Personajes
Estilismo artesanal

Diego Alfonso: “Siento que viví tres vidas de las cosas que hice”

Nombre: Diego Alfonso • Edad: 39 • Ocupación: Estilista • Señas particulares: Desfiló en el carnaval de Río de Janeiro e integró la selección uruguaya de fútbol gay; con ocho años vendía pasteles en las carreras de caballos; Susana Giménez lo llamó por WhatsApp.

 

22.06.2021

Lectura: 6'

2021-06-22T09:01:00
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Por Clementina Delacroix

Ha peinado a famosas como Natalia Oreiro, Calu Rivero, Susana Giménez y Guillermina Valdés. ¿A quién lo sorprendió más peinar? A las supermodelos Adriana Lima (brasileña) y Coco Rocha (canadiense).

¿Le cohibe trabajar con famosos? Yo brindo un servicio por el cual me pagan, pero no por eso me tengo que sentir menos que nadie, es un tema de personalidad. Soy muy directo y opino, no soy vergonzoso. A la persona le da seguridad que pueda dar mi punto de vista. Pero también sé que hay que respetar el momento, decir lo justo; si te quieren hablar, te van a hablar.

¿El cliente siempre tiene la razón? Para mí nunca existe lo del cliente siempre tiene la razón porque lo importante es que la gente que trabaja conmigo esté bien. Por eso les digo que lo que hacemos a alguien puede no gustarle, pero que nunca se tienen que dejar faltar el respeto.

Cuentan que se pasa trabajando. ¿Le cuesta cortar o delegar? Es que todo lo hago yo porque creo que el hilo conductor solo lo entiendo yo. En Uruguay trabajás o desaparecés. Manejo mis redes, trato siempre de ser el que contesta, y eso lleva mucho tiempo, aunque no parezca. En el salón estoy pendiente de todo. A veces después me voy a peinar a una fiesta y terminan siendo un montón de horas. Los sábados son los días que más trabajo, aunque ahora es especial por la pandemia.

¿A qué edad empezó a trabajar? Siempre me gustó sentirme independiente y tener mi dinero. A los ocho años salía a vender pasteles. Mi primer trabajo real fue a los 16 o 17. Necesitaban a alguien que supiera cocinar y yo dije que sabía, aunque en realidad no. Fui a cocinar a una estancia y estuve cinco años. Fue la primera vez que tuve la experiencia de vivir con una familia de una pareja conformada con hijos, fueron un modelo para mí y fue una suerte que me los cruzara. Hoy los veo y me dicen: "¿Vos te acordás que dijiste que sabías cocinar?". Luego vine a Montevideo a aprender cocina internacional, pero no me gustó. Empecé peluquería y el primer día con el espejo del baño y una silla en el living de casa empecé a cortar el pelo a 35 pesos el corte para agarrar práctica. Hice todo de a poquito, sé lo que es ganarse cada centavo de lo que está invertido en mi empresa.

Tiene nueve hermanos. ¿Cómo era ser tantos en la casa? Soy de un pueblo rural que se llama Baltasar Brum, a 120 kilómetros de Artigas, con 2.500 personas. Recuerdo que mis vecinos del fondo eran nueve, los del frente eran 13, todos alrededor eran familiones gigantes. De todas formas, yo eso no lo viví porque mi madre murió cuando tenía dos años y mis hermanos grandes ya se habían ido por trabajo o por estudio. Yo vivía solo con mi padre, porque mi hermano menor cuando falleció mi madre quedó al cuidado de una tía. Al perderla a ella a mi padre se le desmoronó la familia. Cuando pienso que tal vez no fue el padre más responsable, reconozco que seguramente tuvo temas que nunca los pudo hablar y creo que es importante que yo no haya crecido con rencor.

¿Qué recuerda de su infancia en el pueblo? De niño tuve muchas dificultades al ser diferente en un pueblo chico. Estaban todos domando caballos y yo haciendo tortitas con mi vecina. Toda la diversidad que vivimos hoy hace 30 años no era igual. Mi adolescencia no fue maravillosa en ese sentido, aunque mi familia nunca fue un problema en eso. Mis vecinos eran gente buena, trabajadora, pero con las realidades de 30 años atrás, donde si eras diferente eras el maricón y no les importaba si eso te destruía. Es una suerte que no me haya afectado. Cuando pienso en mi infancia valoro lo lindo que es ser niño, porque no le ponés maldad a las cosas.

De hecho, la sonrisa es una de sus características. Sonreír es un acto de resistencia, nadie te puede herir si vos reís. Cuando la gente se pone malhumorada diciéndome que quiere algo en especial, yo sonrío y les contesto la verdad, si creo que va con su cara y su color de piel o si creo que no les va a quedar bien. Uno puede decir las cosas más brutas con una sonrisa y sin agredir y la gente no lo toma a mal.

Tiene un perro llamado Otto. ¿Cómo es su relación con él? Sé que no voy a tener hijos, porque no es algo que me plantee, y también sé que es muy importante. Entonces, lo más parecido que voy a tener a un hijo es él.

¿Es cierto que integró la selección uruguaya de fútbol gay? Sí, hace mucho tiempo, cuando llegué a Montevideo. Fue divertido, pero después se fue para un lado muy activista y me pareció que había cumplido un ciclo. En un principio era un grupo de amigos pero después se volvió algo más grande y no podía dedicarle tiempo.

¿Cómo se lleva con el deporte en general? Yo soy dramático total, cuando hago algo lo hago a todo o nada. Si voy a ir al gimnasio voy todos los días y si no, dejo y no voy nunca. Soy una persona muy ansiosa. En un momento, en pandemia, llegaba a casa y necesitaba ponerme a hacer algo. Empecé a salir a caminar y me enloquecí; cuando no podía dormir me levantaba a las cinco de la mañana y me ponía a hacer otra cosa hasta las 6.30 para después poder salir a caminar.

¿Qué aprendizaje le quedó de su crianza en el interior? La simpleza de poder vivir con poco y los valores, entre ellos que el valor de la palabra es más importante que cualquier otra cosa.