La historieta francesa más grande de todos los tiempos. Y la más global. Eso es Asterix. Y también: la saga de cómics más vendida del mundo (se habla de más de 370 millones de copias). Desde sus inicios las aventuras de estos galos irreductibles derribaron fronteras y con el tiempo su fama se extendió por el mundo. Hasta donde se sabe, ha sido traducida a 116 idiomas y dialectos (más precisamente: 87 idiomas, 29 dialectos), entre los que se incluyen afrikáans, asturiano, bengalí, carelio, esperanto, hindi, islandés, latín, letón, limbúrgico, occitano, picardo, póntico, valenciano y, por supuesto, galo.
Asterix fue creada en Francia en 1959, obra del guionista René Goscinny (1926-1977) y el dibujante Albert Uderzo (1927-2020). La acción transcurre en el 50 a. C., en la antigua Galia ocupada por los romanos y cuenta la historia de los habitantes de una pequeña aldea que resiste al invasor. Así como cada episodio de Star Wars comienza con una frase que proporciona una referencia espacio-temporal: "Hace mucho tiempo, en una galaxia lejana, muy lejana...", cada entrega de Asterix se inicia con una misma introducción: "Estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia está ocupada por los romanos... ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste, todavía y como siempre, al invasor. Y la vida no es fácil para las guarniciones de legionarios romanos en los reducidos campamentos de Babaorum, Aquarium, Laudanum y Petibonum...".
Es que los pobladores de esta localidad cuentan con una pócima secreta que les confiere una fuerza sobrehumana, lo que les ha permitido perder el miedo y desarrollar una capacidad sorprendente para brindar tortazos. En sus filas destaca el pequeño guerrero Asterix, rubio, de bigotes poblados y casco alado, y su gran amigo Obelix, el repartidor de menhires, un gigante pelirrojo y barrigón que de niño cayó en una marmita llena de poción mágica que lo volvió endiabladamente fuerte. Los acompaña una legión de secundarios de antología. Asterix ha generado películas animadas, largometrajes con actores de carne y hueso, y hasta un parque temático. Actualmente Netflix desarrolla una nueva serie de animación.
En una época sobresaturada de estímulos y en la que se publica un libro cada 30 segundos, la historieta creada hace más de 60 años resiste ahora y siempre gracias a una peculiar y estimulante combinación de humor, acción, historia, mitología y travesías por un mundo, en la que se cruzan personajes históricos con creaciones de ficción (Julio César, Cleopatra, Sigmund Freud, Los Beatles, Sean Connery, Sherlock Holmes o Hernández y Fernández) entre esquemas recurrentes, juegos de palabras y referencias culturales y sociales a diferentes épocas y sociedades.
Tras el fallecimiento de Goscinny, su socio creativo continuó encargándose en solitario del guion y los dibujos durante 10 números. Uderzo se retiró en 2013. Entonces, aprobados por el dibujante, tomaron la posta Jean-Yves Ferri y Didier Conrad, en guion y dibujos respectivamente, con los álbumes Asterix y los pictos, El Papiro del César, Asterix y la Transitálica y La hija de Vercingétorix, editado el año pasado, el último título de una colección que actualmente comprende 38 números.
A lo largo de los años, los lectores de Hispanoamérica accedieron a las odiseas galas por medio de traducciones al español que no siempre se ajustaron de manera fiel al material original, además de que presentaban algunos errores extra relacionados con la edición y la corrección de estilo. De hecho, estas versiones son materia de estudio en tesis de maestría y de Licenciatura de Traducción.
Recientemente, luego de un trabajo de años que comenzó con la negociación por la obtención de los derechos para la región, la editorial argentina Libros del Zorzal emprendió la tarea de corregir lo hecho hasta ahora, lo que significó empezar de cero, directamente del francés, cuadro a cuadro, globo a globo, siguiendo las reglas que el guionista se impuso para la creación de su mundo. Este nuevo acercamiento incluye giros, guiños y referencias más cercanas, con nombres como Vamoarribax, Elquetejedix, Agarratecatalina y Maragatos, entre otros condimentos locales.
