Antes de cumplir 20 años, el músico Héctor Tosar y su grupo de amigos decidieron crear un espacio donde compartir el interés por la música, interpretar, escuchar y comentar obras. Fue así que, el viernes 25 de setiembre de 1942, lo que se llamó Centro Cultural de Música (CCM) realizó su primer concierto. De esa fecha pasaron ya 80 años, en los que cambiaron los objetivos del centro, cerraron salas y abrieron otras, formaron parte de su programación bailarines como Rudolf Nureyev, directores de orquesta como Zubin Mehta y pianistas como Daniel Barenboim, y ocurrieron una larga lista de eventos culturales que convirtieron a este sueño de unos jóvenes en un referente de la música culta local. Este año, y después de la pandemia que lo mantuvo alejado de los escenarios, el CCM celebra su aniversario como más le gusta, retomando su tradicional temporada de ocho conciertos a cargo de destacadas figuras internacionales. Los festejos comienzan el próximo martes 7 con ¿Quién es Clara Wieck? y cerrarán en noviembre con la actuación del pianista Benjamin Grosvenor.

Nureyev y Raquel Risso
Melómanos uruguayos. En sus inicios, esta asociación era un lugar de encuentro en el cual difundir obras de intérpretes y creadores locales. El grupo, liderado por Tosar, se centraba en la música de tradición escrita y en la llamada “alta cultura”. El compositor, pianista, director de orquesta y docente marcó un antes y un después en la música culta local del siglo XX, dejando un impresionante legado. De esta manera, el CCM comenzó a funcionar como un lugar de discusión en la sede del Ateneo de Montevideo, sitio emblemático de la cultura uruguaya.
Entre los fundadores, además de Tosar, se encontraban Washington- Quintas Moreno, Alejandro Giovannini, Adhemar Schenone, Francisco Rial Costas y Francisco Mussetti. “En el Ateneo había uno de esos aparatos (tocadiscos a púa high fidelity) y allí nos reuníamos semanalmente: Pancho Rial Costas, un melómano amateur fascinado con Sibelius (desconocido en aquellos tiempos por estos lares); Mussetti, un intelectual músico y violinista, uno de los pocos discípulos de Fabini, quien me hizo conocer y amar profundamente a Stravinsky y su Consagración de la primavera; Jacques Després, un francés muy culto, poeta; y luego se agregaron ocho o 10 jóvenes más”, contaba Tosar sobre los inicios del CCM, según se recoge en el libro editado con motivo de los 70 años de la institución.

Sin embargo, en ese momento la actividad principal no estaba centrada en los conciertos sino en las “audiciones” de discografía y las ejecuciones musicales de los socios-artistas, seguidas de sus comentarios y debates. El foco de los fundadores era generar una acción cultural de marcado perfil pedagógico, tanto en la formación de músicos locales como en la de escuchas interesados en aspectos técnicos, históricos y estéticos de la música.
De esos primeros tiempos, 1949 fue un año clave: se crearon la orquesta y el coro de cámara del CCM, mostrando que la intención de gravitar en la cultura musical local seguía siendo fuerte. Como puntos altos de la primera temporada de la orquesta quedaron sus actuaciones junto a grandes solistas extranjeros: el violonchelista francés Bernard Michelin, el violinista español Enrique Iniesta y el pianista alemán Wilhelm Kempff, quien además ofreció un concierto de piano al que tituló Festival Beethoven. Seguramente Kempff, considerado uno de los mejores del siglo XX, haya sido el artista extranjero más importante que tocó en los ciclos del CCM durante los años 40.
Contra viento y marea. A lo largo de las décadas, la institución desafió todo tipo de contratiempos convirtiendo el emprendimiento de aquellos jóvenes en una organización de proyección cultural y prestigio, basada sobre todo en las temporadas de espectáculos de nivel internacional. Cuando en 1971 se incendió el Sodre o en el año 1998 se cerró el Teatro Solís (la sala que más conciertos del CCM ha albergado en toda su historia), el CCM perdió sus escenarios habituales. Sin embargo, la organización puso a prueba su tenacidad y logró trasladar los conciertos al Cine Plaza y a la sala de eventos del Radisson Victoria Plaza Hotel.
