El eje de todas las tragedias
CRÍTICA DE BABEL, POR RKORSON
Desde que el cine comenzó a hablar, allá a finales de 1920, empezaron los problemas. Hasta ese hito las imágenes "hablaban" por sí solas, y los breves textos intercalados entre escenas eran fáciles de cambiar en cada lugar con idioma diferente al de origen.
(Por RKOrson)
05.01.2007
La aparición de la palabra hablada complicó todo. Una de las primeras soluciones nacidas en Hollywood fue realizar la misma película en inglés y luego, con un elenco de habla hispana, la versión en español (a propósito de este asunto hay un documental de HBO sobre los latinos en Hollywood, muy instructivo). Claro que este recurso quedó rápidamente abandonado por los costos elevados que implicaba.
Por otro lado el cine, como en la bíblica torre de Babel, se topó con la diversidad de lenguas a la hora de contar historias lejanas pero lo resolvió con mucho más pragmatismo que el Dios del Antiguo Testamento. El séptimo arte decidió transformar todos los idiomas en uno. Así pudimos apreciar el perfecto y fluido manejo del inglés de los mongoles del siglo XII, de los samurai japoneses, de los rusos de 1917 o de los franceses en plena Revolución de 1789.
La universalización del idioma en el cine no hizo otra cosa que mutilar las diferencias. Incluso en varios países (España e Italia por ejemplo) las películas extranjeras son dobladas y no subtituladas, con la notable pérdida que significa no oír al actor protagonista diciendo su parlamento sino a otro actor actuando de aquél, realizándolo con una intensidad imitada y la vocalización forzada. Una especie de meta-actuación.
Génesis 11-7
"Descendamos, y confundamos allí su lengua", dijo Jehová y obró en consecuencia. Y ya nadie se entendió.
Sobre ese principio simbólico es que se rige "Babel", la película del mexicano Alejandro González Iñárritu. Sobre ese concepto: el de las diferencias y la incomunicación.
Los estudios de la lingüística expresan la importancia del idioma como forma de pensar el mundo. En esta cinta hay algo de eso. Una mexicana que cuida unos "güeritos" yankees con el cariño de una abuela verdadera, unos estadounidenses en crisis de pareja en algún lugar que parece Medio Oriente, unos niños marroquíes jugando peligrosamente con un arma de largo alcance entre las montañas, y una solitaria sordomuda japonesa viviendo en Tokio.
Bajo la misma idea, Iñárritu cierra una tríada de filmes, que inició con "Amores Perros", continuó en 21 gramos y culmina aquí en Babel. Un hecho, un accidente, desencadena toda una trama que interactúa en un universo más amplio que el imaginado.
El proceso artístico de las películas fue de lo particular a lo general. Si en la primera todo transcurría en el DF mexicano y en un tiempo más o menos presente, la segunda se suscribía a una zona de los Estados Unidos con un pasaje de tiempo más amplio, incluso a una siguiente generación. Ergo, un acontecimiento puede signar muchas vidas en este tiempo y en uno futuro.
En esta última obra el director, de la mano de Guillermo Arriaga, el mismo guionista de toda la saga, une su círculo ampliando el espacio geográfico. Una pequeña anécdota de un tiempo pretérito repercute mucho después en personas bien ajenas y remotas en distancia, afectando dramáticamente sus futuros y el de varias personas cercanas. Un verdadero concepto de lo global que reafirma la mentada teoría del "efecto mariposa" o la "Teoría del Caos".
Génesis 11-9
Irónicamente el nombre Babel proviene del hebreo Balal: confundir. La torre para condundir los idiomas, para confundirlos a todos.
Una japonesa sordomuda que necesita ser querida sólo se siente ajena del mundo que la rodea. Una pareja perfectamente occidental que no se entiende en sus mutuas urgencias, un gringo y un mexicano en pleno pase de frontera separados por miles de causas.
Una tragedia acompañada por la violencia natural de nuestros tiempos, por los abusos de la fuerza del orden de acá y de allá en la extraña Marruecos, por el individualismo de la sociedad contemporánea de Japón y de los educados europeos desamparando a un herido en pleno desierto. Por el miedo ante el diferente y la violencia que eso contrae.
Desde la torre
González Iñárritu elige compartir buena parte del mismo staff con quien elaboró las películas anteriores. El guión de Arriaga esta vez es menos caótico que en "21 gramos" y por el conocimiento previo con que el espectador llega al cine, su forma es claramente menos sorprendente.
Nuevamente se suma el argentino Gustavo Santaolalla en la música, componiendo con su marca de sello esos colchones armónicos llenos de instancias atonales que aproximan esa idea de coro inarmónico y sus clásicos arpegios de guitarras de construcción emocional.
El director de fotografía, Rodrigo Prieto, también aporta su cuota para la paleta de diversidades que hacen al filme, que ayudan a dar forma a la idea de "tan distintos, tan iguales", en un trabajo sutil.
Conforma la armonía general un elenco impecable con aplausos para la mexicana Adriana Barraza en ese papel de abuela sustituta y la japonesa Rinko Kikuchi, la adolescente perdida en Tokio.
Al final un enorme rascacielos, rodeado de otros miles, es el origen y el fin de todo. Luego de contar la historia del presente, el director sueña con una torre que sea el comienzo de algo bueno. Amén.
