La terapia para librarse de la “adicción a las selfies” es similar a la de las drogas

Numerosos adolescentes se hacen una autofoto diaria, que después suben a las redes sociales en busca del "like" o comentarios aduladores. Una excesiva exposición de la imagen personal, acompañada de la búsqueda constante de reconocimiento, tiene tratamiento. Habitualmente es la familia la que solicita la ayuda para este tipo de adolescentes, que por lo general niegan la existencia del problema. De hecho, cada vez llegan más casos así a la consulta del terapeuta español Sergio García, psicólogo el Gabinete de Psicología y Logopedia de Vallmen, en Madrid.

"Los jóvenes que se hacen fotos diarias de sí mismos es como si estuvieran mirándose todo el rato al espejo, pero en este caso, a través de la cámara fotográfica. Es el anverso y el reverso de una cuestión afectiva que tiene que ver con el ego", explica García en declaraciones reproducidas por el periódico ABC.

"Son adolescentes que al compartir esas imágenes buscan constantemente la validación del resto para sentirse bien. Los ‘Likes' esconden un ‘dime que te gusto', como si ya no les valiera un criterio autorreferencial de ‘sé quién soy' y además ‘me basta'. Es decir, se aman a sí mismos a través de los demás, en algunos casos, de gente que les sigue en redes que ni siquiera conocen, ni han establecido un vínculo personal con ellos", detalla.

Su colega Jorge López-Vallejo, entiende que el problema de estos adolescentes hiperexpuestos suele tener una causa común: "un trastorno psicológico que se debe tratar, ya que de adultos pueden convertirse en personas inseguras, introvertidas, con miedo al rechazo y a la desaprobación social por su baja autoestima".

Pero tal y como advierte García, hay que estar muy atentos: "Son jóvenes que tienen problemas de relaciones afectivas pero nada en sus fotos da una pista al respecto. Solo sabemos que la adicción les atrapa cuando dejan obligaciones de lado para dedicar todo el tiempo que se tiene a internet. Y si no pueden hacerlo viven síntomas de abstinencia parecidos a los de una drogodependencia, que desembocan en un estado de angustia, malhumor, irritabilidad... que en los peores casos puede llevar a ataques de pánico, a una disminución de la capacidad de concentración y a la acción necesaria para llevar a cabo sus vidas con normalidad".

Ambos terapeutas coinciden sobre todo en intervenir en el desarrollo de personalidades más fuertes, donde las relaciones personales no sean «vacuas» y en las que el celular no sea protagonista. En definitiva, "en una vuelta a la interacción real", resume García.

"Por eso intentamos llevarles de nuevo hacia las plazas, los cines, los teatros, el cara a cara. . . La terapia para dejar de hacerse un "selfie" diario es parecida a la de la drogadicción", concluye.