Pese a todo se logró presentar artistas extranjeros de primera línea, muchas veces con el apoyo de las embajadas y de instituciones culturales. El año 1980 marcó el inicio de una recuperación constante de las programaciones, que llegó a niveles de excelencia ya consolidados a mediados de los años 90 y que, para dicha de los melómanos, se mantiene hasta hoy.
Por esos años también se dieron otras transformaciones más conceptuales, como la redefinición de criterios para elegir los espectáculos. Los responsables de la institución decidieron que las temporadas se conformaran de ocho conciertos protagonizados, salvo raras excepciones, por artistas extranjeros. Para lograr este último objetivo (que a su vez incluía privilegiar la presencia de grupos a la de solistas), se llegó a la conclusión de que la única manera viable era aprovechando las giras que diversos ensambles extranjeros realizaban cada año por Sudamérica. De esta manera, se hizo indispensable coordinar con instituciones hermanas como el Mozarteum Argentino o Cultura Artística de San Pablo, la más antigua de América del Sur. El CCM es una organización sin fines de lucro y se administra a través de comisiones directivas honorarias; se sustenta a través de su ciclo internacional de abono y sus proyectos educativos.
En todos estos años, la institución recibió a las más reconocidas orquestas de cámara, conjuntos vocales, solistas e incluso espectáculos de ballet, cubriendo casi todas las expresiones musicales. Artistas del más alto nivel como los bailarines Rudolf Nureyev y Antonio Gades, los directores de orquesta Zubin Mehta y, también pianista, Daniel Barenboim; el cellista Yo Yo Ma o la cantante de ópera Joyce DiDonato se llevaron aplausos de pie de un público agradecido por la oportunidad de disfrutar de su arte desde las plateas montevideanas. Esa tradición, que se mantuvo por varias décadas, se vio interrumpida por la llegada de la pandemia. En este 2022, después de dos años sin la posibilidad de presentar la temporada habitual, el CCM retoma su agenda el martes 7, en el Teatro Solís, con la función de ¿Quién es Clara Wieck? La temporada, que culminará el lunes 21 de noviembre, también en el Solís, con la actuación del pianista Benjamin Grosvenor, se completará con las presentaciones de la Orchestre Philharmonique Royal de Liège, la soprano Nadine Sierra, el violinista Joshua Bell al frente de la orquesta Academy of St Martin in the Fields, la Orquesta Barroca de Venecia, The Deutsche Kammer-Philharmonie de Bremen y el Canadian Brass Quintet.
Con María Julia Caamaño, presidenta del Centro Cultural de Música desde 2013
Cuando llegó a la presidencia del Centro Cultural de Música (CCM), en 2013, María Julia Caamaño ya tenía una larga trayectoria vinculada al mundo cultural. Es docente y gestora cultural, magíster en Música por la Manhattan School of Music de Nueva York, y egresada del Instituto de Profesores Artigas de Uruguay en Cultura Musical. En Francia fue condecorada como Officier de L’Ordre des Arts et des Lettres y en Uruguay recibió la Medalla Delmira Agustini por excepcional contribución a la cultura y a las artes, otorgada por el Ministerio de Educación y Cultura, y fue distinguida con el Premio Morosoli a la Difusión Cultural. Vivió en Nueva York varios años, en los que ejerció como colaboradora en diarios y revistas, trabajó en el Metropolitan Opera House y se dedicó a producir proyectos con cantantes de ópera. Regresó a Uruguay en 2006 y tres años después fue designada como directora artística del Sodre. En 2012 creó el Festival La Escena Vocal de Sala Verdi, del que sigue siendo curadora, y desde hace casi una década lidera la comisión directiva del Centro Cultural de Música.
¿Por qué decidieron inaugurar la temporada 2022 con un espectáculo teatral como ¿Quién es Clara Wieck?
