Cuatro semanas, menos de un mes atrás. Por ese entonces, el pueblo futbolero uruguayo balconeaba ese realismo mágico llamado período de pases, ese en el cual los programas periodísticos deportivos, los de acá y los de todos lados, parecen competir por cuál dice el disparate incomprobable más grande. Era el 7 de julio y Luis Alberto Suárez, (a) Luisito, (b) el Pistolero, máximo artillero de la historia de la selección uruguaya, flamante exjugador del Atlético de Madrid y uno de los pocos futbolistas que en estos últimos 15 años se pudo parar al lado de Lio Messi y Cristiano Ronaldo sin pasar vergüenza, comentó ese día, tanto a la cadena televisiva ESPN como al suplemento Referí del diario El Observador, que finalmente no iría a River Plate argentino, la alternativa sudamericana que surgía como la más viable a seguir su carrera en Europa. Pero eso no fue todo lo que dijo. Dijo también que el jugador de fútbol necesita “cariño” para “ilusionarse”, que eso había pasado con River, que lo llamaba “constantemente”, mientras que en Nacional, club donde surgió y del que es hincha “no hubo eso”, lo que le llamó la atención. “Si abrí las puertas en River, ¿por qué no lo intentaron?”, dijo en ESPN F12.
Cuatro semanas después, Suárez ya volvió al club donde escuchó las primeras ovaciones y también —aunque hoy resulte insólito y hasta incómodo recordarlo— los primeros chiflidos. Se fue de Nacional en 2006 siendo un botija de 19 años, con un par de títulos locales, unos 15 goles gritados y más etiqueta de un “puede ser” que la de un consagrado, a un club holandés, el Groningen, el cual la mayoría por acá no sabía ni que existía. Vuelve a los 35 para prepararse para jugar su cuarto mundial con la selección uruguaya, con la que rompió redes más que nadie, luego de haber ganado casi todo lo que un futbolista puede ganar en colosos europeos como el Ajax, el Liverpool, el Barcelona y el Aleti.
Y en el medio, recibió cariño. Muchísimo cariño. Obtuvo una descomunal muestra de cariño rayano en la locura que dejó boquiabierto a todo el Planeta Fútbol, que cruzó fronteras, que parió el hashtag MadeInUruguay más famoso de la historia, que unió a políticos que están en las antípodas del abanico ideológico (como el senador frenteamplista Óscar Andrade o el ministro del Interior Luis Alberto Heber, blanco, muy juntos y muy abrazados al goleador en una foto que el domingo circuló hasta el hartazgo, junto con el ministro de Trabajo, Pablo Mires, independiente), que emocionó hasta a gente con mínimas nociones futbolísticas, que infló de orgullo el pecho de los bolsos y de los amantes del fútbol uruguayo, en general. Incluso los manyas, salvo en alguna excepción puntual empapada de patetismo, saludaron o mantuvieron una discreción respetuosa sobre un episodio de características y magnitudes jamás vistas en este país.
De hecho, impresionó el embotellamiento tan grande de autos como el que hubo el domingo de mañana en torno al aeropuerto para recibirlo, preámbulo de un periplo por momentos caótico que depositó al astro en el Gran Parque Central (GPC). La fiesta incluyó padres con niños, familias con mascotas más felices que asustadas, unos muchachos que llegaron vaya-a-saberse-cómo caminando directo del baile con ganas de postergar la resaca, un gaucho ataviado como tal pero con el pañuelo tricolor correspondiente, según se pudo ver en las afueras de la terminal aérea. Claro que el emocionado orden dejó lugar al eufórico descontrol una vez que Luis se subió a la furgoneta Renault ploteada, vehículo al que se abalanzó un cardumen de fanáticos primero y al que siguió otra caravana de fanáticos después. Todo acompañado por un despliegue televisivo inusual, inédito para un hombre solo. ¿Querías cariño? ¡Tomá!
