Porque terminada la Segunda el mundo quedó dividido en dos. La llamada Guerra Fría alineó detrás de los Estados Unidos a un “bando” y detrás de la Unión Soviética al otro. Con mayores o menores contradicciones internas que no afectaban el panorama bipolar y con algunos intentos “terceristas” aplastados al unísono.
Cada uno de los tres “estados” estratégicos (multi, bi, y unipolaridad) segrega estrategias propias y sería craso error confundirlas: aplicar en uno de ellos las correspondientes al otro lleva forzosamente a patéticos desastres. Y ello sucede más a menudo de lo que se cree por consecuencia del peor de los hábitos: el de las ideas. No percibir los cambios es un peligro grave en cualquier semáforo tanto para el incauto cuanto para el público circundante.
Podemos ver a mucha de gente (no sólo a Iván Paulós) que aún no se enteró de que la Guerra Fría terminó. Y que al esgrimir su obsoleta estrategia (por eso patética y hasta desopilante si no fuera peligrosa) arría garrotazos a la nada con ton y son también desubicados. En consecuencia, la “población civil” debe andar esquivando pésimas punterías (por eso peligrosísimas).
Hace unos días por ejemplo Aznar desorientado, asistido por monaguillos desubicados, anduvo por los Estados Unidos pidiéndole a Bush que interviniera en América Latina para detener los avances del “mal”. El aciago hombre blanco apaleado por su pueblo se iba para Texas en paz por fin, pero el pelele perchado, a coro, incienso y campanillas con sus acólitos, vociferaba todavía proverbiales mezquindades suplicando entrar en Venezuela y en Uruguay tal como ayudara a entrar en Irak. ¡Hay que ir a decir eso en la Metrópoli! A no burlarse tampoco porque está a la vista gente que confunde la Rusia de Putin con la Revolución de Octubre.
Quien no se equivocó y comprendiendo el futuro actuó en consecuencia, fue el fatídico Gobierno que hoy soporta Israel. Sabiendo que el martes 20 de enero de 2009 cambiaba no sólo el Gobierno de los Estados Unidos sino un “teatro” estratégico mundial, se aprovechó como gaviota que no se vería quién sabe hasta cuándo en otra y, con diversas complicidades internacionales mucho más surtidas, variadas y hasta insospechables de lo que se mostró a simple vista, perpetró una mutilación a la vez brutal y refinada (estilos compatibles), con chabacanería quirúrgica y exactitud cronométrica.
Se dio el “lujo” de no empezar antes y, en los últimos días disponibles antes del cambio de Gobierno estadounidense empezó la tropelía para terminarla en hora de Gaza exactamente igual a la del comienzo de las ceremonias en Washington que, como también estaba previsto, taparon “publicitariamente” el duro momento en que las acorazadas garras eran retiradas del yerto vientre palestino. Por lo tanto cuando asumía Obama entraba por fin en Gaza, sin que nadie lo viera, el Secretario General de la ONU haciéndose cargo del estropicio en nombre de todos nosotros para el que Arabia Saudita ya ofreció mil millones de dólares. La tragedia terminará en un gran negocio.
Si alguna prueba faltara para mostrar el naciente cambio, esa es patente. El Gobierno israelí jugó al “quede”.
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