Porque tiene un perfil acorde con nuestras temporadas y al mismo tiempo nos da la oportunidad de hacer algo diferente. Tiene como personaje central una figura excluyente del siglo XIX como pianista, compositora y difusora de obras de sus contemporáneos. Además, lleva música en vivo que se integra a la obra como catalizadora, y aparece una Clara profundamente humana que viene desde su tiempo histórico a interpelar a esa posteridad que ha sido tan dura en sus juicios hacia ella. Hace más de año y medio que empezamos las tratativas para presentarla en Montevideo, y le tuvimos tanta fe que le confiamos nuestra noche inaugural de temporada del 80 aniversario. Es una producción del Complejo Teatral de Buenos Aires, el libro es de Betty Gambartes y Diego Vila, con dirección de Gambartes, Annie Dutoit-Argerich —hija de Martha Argerich— es Clara y el pianista Eduardo Delgado, y el barítono Víctor Torres, de importantes carreras internacionales interpretan música de Schumann, Brahms y de la propia Clara. La obra se estrenó en febrero en el Teatro San Martín, las críticas son unánimemente elogiosas y las entradas están constantemente agotadas.
¿Cuál es el mayor aporte del centro a la sociedad?
Una temporada de abono internacional que permite presentar en Montevideo a orquestas, solistas y ensembles que se anuncian en las salas más prestigiosas del mundo. También es un aporte importante las masterclasses, cursos intensivos y talleres que se realizan con los artistas visitantes y que dan oportunidades de perfeccionamiento a los talentos uruguayos. En su momento se otorgaron becas de estudio en distintos países europeos y americanos que significaron una gran oportunidad para tantos jóvenes y habría que agregar la tarea de difusión, principalmente a través del ciclo Música al Mediodía que se realiza con el apoyo del Teatro Solís para escolares y liceales, con entrada libre.
En su experiencia, ¿cuáles son las razones que han hecho perdurar al CCM, una institución privada, por ocho décadas?
Yo mencionaría dos factores: la dedicación e inteligencia de las comisiones directivas que guiaron los destinos del CCM y que fueron haciendo las transformaciones necesarias a través del tiempo y la fidelidad de los socios que renovamos año a año nuestros abonos, en un acto de confianza y de apoyo a la institución sentando la base de su supervivencia. Esa fidelidad está estrechamente ligada a la calidad de las propuestas, a la pasión y al amor por la música clásica y al deseo de escucharla en vivo en un muy alto nivel.
Las anécdotas, según Vera Heller
La actual presidenta de honor del Centro Cultural de Música, Vera Heller, siempre estuvo vinculada al arte, la literatura y la música. Mientras integraba El Centro de Artes y Letras de Punta del Este, Zulma López de Abete la invitó a integrar el Centro Cultural de Música, que presidió desde 1993 hasta 2012, cuando asumió María Julia Caamaño.
En el Centro de Artes y Letras de Punta del Este tuvo la oportunidad de codearse con Mario Vargas Llosa, Ernesto Sábato, Pablo Neruda o Manuel Mujica Lainez. Sin embargo, a esa lista de figuras se le sumaron las que conoció en el CCM y que generaron situaciones curiosas que compartió con Galeria.
Cuando se incendió el Auditorio del Sodre, en 1971, y se cerró el Teatro Solís recurrieron a espacios alternativos, el Cine Plaza y el Ballroom del Radisson. Recuerda que “para entrar al Cine Plaza hubo que limpiar las alfombras y colocar nuevas, lavar los vidrios, arreglar cortinados. Fue un trabajo titánico pero lo logramos”. Esos años fueron una prueba de fortaleza. Cuando “los directores de las grandes orquestas se enfrentaban, casi con terror, a una platea que estaba a dos metros del escenario, había que hacer una labor de convencimiento y diplomacia para que confiaran en que la acústica era fantástica, por eso se pudo continuar realizando los conciertos”, cuenta. En 1999, se presentó en el Cine Plaza la Orchestra Nazionale Sinfonica della RAI, dirigida por Eliahu Inbal. “Los casi 100 músicos se quejaban porque no había un lugar para ensayar, entonces dejaron las cajas de los instrumentos en el foyer en señal de protesta y el director les ordenó callarse y que imaginaran que estaban en una gran catedral de Europa”. En otra oportunidad, recuerda riendo, en el entreacto de un concierto “el director de Budapest Symphony Orchestra, Tamás Vásáry, se ponía detrás de una planta del decorado porque el teatro no tenía cortina”.