Mucha locura. “Sinceramente, nunca había visto algo a esta escala”, dice el psicólogo deportivo Christian De los Santos. Lo dice quien ha sabido manejar nombres pesados en clubes muy populares, con todo lo que eso significa. Trabajó en Peñarol en 2017 y 2018, luego de la llegada de Diego Forlán y durante los arribos de Walter Gargano y el argentino Maxi Rodríguez, todos ellos futbolistas con gran jerarquía y experiencia mundialista, aunque sin pasado en la institución. “Pero en todo esto que se viene generando hay una notoria distancia a favor de la situación de Suárez”.

Foto: Lucía Durán
El “todo esto” tiene mil aristas. La televisión, a través del programa Punto Penal, mostró algunos de ellos. El dueño de la Citroën Berlingo blanca que le pintó el #SuárezANacional en el capó, los costados y la retaguardia, sin saber —ni que le importe demasiado— si la pintura va a salir. Una joven anunció que, de concretarse el pase —todavía el Pistolero no había dado el sí—, se tatuaba la cara del jugador y la camiseta de Nacional; a su lado, su madre y compañera de fanatismo asentía con una sonrisa. Otro dijo que, si eso se concretaba, iría a dar un paseo en ropa interior por la avenida en la que vive; y este invierno está resultando particularmente inhóspito. Por ahora no se han visto registros gráficos de tal hazaña.
El #SuárezANacional, ese hashtag que, según informó el club en la semana del 11 al 18 de julio, generó 50 millones de tuits en 35 países, ese que motivó el asombro de Ibai Llanos, el streamer e influencer español que la Forbes calificó en 2021 de “rey de Internet” (“Qué coño pasa con Suárez y el Nacional por favor tranquilizaos”, tuiteó el 18 de julio), tiene muchas paternidades y maternidades. Sin embargo, la imagen épica de Suárez, con un perfil de prócer, la camiseta de Nacional y fondo azul, que se replicó en millones de cuentas particulares de Twitter, WhatsApp o Instagram, sí tiene a sus diseñadores: Mateo Martínez y Martín Pereira. Y tan icónico resultó que el club lo replicó en sus redes oficiales con el propio protagonista, en carne y hueso, el domingo 31.
Antes de cumplir 20 años, el 19 de julio, Mateo —un estudiante de Diseño Gráfico que además colabora en el programa de radio Pasión Tricolor, de la emisora 1010 AM— fue contactado por Martín. Cuatro páginas, organizaciones o cuentas partidarias estaban queriendo unirse y hacer una movida en redes, atizar el fuego del “cariño” que pedía Luisito. “Me dijo que yo pusiera a Suárez con la camiseta y él se encargaba de los colores de fondo. Empecé a hacerlo y al tercer boceto dije: ‘Es este’. Esa misma tarde lo aprobaron. Desde que me llamaron hasta que lo subimos fueron solo horas. Yo tenía cosas de la facultad para hacer pero me copé y dejé todo”. Todo por Luis.
Si el hashtag quedó pintado en una camioneta blanca o fue blandido por Guillermo Peluffo en pleno concierto de la Trostky Vengarán, lo que pasó con este diseño, visualmente impactante, fue mucho más sorprendente. Cuando julio desarrollaba su tercera semana, Twitter, Instagram y WhatsApp se llenaron en Uruguay de épicos Luises Suárez como fotos de perfil. “Cada día pasaba algo más grande. Vi políticos de distintos partidos poniéndose la foto, al Boca Andrade y a Mieres. Nacional trascendía a todo. Y luego veía medios de España o Argentina sumándose a la movida, y hasta tatuajes de mi diseño de Suárez”, dice Mateo Martínez. Gonzalo Corbo, uno de los responsables de Pasión Tricolor, eternizó esa imagen en su pierna derecha antes del anuncio oficial. No fue el único caso. Otro tatuador, Pablo Ferreira, también subió a su cuenta de Twitter un diseño realizado con Suárez y la actual camiseta tricolor el 23 de julio, tres días antes de que el futbolista lanzara al mundo en su cuenta de Instagram el ya histórico anuncio de que era “inevitable rechazar” la oportunidad de volver a Nacional. Vale decir que Mateo no es un improvisado en el tema del diseño partidario: suya es la imagen de la estampilla de “San Rochet”, en homenaje al arquero del club y ahora segundo en la escala de idolatría de la hinchada.