Un equipo compuesto por traductores, editores, escritores, dibujantes y diseñadores trabajó en nuevas versiones de todas las aventuras de Asterix. Finalmente, la colección completa fue relanzada el 12 de mayo en Argentina, donde están disponibles los números del 1 al 9, junto con el último, La hija de Vercingétorix, centrada en Adrenalina, la (ficticia) hija del legendario (y real) jefe galo, quien tras ser perseguida por los romanos encuentra refugio en la aldea de los irreductibles.
El plan es editar cuatro números más en julio, cuatro más en agosto, y así hasta fin de año. En Uruguay, en cambio, llegarán 28 números todos juntos, como tortazos de Obelix. En rigor son los primeros 27 números más La hija de Vercingétorix. Estas gemas arribarán junto con los primeros 11 de Lucky Luke y ocho de Iznogud, acaso una historieta menos conocida de Goscinny pero igualmente imaginativa y criminalmente divertida.
Lo que sigue es una síntesis de una conversación con Leopoldo Kulesz, director de Libros del Zorzal, y parte de la legión que se embarcó en la traducción (no solo de Asterix, también de otras dos obras de Goscinny como guionista): el escritor Roberto Gárriz, el dibujante, investigador y divulgador especializado en historietas infantiles César da Col, el diseñador Osvaldo Gallese y la correctora de estilo Carolina Uribe, "engranajes fundamentales en esta locura", dice Kulesz. Una locura que busca conectar con aquello que Goscinny y Uderzo lograron por medio de la historieta: crear una fuente ilimitada de diversión, asombro y fascinación.
Las reglas de Goscinny. Kulesz es doctor en Matemáticas, y junto con su hermano Octavio fundó Libros del Zorzal en 2000, sello a través del cual ha editado narrativa, ensayo, poesía, teatro e historietas. El catálogo de Del Zorzal incluye a Bourdieu, Chomsky y Lévi-Strauss, Primo Levi, Boris Vian, George Bataille y Jean Cocteau, Lou Andreas-Salomé, María Esther Gilio e Inés Arteta, entre otros nombres, además del propio Goscinny, también presente a través del libro Del Panteón a Buenos Aires, una colección de crónicas con ilustraciones de algunos de los más grandes dibujantes europeos.
En cuanto a la traducción de Asterix, el trabajo se hizo de cero, principalmente porque Hachette, la editorial que maneja los derechos, lo estableció como condición. "Se comenta que esta traducción es rioplatense. De ninguna manera. Esta es una versión que se pretende fiel a la original", asegura Kulesz, quien reconoce guardar "un enorme cariño" a la edición anterior más allá de las fallas. "Esta traducción fue auditada por un externo que todavía hoy no conocemos ni nosotros ni ellos. El veredicto final de la auditoría es que no parece una traducción sino un original. Fue el trabajo de meses y meses de mucha gente a lo largo de más de un año".
Hasta ahora se han puesto 446 nombres de personajes y hay 21 guiños a los cinco países donde será distribuida la historieta (Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay). "Entre las maneras de ser fiel a Goscinny está la de respetar las reglas para poner nombres. Cuando un galo termina con ix, Goscinny no se permite cualquier cosa. Son palabras o juegos de palabras que terminan fonéticamente en la i: ique, isque, que en español son ico, ica, isco, ismo".
Un ejemplo. "Edadepiedrix, tal como aparece en la traducción española, no funciona. Edad de Piedra termina con a. Entonces lo cambiamos. Le pusimos Geriatrix, que viene de geriátrico". En la edición original se llama Agecanonix, del francés age canonique ("edad canónica"), y en algunas traducciones al español apareció como Vegestorix, que tampoco respeta los criterios de Goscinny para la nomenclatura.
Otro caso es el de Goudurix, el sobrino de Abraracúrcix, jefe de la aldea. El nombre proviene de la expresión goût du risque, es decir: "que le gusta el riesgo". En la traducción al español fue rebautizado Gudurix, que no quiere decir nada. Ahora es Frenetix. El nombre va con el personaje, que le gusta el riesgo, y cumple con la regla de Goscinny (frenético termina en ico).
