Personajes
Círculos y relaciones líquidas

El uruguayo que desde Italia vende su arte a coleccionistas y marcas como Louis Vuitton

Nicolás Denino vive el éxito de su arte en Florencia, donde reside y vende sus obras a coleccionistas, particulares y marcas de lujo como Louis Vuitton, hace instalaciones para la Semana del Diseño de Milán y expone en importantes galerías

31.05.2021 07:00

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2021-05-31T07:00:00
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Por Sofía Supervielle

Las obras de Nicolás Denino, artista uruguayo radicado en Italia, son tapa de la revista de decoración Elle, en su versión inglesa. Sus trabajos -siempre figuras circulares en color azul y de distintos tamaños- colgarán de las paredes de un local toscano de la marca de lujo Louis Vuitton a partir de junio. Tras su muestra en Cappella Marchi, una capilla antigua de La Toscana, con la artista checa Marta Alexandra Abbott, fue invitado a la residencia artística Numeroventi, una de las más prestigiosas en Italia, como parte del proyecto que realiza con su colega. A esto le siguió una nota en la revista Vogue y la compra de sus obras por parte de coleccionistas de arte. Con su estudio instalado en un antiguo establo en plena Florencia, la meca del Renacimiento, compartido con un artista italiano, Andreas Senoner, Denino vive el comienzo del éxito de su carrera como artista. Tanto es así que realizará una instalación en una plaza de Milán durante la Semana del Diseño de esa ciudad y una muestra en el pueblo italiano Pescara Abruzzo, donde nació su bisabuelo.

Nicolás Denino nació en Montevideo, en 1985. Su familia paterna había fundado en 1943 la fábrica de soda Welcome, cuyo color principal era el azul, en cada etiqueta y en cada botella. Este detalle cromático lo marcaría a fuego al momento de desarrollar en el futuro su veta artística, que ya se adivinaba desde chico. "Siempre fui creativo, de querer expresarme. Sabía que tenía algo para contar, sabía que la creatividad era mi camino", asegura en entrevista virtual con Galería. Pero su carrera profesional no comenzó con el arte, sino que se orientó hacia la otra pasión de Denino, la moda. "El mundo de la moda siempre me atrajo. Desde pequeño que tengo esa sensibilidad", confiesa. Sentía atracción por los distintos materiales que se utilizan a la hora de crear una prenda, y le divertía vestirse como realmente le gustaba. Al caminar por la calle o ver revistas, su ojo detectaba a las personas que vestían distinto, aunque, aclara, en Uruguay no se veía mucho de eso. "Solo veías esa gente cuando viajabas". Recuerda que de chico se prendía a la tele los domingos a ver aquel programa que transmitía los desfiles de la plaza España en Roma. Ver a las marcas más famosas de alta costura desfilar por la escalinata le fascinaba. Tantas veces había visto ese programa que, años después, cuando llegó a Roma por primera vez y visitó la plaza, sentía que ya había estado allí.


A los 18 años terminó el liceo y se fue a conocer Europa. Hablando italiano fluido y con la ciudadanía italiana en mano, aterrizó en Roma con la idea de recorrer el continente antes de comenzar la carrera universitaria de Derecho Internacional en Uruguay. Pero, cual flechazo de un primer amor, las calles adoquinadas, la moda en cada esquina y el arte que se respira en Europa fascinaron a Denino. Decidió quedarse, y 19 años después sigue allá. "Amo Uruguay, pero sabía que quería vivir acá'', admite. Se instaló en Barcelona, consiguió trabajo en el área de retail y moda, se desempeñó como vendedor y después como gerente de tienda. Después de seis años se mudó a Madrid para gestionar las tiendas en España de grandes marcas como Armani, Massimo Dutti, Ermenegildo Zegna y El Ganso, del grupo LVMH. Luego de tres años madrileños, la empresa lo trasladó a Milán para ocupar el cargo de gerente.