Ese anuncio de Suárez, que tiene 44 millones de seguidores en Instagram, tuvo casi 3,5 millones de reproducciones y 770.000 likes. Entre ellos, lo saludaron luminarias colegas como Messi, Neymar, Cesc Fábregas, Radamel Falcao y Rodrigo de Paul. El suplemento Ovación del diario El País también consignó los saludos de compañeros de selección actuales y pasados como Nicolás Lodeiro, Sebastián Abreu, Guillermo Varela, Diego Laxalt, Cristhian Stuani, Brian Rodríguez, Maximiliano Gómez, Matías Vecino, Matías Viña, Lucas Torreira, Fernando Muslera y Ronald Araújo. Leyendas de Nacional como Álvaro Recoba, Hugo de León o Marco Vanzini expresaron su alegría en las redes. La cuenta del Pistolero también recibió likes de Walter Gargano y Ramón Arias, que también supieron compartir selección con él pero que hoy lo esperan con la camiseta de Peñarol puesta.
El mismísimo Lucho subió el diseño de Mateo a su cuenta el 27 de julio. Ese día, el diseñador estaba trabajando en su computadora, en su casa de Young, Río Negro, de donde salió la foto de perfil de decenas de miles de cuentas en los últimos días. “Un compañero de facultad me mandó la historia (de Instagram, de Suárez). Como estudiamos diseño, pensé que me estaba tomando el pelo. ‘Dale, no me jodas con eso’. ‘¡Es posta, boludo!’. Me fui a ver y bueno, me enloquecí…”.
Cuando Suárez ni siquiera había protestado por la falta de “cariño” de Nacional, el docente e ingeniero Ramiro Rosseli (45) había comenzado a usar, todos los días, como ropa de entrecasa, el equipo deportivo oficial de Nacional marca Umbro. Se lo puso por primera vez el 19 de junio durante una reunión virtual en su nuevo trabajo, donde tiene un jefe hincha de Peñarol. La fecha no es antojadiza: el 19 de junio de 2014 Uruguay derrotó a Inglaterra por el Mundial de Brasil con dos goles de Luis, quien hacía menos de un mes se había operado de una lesión en la rodilla. Decirle épico es quedarse corto.
“Ni bien supe que el tipo no seguía en el Atlético (de Madrid) yo ya me puse a joder con que venía a Nacional, cuando nadie lo pensaba. El equipo me lo pongo en casa, mi fanatismo es puertas adentro, para afuera vendo racionalidad (risas). Eso sí, el fin de semana en los que se mantenía la duda, cuando no se sabía si se daba o no, dormí con él. Fue mi contribución para que esto se decidiera”. No hace falta decir que el equipo deportivo ya se mueve solo ni que su esposa está entre internarlo o divorciarse. “Yo me puse el jogging también porque arrancaba un nuevo trabajo y sentía la necesidad de potenciarme internamente. Ese equipo es como la armadura del caballero para ir a pelear. Y eso, más la fecha, lo asocio con Suárez, que es un tipo que va para adelante e igual se da contra una escollera”.
Y acá puede estar un poco la clave de tanta locura.
Identificación. “Esto es algo que nació desde el deseo y la ilusión. Es como una ilusión de niños a los que se plegaron políticos de todo pelo y artistas. Desde lo orgánico, todo esto que generó el #SuárezANacional no tiene antecedentes. Yo no he visto nada anterior ni siquiera parecido”, dice a Galería el psicólogo Roberto Balaguer, experto en nuevas tecnologías.
Lo genuino de ese sentimiento, relacionado con esa ilusión infantil de tener al mejor jugador posible, es lo que hace que mucha gente que no es hincha de Nacional, que no le gusta el fútbol o que no es uruguaya se haya plegado a esta movida, agrega. “¿En qué otras situaciones, si no es algo genuino, la gente se agrupa en torno a algo?”. En qué otras situaciones, también se pregunta, se pueden unir políticos como Andrade, Mieres, el senador colorado Germán Coutinho, su par blanco Sebastián Da Silva y el exintendente de Montevideo Christian Di Candia. En qué otras situaciones, añade, estos políticos recibirían un me gusta en Twitter —eje de esta movida— de gente que “en su perra vida aprobarían lo que ellos digan”.