La esposa de Abraracúrcix, en francés se llama Bonemine (bonne mine = "buen aspecto"). En la vieja traducción se llamaba Karabella. "El nombre no significa que es linda, sino que tiene buen aspecto", explica Kulesz. Además, en aquella traducción le pusieron una k "para complicarla un poco". En la nueva traducción se llama Buenamina. "Se le ocurrió a Agustina Blanco, la traductora que revisó mi traducción. Los nombres de las mujeres no tienen reglas, simplemente tienen que sonar lindo. Entonces a Agustina se le ocurrió Buenamina. El diminutivo afectuoso en francés, cuando Abraracúrcix quiere reconciliarse con ella, es Mimine, te la deja picando para que sea Mimina". Y así quedó.
"Precisamente, la bisagra la forman Edadepiedrix y Karabella", continúa Kulesz. "De la gente que está entre los 45 y los 55, que leyeron la versión española y se fanatizaron y amaron a Asterix a partir de ahí, mucha se siente ultrajada. '¿Cómo le vas a cambiar el nombre a Edadepiedrix?'. Yo lo entiendo. Si lo estuviese viendo de afuera quizás estaría diciendo lo mismo. Te muestra lo pasional que es esto, que es la parte buena".
Sigue Kulesz: "Los que no pudimos cambiar fueron Abraracúrcix, que viene de à bras raccourcis, "a brazo partido", y Asurancetúrix, el bardo, que es assurance tous risques, "seguro contra todo riesgo" en español. Salvo esos, y los que ya funcionan de por sí, como Panoramix o Eseautomatix, cambiamos todos los nombres".
Que no son pocos. La galería de secundarios es asombrosa. Entre los galos están Malcomix, Dividix, Chimichurrix, Guefiltefix y Gintonix. Y también: Elquetejedix y Vamoarribax, quien en la antigua traducción era Ipipurrax, juego de palabras con la expresión "¡Hip, Hip, hurra!", más escuchada en doblajes que en la vida real.
Esos cambios y esos guiños suman, aportan sentido, según comenta el escritor Roberto Gárriz, a quien Kulezs presenta como director del Departamento de Juegos de Palabras. "Porque en realidad los nombres, desde acá, no nos decían nada. Leíamos esos nombres como palabras difíciles", explica Gárriz, autor de varias novelas (Echándonos de menos, Las tetas de Perón. Una novela peronista hasta las manos, Gardel contra los zombis, entre otras), y del juego de mesa (que también es un libro) La Carrera Política, en el que se utilizan cartas especiales para que cada jugador realice una campaña para alcanzar los cargos de intendente, gobernador y presidente.
Para los habitantes de la antigua Grecia, Goscinny utilizaba nombres terminados en os y as. Siguiendo esa regla, ahora el lector puede encontrar a Simplefas, Secalzoloscortos, Elacabos y Maragatos ("Mis suegros son de San José; nunca está de más complacer a los suegros", dice Kulesz). Los guiños, a veces, son generacionales, como Mohamedalix y Marlenedietrix, o el romano llamado Mariobaracus ("Mi hija de 15 no sabe quién es Mario Baracus", comenta Gallese).
En la última aventura, La hija de Vercingétorix, los adolescentes galos usan expresiones como "ahre", apunta Carolina Uribe, quien, junto con Valeria Cipolla, se encargó de la caza de erratas y la corrección de estilo. "Si en la versión francesa usan localismos franceses cuando hablan los adolescentes, yo no puedo lavarlo, tengo que usar localismos, lo mejor que pueda. No hay alternativa. No sé si en Bolivia entenderán 'ahre'. Se las tendrán que arreglar. De la misma manera que yo me arreglé cuando, siendo niño, leí la palabra 'nauseabundo' por primera vez, que fue en una historieta de Asterix", propone Kulesz.
Los oriundos del antiguo Egipto, además de hablar en jeroglíficos, llevan nombres terminados en is: Suigeneris, Ginfis y Epidermis. Los romanos, en tanto, terminan en us: Espinadecactus, Nodijonimus, Trolebus, Futlus, Pipicucus, Quelultimoapaguelalus, Tiramisus y Capitanpilus, además del ya mencionado Mariobaracus.