En cuanto a la presentación de Rudolf Nureyev en 1983 con el Ballet Théâtre Français de Nancy, destaca que el bailarín era “una figura mágica que no podía dejar de admirar cuando lo veía ensayar, en la penumbra resaltaban sus pómulos, su rostro caucasiano. Después ofrecimos una gran fiesta y quedó fascinado con el show de candombe. Un hombre intenso, inolvidable”.
En la temporada 1988, el CCM apostó a tres espectáculos de danza: la dupla Julio Bocca-Raquel Rossetti, la Hubbard Street Dance Company de Chicago y “el bailaor de la esencia andaluza”, Antonio Gades, que en ese momento se encontraba en la cumbre de su fama. “Era chiquito pero cuando levantaba los brazos era como un dios, tenía un magnetismo increíble y sobre el escenario se transformaba. Fue un gran trabajo armar el escenario, la maquinaria y todo quedaba con olor a pop”, ríe, “pero igual fue mágico, el público quedó maravillado. Lo vieron cinco mil personas”.
Después de los espectáculos, el equipo del CCM salía a cenar con los artistas. “A ellos les gusta hablar de las familias, de sus costumbres, todos quedaban maravillados con Montevideo, destacaban la hospitalidad y la buena organización”. Entre tantos momentos inolvidables, Heller recuerda la buena onda del divo francés de la trompeta Maurice André, que cuando su vuelo se demoró en el Aeropuerto de Carrasco, “sacó la trompeta, empezó a tocar y todos quedaron apabullados”.
UN AÑO, OCHO CONCIERTOS
Martes 7, Teatro Solís
¿Quién es Clara Wieck?
Clara: Annie Dutoit-Argerich
Piano: Eduardo Delgado
Barítono: Víctor Torres / Hernán Iturralde
Libro: Betty Gambartes - Diego Vila
Música: Robert Schumann, Johannes Brahms, Clara Wieck

La música dialoga con las confesiones de Clara, la musa de Schumann y de Brahms en un marco escénico atemporal con evocación de época.
Martes 28, Teatro Solís
Orchestre Philharmonique Royal de Liège
Director: Gergely Madaras
Piano: Nikolay Luganski
Una cita orquestal imperdible: la 5a sinfonía de Tchaikovsky y el concierto No 1 de Chopin con un pianista de formidable reputación chopiniana.
Lunes 25 de julio, Teatro Solís
Soprano: Nadine Sierra
Piano: Kamal Khan
Con su voz radiante y su magnetismo escénico esta joven estrella de la ópera hace furor desde La Scala al Metropolitan, con un encanto irresistible en la intimidad del recital.
Lunes 5 de setiembre, Auditorio del Sodre
Academy of St Martin in the Fields
Director y solista: Joshua Bell
Joshua Bell interpreta como solista en el concierto para violín de Tchaikovsky y además, lidera a la famosa orquesta británica desde la silla del concertino.

Domingo 18 de setiembre, Teatro Solís
Orquesta Barroca de Venecia
Director: Andrea Marcon
Comprometida con redescubrir obras maestras del barroco, la agrupación veneciana liderada por su fundador es reconocida entre las mejores orquestas con instrumentos de época.
Miércoles 19 de octubre, Teatro Solís
The Deutsche Kammer- Philharmonie Bremen
Violín: Christian Tetzlaff
Una orquesta que cautiva con su frescura y refinamiento, con un gran solista para Brahms.
Jueves 3 de noviembre, Teatro Solís
Canadian Brass Quintet
El quinteto de metales más famoso del mundo recorre un repertorio que va del barroco, pasando por The Beatles hasta Dixieland con la mayor dedicación, destreza y excelencia.

Lunes 21 de noviembre, Teatro Solís
Piano: Benjamin Grosvenor
Profundidad musical y técnica impactante del joven pianista galés que se ha presentado en las grandes salas del mundo.