Estilo de vida
El intrincado final de una líder

A 70 años de su muerte, se estrenó la miniserie Santa Evita

Star+ estrenó Santa Evita, una miniserie dirigida por Rodrigo García y protagonizada por Natalia Oreiro como Eva Perón

06.08.2022 07:00

Lectura: 10'

2022-08-06T07:00:00
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Por Federica Chiarino

En una cama de una habitación de palacio agoniza una mujer con el pelo rubio, casi blanco, y un peinado con trenzas. En su rostro pálido parece que ya no corriera sangre y apenas se distinguen el rosado de sus labios y los huecos de sus ojeras. Emite sonidos quejosos y se levanta de la cama, encorvada, con ayuda de una enfermera. Con ella sosteniendo su espalda y tomándola del brazo, da algunos pasos lentos hasta la ventana de su habitación de palacio. La mujer pregunta qué día es y la enfermera contesta “sábado, 26 de julio”. La mujer insiste en abrir la ventana, a pesar de la advertencia de la enfermera de que está muy frío afuera. La abre y hace una inhalación profunda.

“¿Por qué rezan tanto por mí?”, pregunta la rubia con la voz quebradiza. “Para que se ponga bien, señora”, le contesta la enfermera. “No me mientas, nena. Vos no”, retruca la mujer, cada vez más frágil. Sigue mirando a través de la ventana y se lamenta: “¡qué poquito me queda!” La enfermera llora y ella le pide que no lo haga. “Yo ya me voy. La flaca se va, se va a descansar”, anuncia ese rostro pálido con la mirada perdida en algún punto del otro lado de la ventana.

Con apodos cariñosos como “la flaca”, “la china”, “chinita” o “Evita”, y algunos otros despectivos como “la yegua”, se referían a Eva Duarte de Perón quienes la acompañaron de una u otra forma durante sus últimos días de vida. Con esa escena del día del fallecimiento de la exprimera dama de Argentina, filmada en el palacio Sans Souci de Buenos Aires, comienza Santa Evita, la miniserie de Star+ basada en la novela de Tomás Eloy Martínez que lleva el mismo nombre.

En la piel de Evita. Durante siete capítulos, la actriz uruguaya Natalia Oreiro se mete en la piel de Eva Perón, quien adoptó ese apellido después de casarse con el general Juan Domingo Perón, expresidente de Argentina, en 1945. Santa Evita no es sobre la vida de la exprimera dama, sino más bien sobre su muerte. La trama resume su corta pero memorable trayectoria política —de solo seis años— y sus últimos días de vida, con el cuerpo abatido por un cáncer.

“Piensa en la tristeza que le generaría a ella sentir que todavía hay mucho por hacer y que se está muriendo”, le dijo el director de la serie, el reconocido Rodrigo García (In Treatment, Albert Nobbs), a Oreiro en una de las jornadas de filmación de la escena de su muerte. En una entrevista que Star+ Latinoamérica difundió por redes sociales, la actriz contó que pudo “comprender ese dolor. No de dejar el cuerpo, sino desde la sensación de ¿quién va a continuar con esto?”.

La noche anterior a la grabación de la que es quizás la escena más importante de toda la serie, Oreiro se desveló repasando discursos de Eva Perón. A la jornada de trabajo en el palacio Sans Souci llegó sin dormir, para poder “transmitir esa fragilidad y ese cansancio” que no tienen “las personas vivas y sanas”.

Eva Perón falleció el 26 de julio de 1952 con solo 33 años, y su cuerpo fue embalsamado. Santa Evita gira en torno a su cadáver, que luego se multiplica en réplicas de cera y cada una de ellas toma diferentes destinos, en un operativo militar para intentar que la mujer no se convirtiera en una santa y que sus millones de seguidores no pudieran reunirse en torno a ella.

En la miniserie conviven, principalmente, tres líneas temporales. La primera es la de los últimos días de Eva Perón con vida y su fallecimiento, en 1952. La segunda es tres años después, cuando los militares secuestran su cadáver y se desarrolla el operativo militar para ocultar su cuerpo. Y la tercera ocurre casi dos décadas después de su fallecimiento. En 1971, el periodista Mariano Vázquez (interpretado por Diego Velázquez) recibe un pedido de su editor para investigar qué sucedió con el cuerpo de Evita desde su fallecimiento hasta la actualidad, cuando hay rumores de que volvería a manos de su exesposo, Juan Domingo Perón (Darío Grandinetti). La investigación de Vázquez es la que hilvana todas las partes de la historia, mayoritariamente ficticia.

Un cuerpo corrompido. Mientras millones de personas lloran la muerte de la ferviente defensora de los “descamisados”, como Eva Perón llamaba a los trabajadores más pobres, unos pocos celebran la noticia. En un ambiente de jolgorio, un militar levanta una copa, mira a otro y exclama: “¡Al fin se murió la yegua, coronel!”. El coronel es Carlos Eugenio Moori Koenig, interpretado por Ernesto Alterio, a quien Perón le había encomendado vigilar de cerca a Evita. Moori Koenig la odiaba, pero a su vez sentía una extraña fascinación por ella.