En Asterix y los godos, Kulesz renombró a dos soldados romanos con un guiño gardeliano. Allí, en la frontera entre Galia y Germania, hay dos legionarios montando guardia: Tulus y Tacuarembus. "Cuando vi a los dos juntos me vino la idea y me divirtió. Lo único que hacen es llamarse así. El que quiere ve algo y el que no quiere no ve nada y no pasa nada".
Hay más. Hay palabras en guaraní, como Panambix, que viene de panambi (mariposa). Hay un normando llamado Partedelstaf, y entre las mujeres galas se halla una tal Agarratecatalina. Kulesz vivió un tiempo en La Paz (en Bolivia), en el barrio Achumani, el cual es saludado a través de un personaje llamado Achumanix.
"No me peguen, soy romano". "Lo que me pasó como lector fanático de Asterix desde siempre es que, ya de grande, cuando leí el original, me impresionó constatar que era todavía muchísimo mejor de lo que había leído de chico, que me había encantado y me había hecho feliz", cuenta Kulesz, que en 2018 fue nombrado Chevalier de l´ordre des arts et des lettres por el Ministerio de Cultura de Francia.
"Cuando uno lo ve con lupa, lo razonable es hacer la traducción de nuevo. Pero es imposible, o no es aconsejable, que una sola persona haga la traducción de Asterix. Hacen falta muchas ideas diversas. La cabeza de Goscinny era única, no se la reemplaza con una sola persona. Así que hice la primera traducción en Excel, a un ritmo lento pero sostenido, y cuando aparecían dificultades que atentaban contra ese ritmo, las dejaba marcadas en rojo. (Calculo que entre cada álbum habría entre 10 y 15 rojos que quedaban pendientes.) Después pasó la etapa de revisión de un equipo de entre 12 y 14 personas (entre las que se encuentran la traductora Agustina Blanco, el editor Federico Juega Sicardi, el documentalista argentino Andrés Jarach, el filósofo Octavio Kulesz, y Matías Attwell, licenciado en Letras y profundo conocedor de civilización grecorromana, además de Cipolla, Gallese, Gárriz y Uribe). Arrancamos a revisar globito por globito, desde erratas mías hasta mejoras secundarias. Y, por supuesto, nos abocamos a la parte difícil: los juegos de palabras. Cada juego de palabra fue traducido en un juego de palabra. Y eso fue una aventura que ya terminó pero que parecía infinita. Hay juegos de palabras que tienen una traducción más o menos inmediata y hay otros que son o parecen imposibles y pasamos dos semanas seguidas trabajando en él".
En esta nueva versión, no solamente cada juego de palabras se traduce en un juego de palabras: "Hay momentos donde el original no tiene juego de palabras y nuestra traducción sí", confiesa Kulesz. Y es que lo que puede parecer una traición es en realidad una muestra de fidelidad al trabajo y a la forma de crear de Goscinny. "Además, estuvimos alentados por Hachette a poner guiños locales a los países donde va a estar distribuida esta colección", agrega.
Un caso ocurre, por ejemplo, en Asterix y los godos. Cuenta Gárriz: "Hay una parte en la que se genera un problema para los que manejan el francés, que no es mi caso, y es el momento en el que tenés que decidir cuándo soltás la versión original, cuándo decidís que del chiste original no vas a tomar nada. Es bastante difícil. Hay veces que tenés que inventar de cero porque por más vueltas que le des no se puede reproducir. Puede ser porque Goscinny jugó con la fonética o porque jugó con una frase popular en Francia que nosotros no conocemos. Goscinny tomaba de todos lados. Es como si nosotros tomáramos la letra muy popular de un tango y la reprodujéramos en la historieta: para nosotros sería graciosísimo y para alguien que no conoce ese tango no tendría ningún sentido", explica. "Entonces pasaba muchas veces que tenían que tomar esa decisión de soltar y ahí es cuando podía intervenir yo y proponer otra cosa. Ahí nos dimos cuenta también de que podíamos agregar algo que no estaba en la versión original pero sí nos hacía gracia a nosotros. Y con ese egoísmo de pensar que lo que le hace gracia a uno puede ser gracioso para los demás, llegamos al capítulo de Asterix y los godos donde se produce una situación en la que Asterix y Obelix son buscados por los romanos. Se pone una recompensa a quien encuentre un godo grandote y uno chiquito, y ellos son tomados por godos. Lo que hacen Asterix y Obelix es capturar a dos romanos, les sacan los trajes de legionario y se hacen pasar por romanos. Pronto cunde el rumor de que los supuestos godos que están buscando se disfrazaron de legionarios. Entonces los romanos empiezan a perseguirse entre ellos. En la versión en francés, un legionario va corriendo desesperado, perseguido por otro, que va con la espada en alto. Mientras es perseguido, el legionario grita: '¡Soy romano! ¡Soy romano! ¡Soy romano!'. Nosotros cambiamos ese globo y le pusimos '¡No me peguen, soy romano!'. Eso hace gracia por la situación en sí, pero también por la anécdota que ya conocemos. Nos parecía que agregaba".
