Un estudio publicado en Nature Cities advierte que todas las grandes ciudades de Estados Unidos, incluidas zonas interiores como Dallas, Denver o Indianápolis, se están hundiendo a distintos ritmos debido principalmente a la sobreexplotación de aguas subterráneas. Esta tendencia, hasta ahora subestimada en su alcance urbano, afecta ya a 34 millones de personas y amenaza la estabilidad de infraestructuras estratégicas.
Houston lidera el fenómeno: más del 40 % de su superficie se hunde a más de 5 milímetros anuales, y en algunos sectores el descenso supera los 5 centímetros por año. Le siguen Fort Worth y Dallas, también en Texas, donde la extracción simultánea de agua, petróleo y gas ha intensificado la subsidencia del terreno.
Mapeo milimétrico y causas multifactoriales
El estudio empleó imágenes satelitales de alta resolución, que permitieron detectar movimientos del terreno en cuadrículas de apenas 28 metros cuadrados. En 25 de las 28 ciudades analizadas, al menos dos tercios del suelo urbano se están hundiendo. La extracción de agua subterránea explica el 80 % de estos cambios, según correlaciones entre datos de perforación y hundimiento.
Además, factores geológicos naturales —como el ajuste postglacial tras el retroceso de la última gran capa de hielo hace 20.000 años— explican el lento descenso en áreas como Chicago, Filadelfia y Nueva York. En esta última, incluso el peso acumulado de los edificios estaría contribuyendo a la subsidencia, en especial en zonas como LaGuardia o la Bahía de Jamaica.
Impacto estructural y riesgos futuros
Uno de los hallazgos más preocupantes es el movimiento diferencial del terreno: zonas contiguas que se hunden a distintas velocidades o incluso se elevan. Este fenómeno genera tensiones estructurales que superan los márgenes de seguridad de muchas construcciones, aumentando el riesgo de colapsos y daños costosos.
Las ocho ciudades con mayor número de habitantes afectados —entre ellas Los Ángeles, Phoenix, San Antonio y Chicago— han sufrido más de 90 inundaciones significativas desde 2000. El estudio sugiere que muchas de estas fueron agravadas por la disminución topográfica.
Una advertencia para América Latina
El fenómeno plantea una advertencia directa para América Latina, donde muchas ciudades crecen sobre suelos frágiles y dependen intensamente de acuíferos. Casos como Ciudad de México, donde el hundimiento ha superado los 40 centímetros anuales en algunas zonas, muestran que el problema no es exclusivo del norte global.
El reto inmediato radica en gestionar el crecimiento urbano de forma sostenible, invertir en monitoreo satelital y planificar obras de infraestructura resilientes a movimientos diferenciales del terreno.
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