Foto: Lucía Durán
Cuando en una misma foto se abrazan Andrade y Heber es porque algo racional como (se supone) es la política quedó totalmente tapado por lo pasional. Ni que hablar cuando un grupo de legisladores oficialistas y opositores armó un grupo de WhatsApp con el objetivo de hacerle un reconocimiento al futbolista en el Parlamento, según informó El País el lunes 1o de agosto.
Balaguer habla de un fenómeno “superinteresante”, desde su perspectiva de analista. Y como algo “sin palabras”, desde su condición de hincha de Nacional. “También tiene que ver el hecho de que él haya protestado porque no lo llamaron. Nadie pensaba en él de la misma forma que uno quizá no se anima a invitar a la más linda del baile, ¡porque la pensás fuera de tu alcance! Y de pronto te dice: ‘¿Por qué no me sacaste a bailar?”.
Para el psicólogo deportivo Christian De los Santos, justamente lo “inesperado” de ver a un jugador de semejante calibre todavía vigente en el fútbol uruguayo (donde suelen brillar jugadores muy jóvenes o viejas glorias que no tienen nada parecido a la preparación para un mundial en sus radares, en medio de un mar de esforzados atletas de distinto grado de trascendencia y rendimiento) es clave para entender este impacto. No es común que un club uruguayo aparezca como comprador en los noticieros deportivos de pretemporada europea de cadenas como ESPN o FOX. Y no es común, definitivamente, en este medio, que haya 300 periodistas extranjeros de 60 medios acreditados —según le dijo el presidente de Nacional, José Fuentes, a VTV Plus el sábado 30— solo para que un tipo entre a una cancha y salude a la gente, en el GPC.
Desde que el jugador reclamó cariño hasta que le dio el sí a Nacional pasaron 19 días; y hasta que pronunció el “Estoy acá por ustedes y porque quiero estar acá”, frente a un estadio que se llenó solo para verlo a él, transcurrieron 24.
Solo emociones. El fútbol es “más emocional que racional”, recuerda el psicólogo deportivo Damián Benchoam, quien trabaja en Nacional (o sea, que estará en contacto frecuente con el héroe de todo este lío) y la Federación Uruguaya de Básquetbol. No está demás tener eso presente. Uno se hace hincha de un club, señala, porque hay “una sensación de pertenencia” con sus valores o las personas que lo integran. Más aún en un club regido por sus socios, como todavía lo son la mayoría en Uruguay. “Y en el caso de Suárez, el hincha lo siente como algo propio, uno se siente identificado con él. Él es muy representativo de lo que es el uruguayo, la entrega, el enojarse, el ir por todo, pelear por lo suyo. Es como que representa nuestra idiosincrasia. Eso en el hincha genera ese sentido de identificación”. El contraste entre su origen humilde y los logros y el reconocimiento obtenidos son otro ingrediente que se suma.

Foto: Gastón Tricárico
En ese sentido, para De los Santos hay una frase atribuida a Maradona que bien puede aplicarse a Suárez: “Yo no soy una figura pública, soy una figura popular”. Eso está íntimamente ligado a ese sentimiento de pertenencia.
El hecho de que sea un jugador tan visceral, que no oculta broncas, alegrías, fastidios, lágrimas ni euforia, hace que se lo sienta cercano, agrega Benchoam. Todos los uruguayos celebraron su picardía de campito para impedir el cabezazo ganador de Ghana en 2010 y su sacrificio para lograr un triunfo épico, todos lloraron de emoción con sus lágrimas tras los goles a Inglaterra, todos sufrieron su expulsión del Mundial de Brasil 2014, más allá de lo injustificablemente antideportivo de su tarascón al defensor italiano que motivó tal medida. En un país donde cada vez hay más sensibilidad social, la mayoría apeló a —justamente— “nuestra idiosincrasia” para ponerse de su lado durante el conflicto racial que tuvo con su colega francés Patrick Evra en 2011 en Inglaterra. Todos se emocionaron también al verlo llorar mirando su teléfono celular, sentado en una cancha española, en una videollamada con su esposa, minutos después de haber salido campeón con el Atlético Madrid; es que su fría salida del Barcelona, donde brilló como pocos, fue sentida casi como un duelo nacional por esta parte del mundo.