Kulesz asegura que con este tipo de acciones, siendo fieles y sin cambiar el sentido original, le agregaron un condimento a la historia. "Intentamos que los juegos de palabras sean universales. Hay veces que se nos ocurre un juego de palabras que es mejor que el universal y tiene algún condimento local y ahí soy de la idea de que si es mejor hay que hacer el mejor. El reflejo es decir: 'Dejamos afuera al lector chileno', ponele. Eso, para mí, es una falacia. Cuando yo hago un juicio de valor no lo hago en general, lo hago en relación con ser fiel a Goscinny. Todos los que somos lectores de Asterix nos damos cuenta de que hay guiños, referencias y palabras que no entendemos a los ocho años pero sí a los 18 o los 24. Hay palabras que aprendí leyendo Asterix. Por ejemplo, que un olor podía ser "nauseabundo" o una comida "frugal". A los ocho años no sabía lo que era nauseabundo ni frugal pero no me importaba, porque todo Asterix era una promesa de diversión inmediata y también una promesa de entender cosas copadas más adelante. Por eso, lo que uno no entiende con Asterix sabe que igual tiene un sentido, sabe que está bueno. Es una promesa para entender algo que nos va a divertir después. Entonces, siendo fieles a Goscinny, si se nos ocurre algo superador que implica algún localismo, no nos importa: es la manera de respetar a los lectores que tenía Goscinny. Respetar a un niño no es decir 'olor feo' en lugar de 'olor nauseabundo'".
A todo esto, no solo había que traducir todos los globitos. Asterix es un mundo inmensamente rico cuadro a cuadro. Por lo que también hubo que adaptar los carteles, las inscripciones y las onomatopeyas que son parte de ese mundo. Y de esa parte se encargó el dibujante, diseñador y editor Osvaldo Gallese. "Más allá de las dificultades semánticas, el resultado final tenía que funcionar como si fuera el original", reconoce. "Fue todo un desafío porque la puntuación es diferente. Los signos de interrogación y de exclamación no tienen apertura. Muchas veces las onomatopeyas interactúan con líneas cinéticas (símbolos gráficos que dotan de dinamismo o énfasis en el movimiento de los personajes) y con partes de la ilustración, incluso a veces rodeando a un dibujo, como el canto de un gallo que se extiende a lo largo del horizonte, por ejemplo. Y todo se hizo tratando de que quede como si lo hubiera dibujado Uderzo. Ese fue un gran desafío: respetar el clima, el ambiente que Uderzo generaba en cada viñeta".
La lección de Asterix. Después de tantas horas, días y meses trabajando cuadro a cuadro, viñeta a viñeta, con una dedicación y una atención comparable a la que se dispensa en la creación de una animación stop motion, todavía hay detalles y elementos que siguen sorprendiendo a cada miembro del equipo.
"Para los que militamos por la historieta edición argentina y, sobre todo, en libro, que permita que la historieta esté en bibliotecas, en circuitos culturales como ferias del libro o bibliotecas populares, que haya una editorial argentina que se ponga al hombro esto, es lo más sorprendente que pueda existir en este momento", dice el dibujante Da Col.
Gárriz confiesa: "Hubo algo que me sorprendió: vi cosas que evidentemente de chico no entendía y que entonces pensaba que no las entendía porque eran chistes o referencias para grandes. Pero trabajando en esto lo que descubrí es que en realidad no las entendía por defectos de la traducción. Por eso siento que esta traducción me amplió los sentidos; la decisión de Leopoldo de hacer la traducción de cero, de hacerla bien, a conciencia, de no dejar nada suelto; el laburo gráfico de Osvaldo (Gallese) es impecable. Lo ves y es Uderzo".
