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A partir de julio, Uruguay prohibirá dentro de las escuelas la venta de alimentos poco saludables, como snacks, papas fritas y golosinas (entre ellos algunos alfajores), sustituyendo esos productos por otros con bajo contenido en grasa y azúcares para promover una alimentación sana.
El 26% de los niños en Uruguay sufre de sobrepeso u obesidad, según el Ministerio de Salud Pública, uno de los factores que influyó en esta iniciativa.
Este tipo de programas está bastante extendido en varios países (en América Latina, por ejemplo, en México y Costa Rica), aunque algunos estudios han señalado que implican también algunos riesgos si no son llevados a cabo con responsabilidad, o cuando exigen también mediciones de peso o exigencias físicas.
Según un trabajo de la Universidad de Michigan, en una nueva encuesta el 30% de las familias da cuenta de un mínimo de un comportamiento preocupante en sus niños que podría estar asociado con el desarrollo de trastornos de la alimentación.
El informe de la Encuesta Nacional de Salud Infantil, del Hospital C.S. Mott de Niños, examina la posible vinculación entre los programas escolares para la prevención de la obesidad y un incremento en los trastornos de la alimentación entre los niños y los adolescentes.
La encuesta presentó a padres y madres preguntas acerca de los programas de prevención de la obesidad en las escuelas de sus niños y acerca de los comportamientos y la actividad relacionados con los alimentos que puedan ser preocupantes.
En términos generales el 82 por ciento de las familias con niños de 6 a 14 años de edad dio cuenta de al menos un programa que tenía lugar en la escuela e sus niños como intervención acerca de la obesidad infantil. Entre esos programas se cuentan la educación sobre nutrición, los límites a la presencia de golosinas o "comida chatarra" en las aulas, las mediciones de altura y peso, y los incentivos para la actividad física.
Además el 7 por ciento de las familias indicó que a sus hijos se les había hecho sentir mal en la escuela acerca de qué o cuánto comían.
Al mismo contingente de familias se les preguntó, asimismo, acerca de los comportamientos de alimentación de sus hijos.
El 30 por ciento de las familias con niños de 6 a 14 años de edad indicó al menos un comportamiento en sus hijos que podría asociarse con el desarrollo de un trastorno alimenticio. Estos comportamientos incluyen la dieta inapropiada, la preocupación excesiva acerca de la grasa en las comidas, el preocuparse por el contenido de los alimentos o las etiquetas, el rehusarse a tomar algunas comidas en la familia y la actividad física excesiva.
Beneficios y riesgos
"El problema de la obesidad infantil es grave. A fin de intervenir en lo que parece una epidemia de obesidad infantil todos tienen que estar involucrados", dijo David Rosen, profesor clínico de pediatría, medicina interna y psiquiatría en la Escuela de medicina de la Universidad de Michigan y Jefe de Medicina de Adolescentes y Jóvenes en el Departamento de Pediatría.
Sin embargo, añade Rosen, "cuando las intervenciones contra la obesidad se aplican sin una comprensión de cómo funcionan y cuáles son los riesgos puede haber consecuencias inesperadas. Los esfuerzos bien intencionados pueden tomar mal rumbo cuando los niños interpretan mal la información que reciben".
" A muchos de estos comportamientos a menudo se les quita importancia como si fuesen cosa de una fase", dijo Rosen. "Pero, dado lo que sabemos acerca de la vinculación de estos comportamientos con el desarrollo de trastornos de la alimentación, y sabiendo que la prevalencia de estos trastornos está creciendo, deberían tomarse muy en serio".
Las familias que dieron cuenta de programas en las escuelas de sus hijos de incentivo de la actividad física son los más propensos a decir que sus hijos "son demasiado activos físicamente" (11%) comparado con los padres y madres que no indicaron que hubiese incentivos para la actividad física en la escuela de sus hijos (4%). Aparte de eso la encuesta no encontró una asociación entre los programas escolares de prevención de la obesidad y otros comportamientos alimenticios preocupantes entre los niños.
El hecho de que el 33 por ciento de las familias den cuenta de, al menos, un comportamiento preocupante de sus niños en relación con las comidas, es por sí preocupante, según el experto.
"Es mejor y más seguro que las familias respondan pronto a los comportamientos preocupantes acerca de las comidas, aún si resultan no ser un problema real, que esperar a que se convierta en un gran problema", dijo Rosen. "Es mucho más fácil prevenir un trastorno de la alimentación que tratarlo".
Sugerencias
Rosen ofreció estas sugerencias a las familias:
Ponga atención en los hábitos de comida de sus hijos. Si ve comportamientos que le causen preocupación hable con sus niños acerca de ellos. Si esos comportamientos aumentan consulte con el médico de sus niños.
Averigüe qué están haciendo las escuelas de sus hijos para prevenir la obesidad infantil. Participe y sea activo en ese proceso.
Pregunte a sus niños si en la escuela se burlan por sus opciones de comida o su peso. Si son objetos de burlas vaya a la escuela o averigüe qué está ocurriendo.
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