvo, intitulado: Lecciones de vida para un idiota que salió de la panza de mi mujer, que en paz descanse la pobre, que no merecía en absoluto ser atropellada por un auto, pero la vieja es la vieja, y si no le tocaba a ella era mamá la que la quedaba; por eso la empujé . Ese es el título, la letra es más violenta y explícita.

Actualmente le da vida, mediante el teléfono, al programa de radio No Toquen Nada.

Su último trabajo es el ensayo sociológico Nunca vi prosperar una revolución en chancletas, en el que analiza la situación actual de Birmania y las manifestaciones de los monjes budistas en contra de la dictadura en ese país.


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