Y dice Gallese: "Haciendo este trabajo, estando mucho tiempo sobre una viñeta, no dejaba de sorprenderme la riqueza de cada una, cómo estaba cuidada cada viñeta, donde no solo pasa lo que ves en una primera instancia, dos personas hablando, por ejemplo, sino que pasan muchas otras cosas atrás. Como cuando Cleopatra está hablando con el arquitecto Numerobis y hay un leopardo que lo mira fijo mientras atrás hay un guardia que está haciendo cosa". (Asterix y Cleopatra, donde incluso los diálogos en egipcio antiguo aparecen ‘doblados', lo que les permite a Goscinny y a Uderzo ejecutar una serie de bromas gráficas muy sutiles y muy geniales.)
A diferencia de los demás, Uribe tenía muy vagos recuerdos de Asterix. "De chica me gustaba mucho Ideafix. Ahora, al reencontrarme, me maravilló ese mundo: Asterix es una lección de historia. Todo el contenido que tiene. El poder de observación de Goscinny y Uderzo es sorprendente", dice la correctora, que también se hace cargo de las redes sociales de la editorial.
"En mi caso, la mayor sorpresa fue descubrir que el original era mil veces mejor que lo que ya había leído, que ya me había gustado un montón", confiesa Kulesz. "Después, al trabajar en esto, me di cuenta de algo más: de lo indispensable de hacerlo en equipo. Vos ves un juego de palabras, un nombre, pensás en cómo lo resolvés, te das cuenta de que lo tenés que dejar porque es humanamente imposible resolverlo, pero cuando lo tirás a un equipo eso se soluciona. En equipo, la solución está, siempre. Eso fue algo que me sorprendió. Ya desde el álbum dos aproximadamente laburé tranquilo sabiendo que, laburando en equipo, todo tiene solución". Puede parecer que el descubrimiento de Kulesz no habla directamente de Goscinny y su obra maestra, pero alcanza con ver cualquier episodio de las aventuras galas para descubrir que, más allá de la poción mágica, es el trabajo en equipo el componente esencial y el secreto mejor guardado de su carácter irreductible.
ASTERIX VS ASTÉRIX
La tilde en la letra e que aparece en el nombre de Asterix en las portadas de las historietas ha generado confusiones respecto a cómo se pronuncia el nombre en español. "En francés, la é y la e son dos vocales diferentes, se pronuncian distinto. En la edición española no le tocaron el acento, no sé por qué", dice Kulesz. A pesar de que también hay muchos que pronuncian Asterix acentuando en la a, lo cierto es que, tanto en español como en francés, la acentuación va en la última sílaba.
UNA ESTRELLA
En Asterix y la historia real, el historiador René van Royen y la filóloga Sunnyva van der Vegt recorren el mundo antiguo a través de las páginas de la historieta y lo analizan todo: vestuario, armas, nombres y costumbres. Cómo eran las aldeas y de qué manera se distribuía el trabajo, cuál era el papel de las mujeres y qué tanto jabalí se comía en los banquetes. Y también analizan, por supuesto, el tema de los nombres. Asterix proviene de la palabra asterisco, signo que tiene la forma de una estrella pequeña que, a su vez, procede de la palabra latina áster, que significa "estrella". Y apuntan lo siguiente: "El sufijo rix, que significa "rey" (rex, en latín), es auténticamente celta. Goscinny tomó este sufijo de los famosos textos de Julio César sobre las guerras que libró en las Galias. En esos escritos encontramos nombres como Dumnorix, Vercingetórix y Orgétorix, jefes galos que ocupaban un puesto destacado en la lucha contra el enemigo romano". Vercingetórix fue un importante jefe galo vencido en la batalla de Alesia (52 a. C.). Ante esta derrota, arrojó sus armas "a los pies" del César, lo que originó un gag que aparece en un par de números de Asterix. Ahora, en la más reciente aventura, Vercingetórix regresa a través de su hija adolescente, Adrenalina.
