Gastronomía
José Ignacio

Festín de mar en Playa Vik

Con una tarifa diferencial y una propuesta de parrilla de pescados y mariscos , Vik Retreats acerca cada vez más a los uruguayos

22.01.2022 07:00

Lectura: 8'

2022-01-22T07:00:00
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Por Marcela Baruch Mangino

Salir de casa para cenar y quedarse a dormir en el mismo lugar tiene cierta cuota especial. No hay tiempo de tráfico que calcular ni conductor que designar, simplemente alistarse para entregarse a la experiencia. Esta sensación de libertad es la que se puede vivir, por ejemplo, un viernes por la noche en Playa Vik, cuando los chefs Eliana Osorio y Juan Martín Ferrari prenden la parrilla frente al mar para cocinar un menú basado en pescados y mariscos. 

Proyectado de forma tal que desde todas sus habitaciones tuviera una privilegiada vista a la playa Mansa de José Ignacio, Playa Vik es uno de los hoteles mejor ubicados del pueblo. Diseñado por el estudio de arquitectura de Carlos Ott, este complejo se inauguró en diciembre de 2010 y cuenta con seis bungalows y tres suites. 

Durante años a este hotel ingresaron únicamente sus huéspedes, pues la exclusividad fue el camino elegido por Carrie y Alexander Vik, una familia de ascendencia uruguaya y noruega que llegó al país para invertir en la industria de la hospitalidad. Con el tiempo, se fueron abriendo al público local, fueron anfitriones de eventos de gastronomía como el Punta Food & Wine, por ejemplo. Hoy, una década después, en los tres hoteles de Vik Retreats —Playa, Bahía y Estancia Vik— se busca y espera al cliente local.

El hotel. Un viajero frecuente que disfruta de la hotelería encuentra en la amplitud una virtud. En Playa Vik es posible recorrer las habitaciones con la vista sin tener la sensación de que los muebles se vienen encima. En este hotel, como en todos los de la familia, cada cuarto es distinto y se dividen en bungalows para 2 y hasta 5 personas, con un mínimo de 45 y máximo de 145 metros cuadrados de superficie construida. 

La serenidad es uno de los atributos que mejor lo describen, pues su capacidad es limitada, el servicio es sigiloso y el sonido que predomina es el de las aves. En tiempos en que el trabajo remoto forma parte de la experiencia de viajar, los bungalows cuentan con escritorios especialmente ubicados para vivir la experiencia de estar en una oficina con vista al mar.

El arte contemporáneo es un factor fundamental en la estética de los hoteles de Vik Retreats. En los tres hoteles se exhiben piezas, cuadros, esculturas de distintos artistas. En Estancia Vik cada habitación fue encomendada a un artista distinto. En el caso de Playa, se encuentran piezas distribuidas en las habitaciones y salas comunes. 

Los bungalows están dispuestos de forma tal que rodean al edificio central, llamado Escultura, una especie de nave con una fachada construida en ángulo inclinado y vidrios de piso a techo. El nombre se debe a una pieza de Pablo Atchugarry ubicada en la entrada, que responde a una interpretación de las legendarias puertas del Baptisterio de Florencia de Ghiberti. En esta casa principal se desdibujan los límites entre el interior y el exterior. Allí se encuentra la piscina infinita de 20 metros construida en granito negro, un bar, livings y tres suites.

Si se visita el hotel en primavera, la experiencia visual se completa con los techos verdes de las casas florecidos, un elemento tan bello como funcional que genera de forma natural habitaciones cálidas en el invierno y frescas en el verano. Caminar en una noche fresca por un baño con piso de mármol tibio es una experiencia por demás agradable. La búsqueda por la sustentabilidad es parte del objetivo que persigue esta familia. A esto se suma una selección de colchones de hotelería cómodos, sábanas que se deslizan frescas por el cuerpo y una línea de batas que abrazan con gentileza.

La pandemia trajo un cambio de rumbo en la dirección de estos hoteles. Al frente de Playa Vik se encuentra una joven pareja de argelinos que viene del hotel y viñedo que la familia posee en Chile, Amaury Daron y Nes Cara. Juntos gerencian el hotel con un estilo elegante, sutil. El servicio es, en general, relajado, sencillo y amable. Esta forma de tratar a los huéspedes causa una simpatía y cercanía que, combinada con el concepto de bungalows y casas, logra transmitir esa sensación de sentirse en casa. 

