Contenido creado por Gerardo Carrasco
Literatura

Tengo mi mente puesta en ti

Gabriel Rolón en Montevideo

“Quien decide analizarse está angustiado y sabe que solo no puede” aseguró el psicólogo Gabriel Rolón durante la presentación en Montevideo de su nuevo libro. El mediático analista abogó por la supresión de “un cierto halo místico o privativo” que aún pesa sobre el psicoanálisis.

05.06.2009 04:19

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2009-06-05T04:19:00-03:00
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Graduado como psicólogo y especializado en psicoanálisis, el argentino Gabriel Rolón ganó popularidad en nuestro país por su rol en el programa radial “La venganza será terrible”, de Alejandro Dolina, cuyo elenco integró durante catorce años. A la hora de hacer humor, Dolina solía encarnar personajes desaprensivos y poco recomendables, que contrastaban con la sensatez y corrección política de “el licenciado”.

En 2007, Rolón se desvinculó del programa antes mencionado, lo que no significó su alejamiento de los medios, sino lo contrario, ya que se abocó a diferentes proyectos televisivos y radiales, tarea en la que se desempeña hasta hoy.

Sin embargo, su visita del jueves a nuestro país tuvo que ver con otra de las actividades de su polifacética vida. En la sala de eventos de Portones Shopping, el licenciado Rolón presentó su segundo libro: Palabras Cruzadas: del dolor a la verdad. Publicado en Buenos aires en marzo, el libro alcanzó en apenas una semana el primer puesto en el género de “no ficción”, continuando la senda de su ópera prima Historias de diván, que vendiera 120.000 ejemplares en la vecina orilla.

“Hay fracasos que a uno le salvan la vida”, aseguró Rolón en la sala de actos, recordando su formación como docente de matemáticas, y el modo azaroso en que había hallado su vocación. “Descubrí que en realidad yo no quería enseñarle a los chicos, sino hablar con ellos. Más tarde o más temprano terminaba conversando individualmente con los alumnos, incluso en los recreos”, refirió.

Rolón explica su afición a escuchar las confidencias del prójimo, indicando que “la tristeza y la angustia de la vida siempre me interesaron”, aunque puntualiza que “no de un modo sádico”, sino a partir de la posibilidad de contribuir a modificar esos sentimientos.

 
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En cuanto a las características de su nuevo libro, Rolón aclaró desde un principio que “no quería que fuera una segunda parte de Historias de diván”, pese a reconocer algunas obvias similitudes. “Son libros distintos con un aire de familia”, detalló, para señalar luego algunas diferencias formales.

Según el autor, el libro Historias de diván, “son relatos breves que pretenden contar historias de vida”, mientras que en Palabras Cruzadas, el formato y los recursos son los de la nouvelle, y la aspiración no es reincidir en esas historias de vida, sino contar, a través de casos clínicos “ese proceso terapéutico que va del dolor a la verdad, y que uno recorre junto al paciente”.

El terapeuta hizo énfasis en el carácter verídico de los casos narrados, y el complejo equilibro necesario a la hora de componer la obra, ya que “no se puede traicionar a un paciente, ni ofrecerle al lector una mentira”. A ese respecto, se aclara que todas las historias que componen el libro fueron publicadas con el expreso conocimiento y aprobación de los pacientes involucrados, cuya identidad fue necesariamente modificada.

“He tratado de escribir desde el lugar más ético posible, por los pacientes que han confiado en mí y me han ayudado a formarme”, asegura Rolón, subrayando el gran aprendizaje que le aporta el trato con sus “terapiados”. También manifestó que su obra aspira a derribar “un cierto halo místico o privativo” que el psicoanálisis aún posee para algunos.

“No hay nada de esnobismo en analizarse”, asegura Rolón, en cuya opinión “quien viene a analizarse, lo hace porque siente dolor y angustia, y por ningún otro motivo”.

Interrogado acerca de las causas más comunes de consulta, el psicólogo señaló “las únicas dos grandes causas: la muerte y la sexualidad” entendiendo este último concepto “no por genitalidad, sino por la afectividad en general”.

“Si no hay angustia no hay terapia”, recordó Rolón, agregando que quien decide analizarse “está angustiado, sabe que solo no puede, y si bien no conoce las causas últimas de su angustia, tiene alguna idea al respecto”.

La tarea consiste entonces en explorar en busca de ese conocimiento, un viaje del dolor a la verdad “que puede ser doloroso también”, pero a cuyo final se encuentra esa procurada verdad “que puede ser la sanación, o al menos una puerta hacia una nueva forma de comprender lo que sucede”, aseguró.

 
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En cuanto a su actual trabajo radial en Buenos Aires, Rolón manifestó que “uso el micrófono para que la salud mental sea un derecho, y no una vergüenza”, haciendo hincapié en la necesidad de abandonar viejos prejuicios relacionados históricamente con el psicoanálisis.

En ese sentido, el autor recordó que décadas atrás, “el ochenta por ciento de los pacientes eran mujeres, por aquello de que ‘los machos no lloran’. Hoy, por suerte, los hombres se han ido ‘feminizando’ un poco en eso”, reflexionó.

Llamó también la atención sobre la nula atención que se presta a la salud mental por parte de las políticas del Estado en su país, situación que podría extrapolarse en líneas generales al nuestro, dado que los sistemas de salud suelen prever prestaciones para problemas físicos, no así para asistencia psicológica.

“Es inconcebible que a una persona que necesita terapia, la prepaga sólo le cubra veinte sesiones”, dijo, mencionando también el necesario apoyo psicológico a la familia de enfermos graves.

“No es posible que en un CTI, donde las familias esperan angustiadas un informe médico escueto que llega cada doce horas, no se pueda pagar al menos un turno a un psicólogo, que brinde algún tipo de apoyo y contención”, lamentó.

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