MAJARETAS, LOCOS, CHIFLADOS, DEL TOMATE
Para algunos lectores, entre algunas expresiones célebres como "¡Por Tutatis!" se encuentra "Están majaretas estos romanos". Sin embargo, esta frase ya no figura en las últimas traducciones españolas, donde se lee: "Están locos estos romanos". Durante el trabajo de la nueva traducción, en un momento se pensó en volver a majaretas. "Pero me parecía que quedaba descolgado", resume Kulesz. "Se hubiese notado. Hubiese desconcentrado la lectura. Y uno tiene que ir leyendo y estar dentro de la historia. Nada te puede sacar de la historia. Para mí la palabra más aproximada al original es chiflados. (En francés es Il sont fous ces romains! que literalmente significa "¡Estos romanos están locos!".) Lo que pasa es que cuando Obelix dice eso, no está diciendo "locos". La traducción más aguda sería "Están del tomate". El asunto es que entrás en un anacronismo raro (no había tomates en Europa en aquella época). En algo anecdótico, si mejoro el juego de palabras lo uso, no me importa. Pero en algo emblemático usar un localismo me parece que podría expulsar a más de un lector. Por eso, chiflados está bien, me parece".
INAGOTABLE
A lo largo de las décadas la distribución de Asterix en Hispanoamérica atravesó por distintos problemas y para los fanáticos nunca fue muy sencillo tener la colección completa. Los álbumes se agotaban y no se reponían. Esto también es algo que Kulesz busca corregir. Y lo hace por medio de una pequeña maniobra: reduciendo mínimamente la talla. "Achicamos mínimamente el formato. Pasamos a 21x28 (la clásica colección es de 23x30)", dice el editor. "La única razón por la que cambiamos el formato es que se adapta a las nuevas tecnologías digitales de impresión bajo demanda. Esto nos garantiza que si un álbum se agota, pero no a un ritmo de venta donde se justifique hacer 2.000 ejemplares para venderlos en cinco años (que en general los editores toman la decisión de no reimprimir), lo podamos hacer igual, a demanda. Entonces, si a tres tipos les falta el 17, lo van a tener. El álbum no se agota nunca".
"Con las ediciones anteriores pasaba algo más también", dice Gárriz. "Como estrategia de venta, las editoriales sacaban primer y segundo volumen a un precio bajísimo, entusiasmaban al lector, y cuando eso sucedía sacaban el tercer número a un precio cuatro veces más caro de lo que salía un solo número. Así, si querías completar la colección, se te hacía prácticamente imposible. Eso no va a volver a pasar".
GOSCINNY, EL FRANCO-ARGENTINO
El dibujante, investigador y divulgador César da Col se sumó al equipo, dice, cuando ya estaba todo armado. "Y me sumé, creo, por la militancia que llevo por el reconocimiento de Goscinny como un franco-argentino", comenta. Da Col es un especialista en el trabajo del guionista, y es asombrosa la cantidad de datos que maneja sobre la argentinidad del creador de Asterix.
"En casi todas las biografías se dice que pasó su infancia y adolescencia en Argentina, después fue a Estados Unidos, conoció a la gente de la revista Mad, conoció a Morris, y como que ahí le hizo eclosión la cabeza, se fue a Francia, conoció a Uderzo, crearon Asterix y ta. Pero Goscinny vivió toda su infancia y adolescencia en Buenos Aires. Llegó a Argentina un 9 de junio de 1928, cuando tenía un año y 11 meses. Y se quedó hasta septiembre de 1945. Y sabemos que en Buenos Aires, y toda la región obviamente, pero sobre todo en Buenos Aires, el ámbito cultural era impresionante, pasaba de todo, y la historieta argentina estaba pasando por un gran momento. Goscinny decía que incorporó muchos elementos de la historieta a partir de leer historieta estadounidense. Y esa historieta la leía con traducciones argentinas. No decía de dónde sacaba esas traducciones, pero sabemos que por esa época, a partir de 1934, el diario Crítica sacaba un suplemento de historietas muy popular, a todo color, con Mickey, Popeye, Tarzán. Ese suplemento fue recontrapopular. Cuando esto se publicó en Buenos Aires, Goscinny tenía 10 años. Además estaba la revista Pif Paf, que también publicaba material inglés y estadounidense. Goscinny vivió el nacimiento de Rico Tipo, sobre fines de 1944. Lo de Rico Tipo fue una cosa monumental, no solo en Argentina, también en Uruguay. Goscinny vivió ese primer año".
