Las semillas, ya sean de girasol, lino, sésamo, entre otras, son un alimento nutritivo indispensable dentro de una alimentación equilibrada, ya que contienen en su interior una fuente nutricional almacenada con la que permitir el nacimiento de nuevas plantas en caso de darse las condiciones necesarias para ello.
Entre sus beneficios más importantes podemos mencionar su riqueza nutricional, entre cuyos nutrientes esenciales distinguimos la vitamina E (una vitamina antioxidante útil para la prevención del cáncer y enfermedades y afecciones relacionadas directamente con el envejecimiento), grasas saludables y proteínas de fácil asimilación.
También son adecuadas para reducir los niveles elevados tanto de colesterol como de triglicéridos en la sangre, son tremendamente energéticas y nos ayudan a reforzar nuestro sistema inmunológico, aumentando las defensas de forma natural.
En las tiendas suele haber una amplísima diversidad de semillas ya tostadas. Pero, según recomiendan en Natursan.net, lo más adecuado es adquirir las semillas crudas, para luego proceder a lavarlas y secarlas en casa. ¿Por qué? Fundamentalmente porque si las adquirimos ya tostadas desconocemos si han permanecido mucho tiempo en el interior de bolsas, donde hay polvo o por donde han transitado roedores.
Consejos útiles para secar y tostar semillas
El proceso de limpieza y secado de las semillas crudas es sumamente sencillo. De hecho, solo necesitas saber qué pasos seguir al principio cuando lo hagas por vez primera, ya que luego te será sumamente fácil y rápido.
Aquellas semillas que quieras tostar colócalas en una bandeja amplia, retirando aquellas que observes que estén en mal estado y eliminando arenisca y pequeñas piedritas.
Colócalas en un colador y pásalas por agua fría para limpiarlas bien. Luego escúrrelas.
Calienta una sartén sin añadir aceite y cuando esté caliente añade las semillas crudas húmedas y remuévelas constantemente con ayuda de una cuchara de madera.
Si observas que las semillas comienzan a saltar como consecuencia del calor es conveniente que reduzcas la temperatura.
Cuando las semillas hayan adquirido un tono marrón claro y observes que están más sueltas y secas es el momento de depositarlas en un plato plano para que se enfríen.
Puedes hacer este proceso con semillas como las de girasol, de sésamo y de calabaza. Si lo deseas puedes conservarlas en un recipiente hermético. Es más, se conservan perfectamente durante 2 o 3 semanas.
Al consumirlas
Durante este tiempo de conservación las semillas se pueden consumir perfectamente, manteniendo todos sus nutrientes esenciales, y todos sus beneficios y propiedades. Eso sí, después del proceso de secado y tostado, y antes de su consumo, es aconsejable molerlas ligeramente ayudándote de un mortero o un molinillo de café.
De esta manera conseguirás que tu organismo absorba prácticamente por completo su enorme valor nutricional.
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