El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, echó mano de un imitador y, dejando hablar a su "otro yo", bromeó ante la prensa con algunas de las cosas que todo el mundo supone que piensa pero que, por corrección política, nunca ha llegado a decir.
Y con su doble de por medio Bush, que en la intimidad tiene fama de ser un hombre divertido, dijo cosas como que su esposa Laura es "sexy" y que estaba "encantado" de reunirse "con este atajo de periodistas, liberales de Hollywood y demócratas" entre los que sólo "echo de menos a Hillary Clinton sentada en primera fila".
El "show del doble presidente" tuvo lugar el sábado en Washington durante la Cena de Corresponsales ante la Casa Blanca, un montaje exclusivo en el que tradicionalmente se dan cita los personajes más en boga de la política, las artes y, por supuesto, el periodismo de EEUU.
Cuando ante más de 2.600 personas llegó el momento de que el presidente empezara a hablar, colocaron un segundo atril en la tribuna y, de repente, no se levantó un Bush, sino dos.
El imitador, Steve Bridges, caracterizado como un perfecto doble del presidente se hizo cargo inmediatamente del papel del "otro yo" y cuidadosamente sincronizados incluso en los movimientos mecánicos, pronunciaron a medias un "discurso" durante el que Bush decía "lo correcto" y "el otro" traducía sus pensamientos.
Por ejemplo:
Al comienzo, Bush dijo: "estoy encantado de estar aquí, igual que Laura".
Y el imitador, con voz de sorna: "ella es muy sexy. Muy CA-LI-EN-TE", dijo en español con un marcado acento americano.
Dada la audiencia, la sátira de Bush y su imitador tuvo un marcado carácter político y no ignoró las malas cifras por las que atraviesa la popularidad del presidente, que oscila según las encuestas entre el 36 y el 32 por ciento de aceptación.
Quejándose del "atajo de periodistas y liberales de Hollywood" que según dijo su doble estaban allí reunidos, el presidente se preguntó: "¿por qué no puedo yo cenar con ese 36 por ciento de gente a la que le gusto?".
Siempre a través de su "otro yo", se quejó de tener que asistir "a este tipo de malditas cenas y hacer ver que me gusta estar aquí. Estar aquí realmente me fastidia un montón. Estos tratan de ponerme en aprietos no editando lo que digo... En fin, vamos a dejar que la cosa sigan, porque si no, nunca me iré a la cama".
En este contexto, Bush y su "otro yo" hablaron también del accidente de caza el que el vicepresidente Richard Cheney hirió a un abogado texano.
"Como les gustaría saber la verdadera historia... Realmente él estaba borracho como una cuba. Una cerveza. Una cerveza "lite" (light)" se había tomado Cheney, dijo el imitador quien no tuvo reparos en subrayar que lo malo es que "el gran cazador blanco", disparó "contra el único abogado que me apoya en el país".
El presidente y el impecable montaje que la Casa Blanca organizó para la cita provocaron las carcajadas de una audiencia crítica en la que compartieron mesa y mantel políticos de todas las tendencias y controvertidos personajes.
Entre ellos estaba la espía delatada Valery Plame, quien con un aire a lo Sharon Stone -vestido blanco largo y escotado, melena rubia al viento y unos penetrantes ojos azules- acudió con su marido el crítico ex embajador Joseph Wilson, quien alega que la filtración del nombre de su esposa fue una represalia de la Casa Blanca contra sus opiniones contra la guerra de Irak.
Fue una cita de políticos y famosos, de influyentes y de críticos, donde había para todos los gustos. Desde iconos del pasado como Henry Kissinger y Madeleine Albright, hasta todopoderosos como el nuevo presidente de la Reserva Federal Ben Bernanke y promesas de futuro como el siempre "presidenciable" senador John McCain.
Pero, a la hora de la verdad, los remolinos de gente, las esperas para tomarse una fotografía y las disputas por "verlo de cerca" se formaban sólo en torno a George.
En torno a George Clooney.
(EFE)