En medio de esto, en 1936 apareció otra pieza clave: Patoruzú. Existe abundante material que aborda la influencia que tuvo la creación de Dante Quinterno en una de las mayores obras de Goscinny. Las comparaciones entre el pequeño guerrero galo y el corajudo cacique indio son casi tan inevitables como las que se pueden encontrar entre los regordetes Obelix y Upa. Muchos sostienen que los pantalones de Obelix a rayas celestes y blancas se inspiran en la camiseta de Racing o, directamente, en la de la selección o la bandera argentina.
"Si bien Goscinny cuando hablaba en castellano lo hacía con acento rioplatense, nunca dijo que leyó Patoruzú, pero la cultura la llevaba encima. Sabemos, por su hija, que hasta sus últimos años (falleció a los 51, pero por la trayectoria que tuvo parece que vivió 80) comía empanadas y todos los días desayunaba con dulce de leche en París", dice Da Col. Como no viajaba en avión, pasaba tres semanas viajando en barco para estar tres semanas en Buenos Aires y tres semanas en Punta del Este, y luego volvía a Francia nuevamente en barco, en tres semanas. Agrega Kulesz: "Los recuerdos que Anne tiene de su padre son exclusivamente de Buenos Aires y Punta del Este. Porque volvían a París y el papá se ponía a trabajar, desaparecía".
TODO GOSCINNY
En paralelo al lanzamiento de Asterix, Lucky Luke e Iznogud, la intención de Libros del Zorzal es completar la colección Goscinny, lo que también incluye El pequeño Nicolás, la serie de libros que el guionista desarrolló junto con el dibujante Jean-Jacques Sempé. "Están Shakespeare y Cervantes, y creo que Goscinny anda por ahí", dice Kulesz. "Lo tuvimos viviendo acá y pienso que esto no es solo para homenajearlo, también es para hacer disfrutar de esto a los demás, chicos y grandes, en traducciones fieles. Qué fea analogía se me ocurrió, pero es como decía Walter White, en Breaking Bad: lo hacemos porque queremos y porque nos gusta. Esperamos poder seguir".
IZNOGUD Y EL DESAFÍO DE LOS JUEGOS DE PALABRAS
Una traducción conlleva diferentes niveles de dificultad. Y la traducción de un cómic le agrega nuevas capas a esos niveles. Y si se añade además que se trata de un cómic de humor, el grado de dificultad se hace aun mayor. Roland Diot sostiene que la traducción del humor "puede llegar a ser tan desesperante como la traducción de la poesía".
Si bien la aventura gala pareció (y parece) interminable, la tarea de traducir Iznogud ofrece nuevos e insólitos niveles de complejidad. "En Asterix hay muchos juegos de palabras. (En Lucky Luke casi no hay, Morris los detestaba.) En Iznogud todos los episodios, que son de ocho páginas, son en función de un juego de palabras. En un episodio, por ejemplo, el tema es mano. Bueno: todo lo que pasa ahí son juegos de palabras con mano", ejemplifica Kulesz.
"Hubo una que parecía imposible, una historia sobre el espíritu de un pantano donde todos los juegos de palabras eran con pantano", recuerda Gárriz. Ese capítulo tiene una vuelta extra: al espíritu del pantano le gustan muchísimo los juegos de palabras malos. "Cuando empezamos a trabajar en esa historia parecía imposible... Pero una vez ahí terminamos metiendo más juegos de palabras que los que traía el original", dice el escritor. "Goscinny sabía lo que les gustaba a sus dibujantes. Cuando empieza a guionar para Morris hacía pocos juegos de palabras porque sabía que a Morris no le gustaban. Cuando hacía los guiones para Uderzo, sabía que esos juegos le gustaban más o menos, entonces los incluía en su medida justa. Cuando empieza a guionar para Tabary, el dibujante de Iznogud, sabe que le fascinan, entonces los mete todo el tiempo".