Hace unos dos meses me reencontré con mi bicicleta. No es moderna ni de marca; la tengo hace unos siete años, cuando decidimos comprar una para cada integrante de la familia, tiene cuadro de aluminio, canasto y varios cambios, de los cuales apenas uso -con suerte y viento a favor- dos. Estuvo varios años descansando en el garaje, desinflada y juntando polvo. El día que la volví a agarrar recordé por qué hay tanta gente fanática de la bici, cada vez más. En mi caso, la uso con fines recreativos, para pasear, para hacer algo de ejercicio, dos o tres veces por semana. Debo reconocer que todavía no me animo a usarla como medio de transporte, ni siquiera como alternativa para los mandados cortos, los del barrio. Pero admito que la sensación del viento en la cara cuando hago la bajadita que me lleva desde mi casa a la rambla (no así el repecho a la vuelta) es de las mejores sensaciones que hay. No solo de frescura, también de energía y libertad.
Hoy, jueves 3 de junio, es el Día Mundial de la Bicicleta, una jornada que se estableció como tal por iniciativa de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2018. La idea detrás de la formalidad era generar conversación y consciencia, y que tanto ciclistas como autoridades la valoren como el medio de transporte económico, sostenible y saludable que es, y la terminen de integrar a la sociedad como una herramienta útil y segura.
Para eso, dicen quienes la utilizan con asiduidad en Uruguay, todavía falta mucho. Falta bastante más que en otros países del mundo, pero también de la región. En China e India, por ejemplo, es el principal medio de transporte. En varios países de Europa, sobre todo en los escandinavos, su uso está generalizado. Con pequeños matices, las calles y sus habitantes están preparados para recibirlas; se las respeta, se las entiende y se las integra. Pero, como dice en la nota de esta semana María Inés Fiordelmondo, no hay que ir hasta la otra punta del mundo para encontrar realidades que en Uruguay parecen tan lejanas. En Bogotá se registran 680.000 viajes en bici al día y una vez al año se celebra el Día sin Carro, justamente para que sus habitantes salgan a disfrutar la ciudad sobre dos ruedas y sin humo, bocinazos y embotellamientos.
Por estos lados, sobre todo en Montevideo, la infraestructura disponible, la cantidad de bicicletas que circulan y la diversidad de usos también vienen en aumento. Sin embargo, la sensación de los usuarios -pero también de quienes las ven pasar- es que todavía cuesta que se amalgamen con naturalidad al ecosistema urbano. Las primeras bicisendas y ciclovías ya tienen muchos años. En la última década se sumaron más, como las de Cordón y Palermo, que intentan armar un circuito universitario pero tienen la contra de tramos sin ningún tipo de recursos, atentando contra la funcionalidad y la seguridad de la iniciativa. Algo similar sucede en la rambla, con tramos con bicisendas que terminan tan abruptamente que obligan a coexistir en un mismo espacio a ciclistas, caminantes y runners. Y no es que haya algo de malo en eso, pero simplemente tienen necesidades y reglas distintas.
Eso, de hecho, es uno de los problemas de base. En Uruguay, al no tener un lugar especialmente pensado en las calles, los ciclistas avanzan sobre sus dos ruedas a veces comportándose como peatones y otras como vehículo. Si bien la normativa nacional establece que la bicicleta es un vehículo -y por lo tanto tiene los mismos derechos y obligaciones que cualquier otro que circula por la calzada-, a sus usuarios no se les exige libreta de conducir ni conocimientos de las normas de tránsito. Deben ir por la derecha, pero corren riesgo cuando hay autos estacionados o circulan ómnibus. Cuando el semáforo está en rojo y no viene nadie, ¿el ciclista debe esperar igual que los otros vehículos o es conveniente avanzar para separarse del malón de autos? Montevideo es una ciudad amigable, de distancias cortas y pocas subidas y bajadas; sus mayores carencias pasan por el estado de las calles y la educación de sus habitantes.
Con la pandemia, además, la cantidad de bicicletas en las calles creció. Quienes las venden así lo aseguran, hablan de entre 20% y 30% de aumento desde los primeros meses de 2020. La bici se convirtió, además de en una forma de hacer deporte y estar en contacto con la naturaleza, en un medio de transporte seguro en cuanto al coronavirus se refiere. Según un estudio de la Intendencia de Montevideo del año pasado, la participación de la bicicleta entre los distintos medios de transporte y las personas en 18 de Julio pasó de 4% a 8%, superando en todas las franjas horarias a las motos, por ejemplo. La crisis sanitaria, que tantas consecuencias negativas tuvo y sigue teniendo, parece una oportunidad para aprovechar.
Consultado para la nota que publicamos hoy, el director de Movilidad de la Intendencia de Montevideo, Pablo Inthamoussu, aseguró que en todos los proyectos de ensanches previstos en la capital se incluye una solución de bicisenda o ciclovía y agregó que la idea es "coser" los tramos ya existentes con las llamadas "calles 30", donde la apuesta es generar una buena convivencia a partir de una reducción de la velocidad, y así lograr la "lógica de red" que hoy falta. En Maldonado están trabajando en la misma línea: "No hay obra nueva que no lleve una ciclovía que la acompañe", dijo el director de Planeamiento de la Intendencia de Maldonado, Roberto Chiachio. Ahora se encuentran relevando la infraestructura existente y el objetivo es sumar nuevos tramos, extendiéndose hasta La Barra.
Como en tantos otros temas importantes, a este país de procesos lentos se le juntan dos problemas que deberían solucionarse a la par: la falta de infraestructura y la falta de educación. Una lleva dinero, la otra tiempo. Hay que hacer campañas, insistir, facilitar los cambios, incentivar, penalizar, a veces caer antipáticos, otras buscar aliados. Los resultados no se van a ver enseguida, pero se van a ver. Hoy, con la preocupación por el medio ambiente ya instalada en las nuevas generaciones, los modelos exitosos de los países del primer mundo a los que siempre miramos y el giro que le dio la pandemia, el contexto parece estar del lado de las bicis. No hay que mirarlas pasar.
