Editorial
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Flexibilidad, un aprendizaje de la pandemia

Así como los beneficios del teletrabajo están claros, la virtualidad prolongada en el tiempo también dejó en evidencia la importancia del contacto cara a cara

15.07.2021 07:00

Lectura: 5'

2021-07-15T07:00:00
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Por Daniela Bluth

"Y... ¿cuándo volvemos a la redacción?", la pregunta empezó a sonar entre los periodistas de la revista hace ya algunos días. El retroceso de la pandemia, con una baja sostenida de casos, el avance de la vacunación y la reactivación de varios sectores de actividad -sobre todo la vuelta a la presencialidad en la educación- empezó a avivar la idea de que el final de esta situación que arrancó el 13 de marzo de 2020 está cerca. Como se ha dicho hasta el cansancio, el mundo ya no será el mismo. Hay cosas que cambiaron para siempre, de las que es difícil volver, aunque no hay que olvidar que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y eso, por la naturaleza humana, es difícil que se modifique.

El universo laboral es, seguramente, el que más ha cambiado. Si esos cambios son para siempre es difícil saberlo, pero todo indica que no hay marcha atrás; o si la hay, el factor que la desencadene todavía nos es desconocido. En este año y medio aparecieron términos nuevos que invadieron nuestra forma de vivir y de hablar, desde pandemia, cuarentena y confinamiento (que de hecho fue elegida como palabra del año 2020 por la Fundación del Español Urgente), hasta aforo, hisopado, tapabocas, protocolo, virtualidad o presencialidad. Las herramientas virtuales-digitales se multiplicaron e hicieron la vida un poco más sencilla. Pero en algunas áreas, como la educación, quedó demostrado que no son suficientes.

En el mundo del trabajo, la discusión todavía no está saldada, pero ya hay algunas pistas. La nota de Clementina Delacroix de esta edición echa luz sobre el tema, consignando tanto las distintas sensaciones de los empleados como las opciones viables -o ideales- para las empresas. Un dato relevante para pensar esta nueva normalidad -o más bien nueva realidad- es que la fuerza laboral en el mundo está formada mayormente por trabajadores de entre 18 y 40 años, integrantes de las llamadas generaciones Z y millennial, que además de ser nativos digitales, varios estudios internacionales ya describieron como personas que disfrutan de la autonomía y de poder manejar sus tiempos, dándole prioridad al ocio y el disfrute. Para la gran mayoría de ellos (que son los líderes del futuro), trabajar ocho horas (o más) en una oficina ya es parte del pasado.

Si bien en 2020 el home office se instaló sin previo aviso, en los países desarrollados el concepto se venía analizando hacía tiempo. En 2007, por ejemplo, la American Psychological Association en conjunto con la Universidad de Pensilvania investigaron sobre lo bueno, lo malo y lo desconocido del teletrabajo analizando el comportamiento de más de 12.000 empleados. Junto con pequeños beneficios en la autonomía y el conflicto entre el trabajo y la familia, reportaron efectos positivos en la satisfacción laboral, el rendimiento, la intención de cambiar de trabajo y el estrés. Hoy, con la experiencia de 18 meses de pandemia, y más allá de la personalidad de cada uno, surgen otros elementos a tener en cuenta. El grado de satisfacción está directamente ligado a las condiciones que hay en el hogar para trabajar -espacio físico, niños, conectividad-, al tipo de tarea a realizar y al apoyo a distancia tanto de jefes como de la organización toda.

Así como los beneficios del teletrabajo están claros, la virtualidad prolongada en el tiempo también dejó en evidencia la importancia del contacto cara a cara. Las nuevas tecnologías solucionan problemas, pero difícilmente se pueda percibir si alguien está cansado, tiene un problema personal o siente la necesidad de conversar sobre algún tema. Además, las instancias de socialización desaparecen, desde el encuentro en el almuerzo o los intercambios de los más jóvenes con los más experimentados hasta, como dice una de las entrevistadas, simplemente "sentir el ambiente de trabajo". Los números avalan estas percepciones; según una encuesta reciente de PwC publicada por Contract Workplaces, 87% de los trabajadores cree que la función de la oficina es importante para la colaboración y la formación de equipos.

Es fundamental saber -y entender- que las empresas que dejamos en marzo de 2020 no serán iguales a las que vamos a volver. Es muy poco probable que el mundo del trabajo regrese a las lógicas y formas prepandemia, dice la psicóloga y directora de la consultora en gestión humana BM&Asoc, Beatriz Martínez, en un artículo que publicó El País también esta semana. Cómo volver es un tema que cada organización deberá resolver, no hay una única solución ni fórmulas mágicas. Algunas ya están implementando un modelo híbrido, donde cada empleado elige cuántos días va a la oficina y con qué objetivos. Otras redujeron o modificaron algunas de sus áreas, priorizando los espacios de trabajo en equipo. En la mayoría de los escenarios la premisa es la flexibilidad, que excede al trabajo remoto y llegó para quedarse. Implica una nueva forma de vida, cultura del trabajo y gestión de los recursos humanos. Con el respaldo de la ciencia y las estadísticas, hay sacrificios que ya nadie está dispuesto a hacer. Habrá que aprender a caminar por el sendero del medio, con la mochila cargada de esos aprendizajes que trajo haber atravesado una pandemia y vivido para contarlo.