En la meca del diseño y siendo un apasionado por el arte contemporáneo, Denino comenzó a estudiar pintura de forma autodidacta. Mientras gestionaba tiendas en Francia, Inglaterra y el resto de Italia, viviendo arriba de los aviones, saltando de una ciudad a otra, llevaba siempre un cuaderno en su mochila donde hacía dibujos, bocetos de objetos, imágenes que nacían de su inspiración. "Sentía que mi necesidad era llegar a casa para realizar las obras que había dibujado en mi cuaderno. Me fui dando cuenta de que era a lo que me tenía que dedicar, era lo que me apasionaba", asegura. Buscando redireccionar su vida y potenciar su parte artística, renunció a su trabajo en el mundo de la moda. "Era más feliz dibujando, pintando; ya no quería gestionar tiendas''.

En busca del camino del arte. Una vez desconectado de aquella vida ajetreada y estresante, que ya no lo satisfacía, en 2018 decidió viajar a Nueva York. Con su cuaderno, obvio. "Me fui en busca de qué hacer con mi vida". En un principio no descartaba la posibilidad de instalarse allí, pero no logró conectar con la ciudad. No encontró lo que buscaba, había algo que Nueva York no tenía y Europa sí. A los tres meses de haber desembarcado en la Gran Manzana volvió a Milán. Sin trabajo, decidió probar a ver si el arte podía ser aquello a lo que podía dedicar su día a día y convertirlo en una salida económica. "Busqué el cambio. Además de hacer arte solo para mí, quería hacerlo también para vender", dice. Empezó a pintar y a los cuatro meses ya estaba vendiendo sus obras. "Mi primera muestra no profesional fue en un resto cerca de casa. Fue todo un éxito", recuerda sobre aquella exposición que reunía una selección de obras que había realizado en los últimos 15 años. Dos años después, sus obras estaban siendo exhibidas en la galería Lorenzo Di Medici, en Florencia, junto a trabajos de otros destacados artistas.


Hace ya unos tres años que Denino se dedica exclusivamente al arte. En 2020, le surgió un trabajo en Florencia y como su pareja vivía en esa ciudad, decidió quedarse por un tiempo. Pero con él llegó la pandemia, y atrás el confinamiento. Se instaló definitivamente en Florencia. Contactó al artista Andreas Senoner, a quien admiraba y seguía desde hacía tiempo, para hacer una visita a su estudio, instalado en un antiguo establo dentro de un palacio típico de Florencia, sobre la via Maggio, la calle principal de la ciudad, donde se encuentran las grandes galerías y los anticuarios. Cuando se conocieron los artistas, el italiano le ofreció al uruguayo compartir el atelier. Desde entonces, ese es el espacio donde Denino crea.

Círculos y burbujas. Zygmunt Bauman es uno de los teóricos favoritos de Denino. "Siempre estuve muy interesado en el tema de las relaciones personales, en cómo nos relacionamos'', explica. El sociólogo polaco describe los tiempos que corren como una modernidad líquida. Define conceptos como sociedad y amor líquidos. En 2017, dos años antes de su muerte, Bauman dijo en una entrevista al diario español La Vanguardia que hoy "todo cambia de un momento a otro. Somos conscientes de que somos cambiables y por lo tanto tenemos miedo de fijar nada para siempre. (...) ¿Qué significa ser flexible? Significa que no estés comprometido con nada para siempre, sino listo para cambiar la sintonía, la mente, en cualquier momento en el que sea requerido. Esto crea una situación líquida. Como un líquido en un vaso, en el que el más ligero empujón cambia la forma del agua. Y esto está por todas partes". Fascinado por su lectura de la actualidad, Denino decidió expresar estos conceptos en sus obras. "Mi trabajo es una racionalización de la teoría de Zygmunt Bauman". En sus obras, las personas se representan como círculos cerrados y separados entre sí. ?Representan a los seres humanos, que funcionan como burbujas, dentro de una sociedad en la que ninguna relación llega a ser sólida. "Quiero denunciar el tipo de relación que tenemos en este momento de la historia", afirma. Su arte toma la forma de pinturas, de intervenciones en páginas de libros o de esculturas. Y trabaja exclusivamente con el color azul. "Lo traigo desde que soy pequeño y es el color que siempre me representó". Una de sus primeras obras consiste en varios círculos azules que manchan las páginas de un libro antiguo. En ella plantea un paralelismo entre las relaciones personales de la sociedad actual con las de los libros que, estampadas en sus hojas, son intactas y, por ende, sólidas.


