Editorial
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Estigmas y feminismo

En medio de una pandemia, este Día de la Mujer cobró una relevancia distinta

11.03.2021 07:00

Lectura: 5'

2021-03-11T07:00:00
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Por Daniela Bluth

En medio de una pandemia -y aunque hubo movilizaciones más multitudinarias de lo esperado o aconsejado-, este Día de la Mujer cobró una relevancia distinta. Se habló antes y después, hubo actos protocolares antes y después, las nuevas y viejas activistas salieron a generar conciencia antes y después, los medios y las instituciones armaron materiales especiales antes y después. Sin embargo, la realidad siguió avanzando casi que haciendo oídos sordos. El domingo una mujer fue asesinada a tiros por su expareja en Sauce, Canelones.

Fue el cuarto femicidio confirmado de 2021. Y todos comparten una misma característica: luego de asesinar a las mujeres, los agresores se suicidaron. Además, la mayoría de las mujeres eran madres con hijos pequeños. La violencia de género es uno de los grandes temas a trabajar, seguramente el más importante y urgente, pero hay más.

Por estos días, circuló en redes sociales un video hecho por el Banco Mundial sobre las desigualdades que todavía persisten en el mundo laboral, un ámbito en el que, se supone, más se ha avanzado en los últimos años. Según el informe, la desigualdad entre las mujeres y los hombres podría estar costándole a Uruguay 13% del PBI per cápita. O sea, el país podría producir hasta 2.100 dólares más por persona si las mujeres participaran en el mercado laboral igual que los hombres. Además, las mujeres siguen sin tener las mismas oportunidades que ellos y ganan 31% menos que sus pares por el mismo trabajo. El panorama es aún más complicado para las mujeres que son madres, un fenómeno que ya tiene nombre propio: "penalización por maternidad". Según un informe de Cepal y ONU Mujeres, 10 años después de tener el primer hijo existe una diferencia de 25% del salario por hora con respecto a aquellas que no tienen.

En una redacción ampliamente femenina -somos mayoría de mujeres, pero también hay varios hombres- y feminista, con 20 años de trayectoria, pensar qué nota hacer sobre estos temas no siempre es fácil. Sin embargo, como el periodismo avanza a la par de la sociedad, suelen aparecer nuevos enfoques o matices para enriquecer el debate. En este caso, María Inés Fiordelmondo se metió con la nueva ola feminista y cómo después de lograr una universalidad que pocos movimientos sociales alcanzaron, se empezaron a sentir cuestionamientos y estigmas sobre quienes se autoproclamaban feministas. "Ser feminista no significa no ser femenina, ni no querer tener hijos ni estar en contra de los valores familiares. Estamos en contra de los valores familiares patriarcales", aclara la antropóloga e investigadora feminista Susana Rostagnol, mientras recuerda que en una marcha algunos años atrás mucha gente llevaba carteles que decían "soy femenina, no feminista". El feminismo, según la antropóloga, es una propuesta "extremadamente revolucionaria", ya que busca cambiar desde las relaciones sociales más pequeñas, como las que se dan en la familia o en el barrio, hasta las macro, que ocurren dentro de la estructura del Estado o en las relaciones de política internacional.

En el ensayo Todos deberíamos ser feministas -que publicamos la semana pasada en nuestra sección ExLibris y que en buena medida disparó la idea de esta nota-, la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie enumera las connotaciones negativas que rodean a la palabra feminista: "Odias a los hombres, los sujetadores y la cultura africana. Crees que las mujeres deberían mandar siempre, no llevas maquillaje, no te depilas, siempre estás enfadada, no tienes sentido del humor y no usas desodorante". Si hay alguna mujer feminista que se sienta identificada con estos atributos, que levante la mano. En la redacción de Galería no creo encontrar ninguna.

El psicólogo social Juan Fernández Romar, gran fuente de consulta para este tipo de artículos periodísticos por su claridad para explicar fenómenos complejos, lo resume así: "Hoy en día la inmensa mayoría de las personas con sensibilidad social y conciencia política nos consideramos feministas de algún modo. Sin embargo, llegar a acuerdos es muy difícil e incluso hay quienes prefieren mantenerse por fuera de los rótulos para evitar interpretaciones que no comparten". Ruben Campero, psicólogo y sexólogo, también entiende que el feminismo no es homogéneo, que tiene sus contradicciones y disputas internas, pero que eso no ha logrado romper su base sólida y el objetivo mayor: terminar con la opresión de las mujeres y alcanzar, por fin, la igualdad de género. "Hay contradicciones internas como en cualquier movimiento político, cultural, intelectual y aun así la
gente sigue identificando un feminismo. Esto es un logro en términos de lo que se comunica hacia el afuera, que no reniega de sus fracturas internas, discrepancias", opina.

Este lunes fue un 8M diferente, e incluso en medio de una lucha común hubo violencia, discriminación y falta de empatía. Siguen apareciendo ciertas manifestaciones de lo que se quiere evitar. Hay mucho camino recorrido, pero todavía falta mucho por recorrer.