“Si no está la yegua, a Perón le quedan los días contados”, dice el coronel. Tres años más tarde, en 1955, los militares, liderados por él, logran derrocar al entonces presidente y viudo, y secuestran el cuerpo de su mujer, que yacía en la Confederación General del Trabajo de la República Argentina (CGT). Cuando Moori Koenig llega al lugar se encuentra con que el doctor Pedro Ara (el español Francesc Orellá, conocido por su rol protagónico en la serie Merlí), a quien se le había encomendado la tarea de embalsamar y preservar el cuerpo de Evita, tenía en total cuatro cuerpos idénticos. Uno era el verdadero y los otros tres eran réplicas.

El coronel lidera un plan minucioso junto al mayor Eduardo Arancibia (Diego Cremonesi) y otros dos militares, y durante una madrugada los cuatro cuerpos viajan a distintos puntos en provincias argentinas algo alejadas entre sí. Por supuesto, Moori Koenig queda a cargo del cuerpo real, que mueve, manosea y trata como si fuese un objeto. Ese cuerpo que sale de la CGT cambia de lugar y de cajón varias veces, y reposa intranquilo en los sitios más recónditos durante los siete capítulos.

Una protagonista sin tanto protagonismo. Oreiro contó en varias entrevistas que 10 años antes de ser convocada para el casting de la miniserie ya había sido contactada para interpretar a Eva Duarte de Perón en otra producción audiovisual. El papel era para ella, esa vez sin casting de por medio, pero no se animó. La actriz cree que no todos los profesionales de la actuación pueden interpretar a todos los personajes, y ella no se sentía capacitada para ponerse en la piel de quien consideraba “la mujer más importante de la historia argentina”.

Una década después de ese episodio, María Laura Berch, directora de casting de Santa Evita, la invitó a presentarse a la prueba para ser Eva Duarte de Perón en la miniserie que se estrenó el 26 de julio pasado. “Dicen que el tren no pasa dos veces, y yo dije: ‘Quizás no pase tres. Lo voy a intentar’”, pensó Oreiro, según una entrevista que dio al portal argentino Infobae.

Sus compañeros de elenco contaron a los medios que la uruguaya estaba obsesionada con los discursos de Evita y que los reproducía una y otra vez, a toda hora, y sobre todo antes de filmar sus escenas. Es que los discursos más populares de la exprimera dama argentina son casi el único material audiovisual que existe en la actualidad para tomar como referencia de su voz, sus gestos, su carácter.

La actriz tenía poco de dónde agarrarse para construir su personaje. En la entrevista con Infobae contó que desde el Museo Evita le dieron acceso a una gran cantidad de información y le permitieron “tocar su ropa”, algo que le generó grandes emociones. Es difícil saber cómo era Eva en su intimidad, en su vínculo con su esposo y en otro ámbito que no fuese el balcón desde el que daba sus discursos públicos. Pero lo cierto es que la actriz uruguaya logra una construcción de una joven actriz de radioteatro, de una esposa, de una militante y de una mujer política con gran verosimilitud en todos los roles.

El aspecto físico es idéntico. El color de pelo, los rasgos, los diferentes vestuarios y los peinados. La voz impostada de una mujer política y la voz entrecortada de una mujer enferma. Natalia Oreiro es Eva Duarte de Perón y no deja lugar a dudas.

Pero la serie genera cierta sed de más Oreiro, y de más Evita. De su vida, sobre todo en lo político, solo se cuenta un salpicón de los hitos más importantes: cuando ayuda y consuela a los familiares de las víctimas de un accidente de tren en Constitución (Buenos Aires), cuando consigue que las mujeres argentinas puedan sufragar y cuando renuncia a la vicepresidencia a causa de su enfermedad.

Es una protagonista con acotadas apariciones en pantalla en comparación, por ejemplo, con el personaje de Moori Koenig y el del periodista Mariano Vázquez. Los dos hombres, uno como villano y el otro como conductor del tren de la historia, logran también interpretaciones destacadas. El coronel pasa de ser un hombre culto y obsesivo, con métodos minuciosos, a un alcohólico delirante sobre el final de la historia. Y pasa de llamarle “yegua” a Evita a decirle “mi santa”, tras varios días manipulando y paseando su cuerpo de aquí para allá. Vázquez sufre las terribles consecuencias de investigar un tema tan sensible para la política argentina como la muerte de Eva Perón. Su trabajo impacta en su vida de pareja y es víctima de golpes y amenazas.

Otro personaje que se destaca es el de Julio Alcaraz, el estilista de Evita, interpretado por Héctor Díaz. Se muestra como una de las personas que más la cuidó y acompañó durante sus últimos días de vida. En varias escenas se lo ve peinando a la política y se transmite su humildad y admiración.

El general Perón, que encarna Grandinetti, aparece poco y adopta una actitud algo celosa y envidiosa del poder y protagonismo de su esposa. En una de las escenas finales discuten, y él la incentiva a renunciar al cargo de vicepresidenta al que la había postulado “su pueblo”, con la excusa de su enfermedad. También queda algo de sed de más Grandinetti y de más Perón.

Una de las sorpresas entre los nombres de quienes están detrás de esta producción audiovisual de Star+ es el de la productora ejecutiva. Se trata de la reconocida actriz mexicana Salma Hayek, interesada en la historia argentina, en el personaje de Eva Perón y en la novela de Tomás Eloy Martínez. Tras el estreno de la serie, Hayek describió el resultado en tres palabras: “Inesperada, audaz y memorable”. Y no pudo haber elegido términos más precisos.