Ficha:
Dirección: Alejandro González Iñárritu
Guión: Guillermo Arriaga
Música: Gustavo Santaolalla
Fotografía: Rodrigo Prieto
Reparto: Cate Blanchett, Brad Pitt, Gael García Bernal, Adriana Barraza, Rinko Kikuchi
Género: Drama
Duración: 142 min.
Por otro lado el cine, como en la bíblica torre de Babel, se topó con la diversidad de lenguas a la hora de contar historias lejanas pero lo resolvió con mucho más pragmatismo que el Dios del Antiguo Testamento. El séptimo arte decidió transformar todos los idiomas en uno. Así pudimos apreciar el perfecto y fluido manejo del inglés de los mongoles del siglo XII, de los samurai japoneses, de los rusos de 1917 o de los franceses en plena Revolución de 1789.
La universalización del idioma en el cine no hizo otra cosa que mutilar las diferencias. Incluso en varios países (España e Italia por ejemplo) las películas extranjeras son dobladas y no subtituladas, con la notable pérdida que significa no oír al actor protagonista diciendo su parlamento sino a otro actor actuando de aquél, realizándolo con una intensidad imitada y la vocalización forzada. Una especie de meta-actuación.
Génesis 11-7
"Descendamos, y confundamos allí su lengua", dijo Jehová y obró en consecuencia. Y ya nadie se entendió.
Sobre ese principio simbólico es que se rige "Babel", la película del mexicano Alejandro González Iñárritu. Sobre ese concepto: el de las diferencias y la incomunicación.
Los estudios de la lingüística expresan la importancia del idioma como forma de pensar el mundo. En esta cinta hay algo de eso. Una mexicana que cuida unos "güeritos" yankees con el cariño de una abuela verdadera, unos estadounidenses en crisis de pareja en algún lugar que parece Medio Oriente, unos niños marroquíes jugando peligrosamente con un arma de largo alcance entre las montañas, y una solitaria sordomuda japonesa viviendo en Tokio.
Bajo la misma idea, Iñárritu cierra una tríada de filmes, que inició con "Amores Perros", continuó en 21 gramos y culmina aquí en Babel. Un hecho, un accidente, desencadena toda una trama que interactúa en un universo más amplio que el imaginado.
El proceso artístico de las películas fue de lo particular a lo general. Si en la primera todo transcurría en el DF mexicano y en un tiempo más o menos presente, la segunda se suscribía a una zona de los Estados Unidos con un pasaje de tiempo más amplio, incluso a una siguiente generación. Ergo, un acontecimiento puede signar muchas vidas en este tiempo y en uno futuro.
En esta última obra el director, de la mano de Guillermo Arriaga, el mismo guionista de toda la saga, une su círculo ampliando el espacio geográfico. Una pequeña anécdota de un tiempo pretérito repercute mucho después en personas bien ajenas y remotas en distancia, afectando dramáticamente sus futuros y el de varias personas cercanas. Un verdadero concepto de lo global que reafirma la mentada teoría del "efecto mariposa" o la "Teoría del Caos".
Génesis 11-9
Irónicamente el nombre Babel proviene del hebreo Balal: confundir. La torre para condundir los idiomas, para confundirlos a todos.
Una japonesa sordomuda que necesita ser querida sólo se siente ajena del mundo que la rodea. Una pareja perfectamente occidental que no se entiende en sus mutuas urgencias, un gringo y un mexicano en pleno pase de frontera separados por miles de causas.
Una tragedia acompañada por la violencia natural de nuestros tiempos, por los abusos de la fuerza del orden de acá y de allá en la extraña Marruecos, por el individualismo de la sociedad contemporánea de Japón y de los educados europeos desamparando a un herido en pleno desierto. Por el miedo ante el diferente y la violencia que eso contrae.
Desde la torre
González Iñárritu elige compartir buena parte del mismo staff con quien elaboró las películas anteriores. El guión de Arriaga esta vez es menos caótico que en "21 gramos" y por el conocimiento previo con que el espectador llega al cine, su forma es claramente menos sorprendente.
Nuevamente se suma el argentino Gustavo Santaolalla en la música, componiendo con su marca de sello esos colchones armónicos llenos de instancias atonales que aproximan esa idea de coro inarmónico y sus clásicos arpegios de guitarras de construcción emocional.
El director de fotografía, Rodrigo Prieto, también aporta su cuota para la paleta de diversidades que hacen al filme, que ayudan a dar forma a la idea de "tan distintos, tan iguales", en un trabajo sutil.
Conforma la armonía general un elenco impecable con aplausos para la mexicana Adriana Barraza en ese papel de abuela sustituta y la japonesa Rinko Kikuchi, la adolescente perdida en Tokio.
Al final un enorme rascacielos, rodeado de otros miles, es el origen y el fin de todo. Luego de contar la historia del presente, el director sueña con una torre que sea el comienzo de algo bueno. Amén.
Ficha:
Dirección: Alejandro González Iñárritu
Guión: Guillermo Arriaga
Música: Gustavo Santaolalla
Fotografía: Rodrigo Prieto
Reparto: Cate Blanchett, Brad Pitt, Gael García Bernal, Adriana Barraza, Rinko Kikuchi
Género: Drama
Duración: 142 min.
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