“No es normal que algo así se genere”, dice este psicólogo, en sintonía con todos los colegas consultados por Galería. Respecto a Suárez, si bien también hay un factor racional que debería haber pesado en su decisión (contrato de tres meses que le garantice preparación para el mundial, eventuales acuerdos comerciales), Benchoam asegura que toda esta movida indudablemente jugó. No es equivocado decir que a Suárez lo trajo la hinchada de Nacional con la fuerza de aquel “cariño” demandado. “Él vio todo esto y dijo: ‘Pah, cómo se están moviendo’. Eso también es representativo del uruguayo. Y esa identificación mutua ha logrado que se concretara la cosa. Y las demostraciones de la gente, que se siente parte de haberlo traído, van en esa sintonía: se tatúan su cara, pintan el auto con su nombre, lo emocional termina siendo mucho más fuerte. Y en Uruguay no estamos acostumbrados a poner por delante todo lo emocional”.
Eso trasciende fronteras. No solo los políticos se pliegan a esta movida, minimizando el hecho de que a potenciales votantes hinchas de Peñarol les caiga como piedra todo esto, sabiendo cómo lo pasional le suele ganar a lo racional. Al cantante colombiano Sebastián Yatra le importó muy poco que hubiera manyas entre el público del Antel Arena, durante su recital del domingo 31, y se puso la 9 tricolor que horas antes le había firmado Luis Suárez.
En estos momentos iniciales donde todo es alegría —vale decir que estas líneas fueron escritas antes del martes 2, posible día del debut de Suárez con Nacional y por la Sudamericana—, casi que se teme ser aguafiestas y preguntarse: ¿y qué pasa si el futbolista no brilla en estos meses con la tricolor en el pecho? Su jerarquía, su calidad y su trayectoria están fuera de toda discusión, pero el fútbol —al decir de un prestigioso periodista argentino, Dante Panzeri— es “la dinámica de lo impensado”. Esa posibilidad está latente.
“Sí, por supuesto que hay un riesgo”, dice De los Santos. Sin embargo, subraya una aclaración: “El éxito no tiene que ver con los hechos sino con las expectativas desmedidas, ya sea en rendimiento, marcas o logros. Y si alguna de las cosas no se ven reflejadas, se suele hablar de ‘fracaso’ o de que ‘no se estuvo a la altura’”. El profesional se apresura a aclarar que esto no es real. “Lo que no estuvo a la altura, en todo caso, y ese es el único riesgo, fue la expectativa desmedida”. Por todo lo demás, que le quiten lo bailado a los bolsos y a los que vibran con el fútbol uruguayo.
Los números de un regreso
Se vendieron 20.000 entradas para la presentación de Luis Suárez el domingo 31 de julio en el Gran Parque Central. A pedido del jugador, los menores de 12 años con un distintivo de Nacional entraron gratis. Ese día se vendieron 2.500 camisetas albas con la “9” y el apellido Suárez. El canal NacionalTV+ aumentó su número de suscriptores en 4.000.
Esto es un fenómeno de las redes sociales y en ellas se ve reflejado. Las cuentas de Nacional tuvieron en un solo día, el 27 de julio, ya con la confirmación oficial de la llegada del jugador, 14.785 nuevos seguidores (9.323 solo en Instagram). Eso es casi 3.000% más que el crecimiento diario habitual.
Desde el 10 de julio, fecha que se toma como el disparo de partida a la movida #SuárezANacional, las redes del club ganaron 52.712 seguidores. En estas dos semanas creció lo mismo que en el cuatrimestre marzo-junio.
Entre el 26 y el 27 de julio se dieron 812.520 interacciones en las redes del club; 426.092 y 386.428, respectivamente. Si se considera que la interacción promedio diaria es 72.734, se habla de un crecimiento esos días de 486% y 431%, también respectivamente.
(Fuente: Gerencia de Comunicación del Club Nacional de Fútbol y Blinkfire Analytics)