Editorial
Editorial de Daniela Bluth

Fuerza femenina

Las mujeres -y su mirada única y a la vez complementaria- no deben ocupar un lugar per se, deben tener las posibilidades para alcanzar el lugar que quieran tener. Ya con eso, la felicidad está más cerca

04.03.2021 07:00

Lectura: 4'

2021-03-04T07:00:00
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Por Daniela Bluth

Hacía un par de semanas que Debimos ser felices, la primera novela de Rafaela Lahore -periodista uruguaya viviendo en Chile- descansaba en una de las mesas de luz de mi dormitorio. Hasta este fin de semana solo había leído, además de la contratapa del libro, buenos comentarios en redes y una entrevista que le hicieron a Rafaela en Búsqueda, cuando vino a la feria Ideas+ en diciembre. Estaba próxima en mi lista de espera.

Pensando en mujeres para convocar para una nota con el Día de la Mujer como disparador, en la redacción surgió su nombre. La contactamos vía mail y le mandamos cinco preguntas. Sus respuestas fueron rápidas y frescas. Después de leerlas, sentí la necesidad de ir a la novela. Desde la tarde de enero en que Debimos ser felices llegó a casa nunca lo había abierto.

Sus textos, breves, se parecen a sus respuestas. Son imágenes, escenarios que muestran desde su infancia en un apartamento con humedades en Montevideo hasta la casa de adobe de su madre y sus abuelos en Rivera. El orden no es cronológico, pero todo se entiende. El lenguaje es claro. Se acerca a la poesía pero sigue siendo prosa. Hay frases duras y momentos dulces. "Antes de que yo naciera, mi madre ya había escrito una nota de suicidio". Así empieza la novela. Devoré las primeras páginas, algo que no me suele suceder. En la página 22 la autora cuenta que por las noches, su madre iba hasta su cama, le acariciaba la cabeza y, casi en un susurro, le cantaba la siguiente canción: "Había una vez un lobito bueno, al que maltrataban todos los corderos. Había también un príncipe malo, una bruja hermosa y un pirata honrado. Todas esas cosas había una vez, cuando yo soñaba un mundo al revés". Me invade la emoción; vuelvo a leer la página entera. Es la misma canción que mi madre me cantaba para dormir, la misma que yo le cantaba a mis hijos. No es la más común de las canciones.

Debimos ser felices no solo recorre la historia de tres mujeres, sino que tiene una forma femenina de contar. Transita los amores, los miedos, las frustraciones, los sueños, la imaginación, el dolor, la resiliencia. Deja en claro la fuerza de las mujeres y eso, más allá del debate sobre si existe o no una literatura feminista o de género, vale por sí mismo. Justamente, es esa energía y esa mirada la que quisimos transmitir en este número de Galería. Junto a Rafaela, convocamos a Isabelle Chaquiriand, Cristina Mangarelli, Adriana Zumarán y Virginia Staricco para que reflexionaran sobre sus fortalezas y limitaciones, pensando en todo lo aprendido pero también en el legado a futuro.

En la entrevista de la última página, la actriz y cantante de rap Eli Almic también comparte cuáles eran sus sueños y cómo vive sus logros. Habla de su acercamiento al movimiento feminista y cómo el tema Brujas le permitió conectar con realidades difíciles y a la vez aprender mucho de sí misma.

La producción de moda que está en la tapa y la nota sobre la diseñadora Simone Rocha también fueron pensadas y ejecutadas como un homenaje al ser mujer. La colección de la irlandesa está plagada de detalles femeninos como frunces, moñas y perlas. Eso es lo visible; lo intangible incluye el amor por la historia, un legado familiar y el respeto por los ciclos vitales (incluso refiriéndose a prendas de ropa).

Para mostrar esas piezas que llegan por primera vez a Uruguay, Galería trabajó en colaboración con H&M y armó un equipo conformado en su mayoría por mujeres, con Victoria Saravia como modelo, Sofía Miranda a cargo de los estilismos, Karin Topolanski de la fotografía y Pamela Cambre del maquillaje y el pelo, entre otras. Pero en la sesión de fotos y video también trabajaron hombres, porque de eso se trata tener una mirada inclusiva, igualitaria, tolerante. Elegir a los mejores en lo suyo, valorarlos por lo que son y lo que hacen y, como dice Chaquiriand en una de sus respuestas, saber dar un paso al costado cuando es necesario. Las mujeres -y su mirada única y a la vez complementaria- no deben ocupar un lugar per se, deben tener las posibilidades para alcanzar el lugar que quieran tener. Ya con eso, la felicidad está más cerca.