De a poco, Denino comenzó a interactuar con el espacio y a realizar esculturas de yeso, acrílico y pigmento, que van colgadas en la pared, bajo el proyecto Liquid Project. Estas obras se hacen a comisión y Nicolás diseña cada una en colaboración con la persona que la compra. Juntos deciden la cantidad y el tamaño de los círculos a crear. Todos azules. El artista explica que al hacer la obra con otra persona están creando una relación humana, rompiendo con el concepto de liquidez.


Uno de sus clientes es la reconocida marca de lujo Louis Vuitton, que compró varios de sus círculos azules para decorar uno de sus locales más importantes de Italia, el de Forte dei Marmi, en La Toscana. También se acercan a las obras del artista coleccionistas y consumidores particulares. "Quizá, el hecho de que las personas estén mucho tiempo en sus casas, hizo que comenzaran a invertir en arte. Te sentás todos los días a ver una pared blanca y empezás a ver una oportunidad'', reflexiona Denino sobre el aumento en las ventas de sus obras.
Pero más allá de sus influencias europeas, el artista no se olvida de su origen. "Uruguay está muy presente en todas mis obras'', dice en un español que mezcla el uruguayo y el barcelonés, con un fuerte acento italiano. Está presente en su sentido estético, explica, en la naturalidad de sus obras, en cómo las fabrica y los materiales que utiliza. "Los artistas en Uruguay utilizaban materiales escasos, hacían obras con lo que tenían a mano y a mí me gusta hacer los mismo". Las torres y estructuras en cerámica de Carlos Páez Vilaró, las formas y el azul de Joaquín Torres García son algunas de las referencias uruguayas que más admira. De hecho, Denino comenzó a estudiar cerámica inspirado en Páez Vilaró, y está por presentar una serie de lámparas que estuvo trabajando en este material. "Extraño mucho Uruguay y siempre que puedo voy. Y cuando voy, es como que bajo a tierra".


Liminal Forms es otro de sus proyectos. Junto con la artista checa Marta Alexandra Abbott, creó una serie de pinturas enfocadas en el color azul, la forma, la importancia de la conexión y el diálogo. La serie representa la liminalidad, que se puede definir como un estado en donde los límites y las fronteras se difuminan, dando lugar a las transiciones y a las transformaciones. "La conexión entre una persona y otra, en cómo perciben su mundo, son relaciones que están en constante evolución y cambio. Es con este espíritu que Nicolás y yo unimos fuerzas a través de nuestros medios y nuestros respectivos lentes creativos para formar nuevos conjuntos a partir de dos mitades diferentes", escribe ella en su cuenta de Instagram. Marta extrae sal del cobre y con eso crea tinta que utiliza para pintar. "Me trajo al estudio un tarrito de tinta y empecé a pintar con esa tinta además de con mis pigmentos. Nos ha unido el color azul'', señala el artista, y a partir de ahí decidieron emprender juntos este proyecto, que van a seguir desarrollando.


"El arte es medicina y algo clave para el desarrollo de las personas. Nos da otra visión de las cosas y, al cerrar los museos, galerías, la cultura cerró sus puertas en cierta manera", comenta Denino sobre lo que el mundo está viviendo hoy. Sin embargo, destaca que es también por la pandemia que ha conocido a varios artistas a través de Instagram, incluida Marta, y como si de un renacimiento se tratara, él y quienes lo rodean se encuentran en un pico de creatividad que nunca antes habían sentido. De hecho, estuvo creando una instalación para realizar en una plaza en Milán, cuyo nombre todavía no se puede develar, durante la Semana del Diseño de Milán, en setiembre de este año
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