Personajes
Creadora de Cande Down Side Up

Alfonsina Almandoz: "Probé la droga de sentir que uno está haciendo cosas"

Nombre: Alfonsina Almandoz Edad: 41 Ocupación: creadora de la cuenta de Instagram Cande Down Side Up, escritora, productora rural Señas particulares: el perro de la familia se llama Fang por el de Harry Potter; empezó a bordar en la pandemia; su marido le dice que su vida es una ONG.

11.05.2021 07:00

Lectura: 6'

2021-05-11T07:00:00
Compartir en

Por Patricia Mántaras

Es fiel lectora de Gabriel García Márquez, dice que su casa tiene mucho de Macondo y que le pone una cuota de realismo mágico a las cosas. ¿Qué lugar le da a la fantasía en su vida? Sí. Macondo y toda la literatura latinoamericana fueron escuela número uno de cómo hacer que lo increíble sea creíble. Mi viejo era un tipo muy creativo. Yo soy la más chica de toda mi familia, y cuando nos íbamos para el campo me aburría bastante, entonces él me inventaba historias. Me traía una piedrita y me decía que era el diamante redondo de Katmandú, que lo había traído un grupo de bereberes que habían cruzado el campo para tomar agua y habían pagado con eso, y que a partir de ahora en el tercer cerro, arriba de una piedra, iba a haber siempre algo que iban a dejar en pago. Entonces yo llegaba al campo y rajaba a caminar mis buenos kilómetros para llegar al tercer cerro, y siempre había un billetito de 20, 50 pesos. Mi papá falleció hace casi 10 años. Yo estaba en Chile, embarazada de Iñaki, y cuando volví a Uruguay la primera vez fuimos con Iñaki bebé y Martín (su esposo) al tercer cerro, y había un billete de 50 pesos viejo. Fue de las cosas divinas que me han pasado.

Vivió un tiempo en Chile, cuando trabajaba en Techo, pero conoció a su marido allá por casualidad, cuando ya se había vuelto. ¿Cómo fue? Realismo mágico. Él es gringo, de mamá americana y papá chileno. A los nueve años se fue a vivir a Chile con su familia, y ahí se quedó hasta los 18. Después volvió a Estados Unidos a estudiar y al terminar decidió volverse a Chile. Mientras tanto, a mí me invitaron a hacerme cargo de Techo Latinoamérica y me fui para la oficina central en Chile; dejé congelada mi carrera acá (Arquitectura). Estuve dos años allá y en 2008 decidí volverme a Uruguay para terminarla. Cinco años en Techo y nunca había tenido ningún amorío, nada de nada. Cuando volví a Chile al casamiento de una de mis partners de equipo me encontré con este personaje muy alto, muy rubio y con una pata enyesada porque lo habían operado. Una amiga me dijo: "Ustedes son el uno para el otro". Nos pusimos a hablar, los dos queríamos ser presidentes de la república y empezamos un noviazgo a distancia que duró un año y medio hasta que en 2009 él vino a Uruguay a pedirles la mano a mis papás.

En más de un posteo comentó que sus hijos, que no son Cande (Iñaki y Guillermina), alguna vez le hicieron notar que recibían menos atención en redes. ¿Cómo maneja ese equilibrio? Es complicado. Más que siempre está Cande en el centro, es que siempre está el Síndrome de Down (SD) en el centro. Me está empezando a pasar con mi hijo más grande, que me dice: "Yo también quiero tener SD". Pero yo creo que son procesos que van viviendo, que a medida que van creciendo van empezando a entender. Hace unos días tuve por primera vez esta charla con él para explicarle: "Esto que estamos haciendo es por mil razones. Una de las razones es que quiero que tú seas libre. Y para que seas libre y tengas todas las opciones de hacer todo lo que tú quieras, yo tengo que darle a tu hermana la posibilidad de ser libre y hacer todo lo que ella quiera, y que tú no tengas que sentirte atado el día de mañana cuando tus papás no estén". Esa fue de las cosas que más me acongojó cuando nació Cande.

¿Le cuesta sacarse el traje de superheroína? ¿Reconocer que está cansada? Sí, hace un tiempo tuve un quebranto de salud bien lindo y tuve que parar de golpe, y me sentía tan inútil, que estaba aportando tan poquito. Yo creo que probé la droga de sentir que uno está haciendo cosas, y cuando uno prueba esa droga y te la sacan no voluntariamente sino porque tenés que cuidarte, te sentís como que ves pasar las oportunidades y pensás: "Todo lo que se podría hacer con esto, alguien que levante la pelota". Y me entra la desesperación. Según mi marido, mi vida es una ONG (risas). Llega un momento en que no puedo hacer todo. Esa habría sido la única razón por la que hubiera sido cura, de ser hombre.

Es bastante crítica con la industria de la moda, que todavía sigue confeccionando prendas para un tipo de cuerpo hegemónico. ¿Qué prenda le parece que todavía es difícil encontrar acá? El jean en Uruguay es algo que te entra o no te entra, mala suerte, y para que te entre tiene que ser una carpa y chau, manejate. Por ese lado todavía tengo una lucha que quiero pelear pero no me animo. Va a requerir años de pensado, de cómo plantearlo, de si yo me acepto 100%. En gran parte siento que es un problema de cada uno porque vengo de esta cultura de "Tú tienes que ser hegemónico", y el hecho de Cande también me hizo cuestionarme eso. ¿Quién le va a pedir a ella que sea hegemónica? ¿Por qué? ¿Es culpable de haber nacido con un cromosoma más? Entonces ahí entra la dualidad.

¿Cuál sería su regalo del Día de la Madre ideal? Que se termine la pandemia. Es impresionante todas las aristas que tiene esto, estamos viendo la colita del iceberg, es enorme lo que se nos viene encima. Si repaso imágenes de todo este año son durísimas: niños llorando frente a una computadora, familias que no se pueden abrazar. El otro día fue mi cumpleaños y tuve que ir a darle un abrazo a mi vieja, pero es inhumano la cantidad de gente que se fue sola, todos los temas económicos que están saltando, todos los temas de cabecita. Estamos todos con una presión y un estrés... Es igual a una guerra mundial, las secuelas son muy comparables. Y nos está generando eso de que la única forma de salir es "sé individual", "metete adentro de tu casa, de tu burbuja", "no toques al otro, no le hables, no lo abraces". Creo que es parte del crecimiento de la civilización, pero es duro.