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La australiana Brooke Hemphill acaba de publicar en su país la primera edición de "Mi vida como lesbiana", libro que ya ha generado cuestionamientos desde la comunidad LGTB, así como acusaciones de tomar con demasiada ligereza el tema de la sexualidad.
"Tal como esperábamos, las críticas vienen de personas que todavía no han tenido ocasión de leer el libro, pero que se han sentido provocadas por el título", dice la autora en declaraciones a la edición australiana de Daily Mail.
En cuanto a la experiencia que narra en su obra, aclara que "no fue un experimento social, sino una serie de acontecimientos que condujeron a una etapa especial en mi vida".
La historia de esa etapa comienza a la mañana siguiente de una noche de juerga. "Había ido a un bar gay de Sídney con algunos amigos. Tenía una cuantas copas encima, y luego desperté en mi cama con una mujer a mi lado", recuerda.
Casualmente, poco después de esa primera experiencia, una propuesta laboral le dio el impulso final para meterse en la aventura de la que habla su libro. Brooke es guionista, productora y presentadora de TV, y en su trabajo le encargaron la realización de un programa piloto para una teleserie acerca de un grupo de lesbianas. Tras el rodaje, comenzó a salir con una de las protagonistas, una chica apodada "la convertidora".
"Se llamaba Claire, y era conocida por ‘cambiar de equipo' a chicas heterosexuales", cuenta.
Y es precisamente este tipo de contenidos los que le han granjeado mayores críticas a la autora, a la que acusan de simplificar la a menudo compleja cuestión de la sexualidad, dando a entender que se trata de una elección.
Brooke asegura que su intención no es molestar, ni menoscabar las experiencias sexuales del prójimo, y espera que su testimonio ayude a abrir el debate acerca de lo que llama "la fluidez de la sexualidad".
"Creo que al colocar la palabra ‘lesbiana' en la portada, desafié involuntariamente a algunas gentes que se creen dueñas de esa palabra, y creen que yo no tengo derecho a usarla", prosigue.
"No quiero ofender a nadie, sólo se trata de un título bastante pegadizo", dice.
Interrogada acerca de cómo se define a sí misma sexualmente luego de su experiencia de un año, asegura que no hay ninguna necesidad de pegarle una etiqueta que diga su condición sexual.
"Todo el mundo insiste en que me ponga un rótulo. Si fuera imprescindible hacerlo, supongo que ese rótulo sería bisexual", asegura.
Según la autora, la historia que narra podría identificar a muchas personas, y entiende que si más gente compartiera la intimidad con personas de su mismo sexo, en el mundo habría u mayor entendimiento y menos homofobia.
"Si tienes una sexualidad fluida, te encontrarás en una situación envidiable, ya que podrás elegir tu compañía en base a factores relacionados con la personalidad de la otra persona, sin limitaciones de género", destaca.
"Tal vez en 10 o 15 años podría volver a salir con una mujer. . .aunque el fin de semana pasado mi madre me dijo que eso no la haría muy feliz" ríe.
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