De parrilla y otras comidas. Con altas exigencias en hotelería y gastronomía, Playa Vik es la propuesta 100% libre de gluten del grupo. Es el único hotel y restaurante que posee esta característica en el pueblo, una búsqueda que inició el chef ejecutivo de Vik Retreats, Marcelo Betancourt, y que logró con la asesoría del chef Daniel Guasco. Juntos trabajaron en las masas, la bollería, las tortas dulces y los panes para lograr una oferta deliciosa. Estos productos se elaboran completamente en el hotel. En el caso del desayuno —quizás el desafío más importante— logran con éxito una amplia variedad de tortas, sobre todo dulces, a base de distintas harinas. En una mesa aparte, disponen productos con gluten como medialunas caseras y panes que se elaboran en las cocinas de los otros hoteles de Vik.

Para quienes quieran probar la propuesta gastronómica de Playa Vik sin hospedarse, lo ideal es visitarlos los viernes al atardecer, comenzar por una recorrida por el edificio Escultura, tomar una copa del vino rosado chileno de la familia La Piu Belle rosé (blend de cabernet sauvignon, cabernet franc y syrah) al borde de la piscina y contemplar el atardecer. Al caer el sol, se ve cómo el fondo del agua de granito negro absoluto comienza a brillar, en una réplica del cielo del hemisferio sur. El mismo cielo bajo el cual fundaron su bodega.

Convencidos de la idea de elaborar vinos de máxima calidad, en 2006, Carrie y Alexander Vik compraron 4.500 hectáreas en Millahue, en el chileno valle del Cachapoal. Allí plantaron 327 hectáreas de viña y construyeron una bodega y un hotel. Como es habitual en sus proyectos, los edificios fueron creados para impactar lo mínimo en el ecosistema en el que se instalaron, y lo lograron con ayuda de profesionales locales. A su vez, en este lugar el arte contemporáneo es también un elemento importante de la puesta en escena y se integra a la propuesta. La Piu Belle, por ejemplo, es una línea de vinos —blanco, rosado y tinto— que nace para rendirle honores a la diosa de la naturaleza, el amor, la fertilidad, la belleza y el arte. Ella se encuentra representada con pinturas del artista chileno Gonzalo Cienfuegos en cada botella. 

De nuevo en José Ignacio, a pocos metros del edificio principal, se encuentra la barbacoa, donde se sirve el desayuno y la cena, donde funciona el spa, sala de juegos, de masajes y gimnasio. Cada viernes por la noche, el chef uruguayo Juan Martín Ferrari y la colombiana Eliana Osorio esperan atentos el momento de encender el fuego de la parrilla. Allí ofrecen una barbacoa de mar, servida a la mesa en formato familiar en vajilla Willow incluida. 

Primero se invita a los comensales a sentarse en los sillones alrededor del fire pit (fogata hecha en una explanada o un nicho en el suelo). Este es el espacio ideal para el aperitivo. Un generoso bar se instala sobre una mesa con bebidas de todas partes del mundo, los vinos que la familia elabora en Chile, espumoso uruguayo, vodka de alta gama como Christiania y más referencias. 

Como abrebocas llegan chipirones a la plancha y unos camarones salteados, con el mismo La Piu Belle rosé que se tomó al borde de la piscina. Este rosado es frutal pero seco y acompaña muy bien a los mariscos con condimentos a base de tomate o cebolla asada y ensaladas, tanto crudas como cocidas.

Poco tiempo después ya se puede pasar a la mesa, armadas en el espacio exterior, debajo de una galería. A lo largo de la noche se suceden como entrantes una ensalada de quinoa y palta con morrón y un pejerrey de la laguna de José Ignacio hecho a la plancha en la parrilla y servido con unos gajos de limón. Los vegetales son un elemento importante en la barbacoa de mar que preparan los chefs del hotel. Enseguida disponen sobre la mesa ensalada de zucchini con berenjena y tomates asados y un lomo entero de corvina bien sazonada, cubierta de palapa, una mezcla de condimentos (jengibre, coco, cebolla, ajo, sal, echalote) que le dan un toque caribeño a la pesca. Este plato tiene tal presencia en el paladar, generoso y contundente, que llega a armonizar muy bien con el tinto Milla Cala de Vik, un blend cabernet sauvignon, carménère y cabernet franc, versátil tanto para carnes rojas como blancas y hasta un pescado más suculento.

Para terminar, de postre sirven un pionono caramelizado en la parrilla relleno de dulce de leche con un toque ligeramente ácido de queso mascarpone por encima, que se derrite y suaviza tanta dulzura. 

Si se tiene la suerte de vivir la experiencia completa y terminar la noche dentro del mismo Playa Vik, la sobremesa puede hacerse en la piscina, con una última copa de vino, una tisana o un café, contemplando las estrellas con los pies en el agua.n

Calle Los Cisnes esq. Los Horneros, en la entrada al pueblo a la derecha hasta el final. Tel: 093 704 866. Barbacoa de pescados y mariscos: viernes a partir de las 20 horas. Precio por persona: 75 dólares más IVA.