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Tiempo libre

Crónicas de corsarios

Un tour por Ilhabela y Guarujá

A unas pocas decenas de kilómetros de San Pablo, la belleza de las islas de Guarujá e Ilhabela contrasta con la locura urbana de la capital paulista. Entre playas vírgenes, historias de piratas, naufragios y tesoros escondidos, estas islas están logrando convertirse en una alternativa interesante a los destinos más trillados y sobreexplotados de Brasil.

18.09.2009 16:01

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2009-09-18T16:01:00-03:00
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Por Martín Otheguy

LA PERLA DEL ATLÁNTICO

El recorrido entre el aeropuerto de Guarulhos (San Pablo) y la isla de Guarujá es casi una prueba de fe para el turista Aunque Guarujá promete playas, morros, naturaleza y vegetación desbordante, creer en su existencia mientras se atraviesan los suburbios paulistas y una serie de ciudades industriales es todo un acto de fe. Quien conoce Brasil, sin embargo, sabe que ese tipo de contrastes violentos entre naturaleza y civilización, ostentación y pobreza, sólo puede darse en un país tan cambiante y lleno de sorpresas como el brasileño.

En el camino a Guarujá, San Pablo muestra su cara más cruda, revelando kilómetros de suburbios en los que pequeñas casas se amontonan a pocos metros de las rutas, dando paso luego a paisajes de mucha densidad industrial. Fábricas y chimeneas salpican los primeros tramos -intercalándose con una vegetación exuberante- hasta llegar a Cubatao, la tercera ciudad más contaminada del mundo. A partir de allí, sin embargo, el turista se olvida fácilmente de la cara urbana y desangelada del estado de San Pablo para sumergirse en su secreto mejor guardado: las islas y playas que se encuentran a menos de hora y media en auto.

La isla de Guarujá , la tercera en tamaño del litoral de San Pablo, se convirtió en un destino turístico frecuente en la década de los ’60, cuando los paulistas comenzaron a huir de la ciudad para buscar un respiro en las costas. Hoy en día, sus 300.000 habitantes se quintuplican cuando llega la temporada alta (que gracias al clima se extiende desde finales de octubre hasta marzo).

El término Guarujá es una derivación de la palabra guaru-já, que en el dialecto tupí significa “Vivero de ranas”. Los habitantes del lugar prefieren darle hoy una interpretación un tanto más romántica y adecuada para su reputación de destino turístico, y aseguran que también se traduce como “Perla del Atlántico”.

Fundada por los portugueses y reforzada luego por los españoles, que intentaban defenderse de los ataques de corsarios y piratas muy frecuentes en esta zona, Guarujá es hoy un balneario que mezcla la exuberancia natural brasileña con un toque europeo. Tiene la virtud de combinar playas muy frecuentadas y acondicionadas para recibir una gran afluencia de turistas con otros rincones más despoblados y tranquilos. Dentro de su territorio sobreviven aún pequeños pueblos de pescadores pero también se destacan zonas con mucha infraestructura, hotelería de lujo y playas extensas que se utilizan para campeonatos internacionales de surf.

Las playas


Guarujá se caracteriza por tener playas de aguas claras y arenas blancas, que en combinación con los morros altos y de vegetación densa conforman el paisaje más frecuente y atractivo de la isla. Hoteles lujosos, casas coloridas, bares y restaurantes diseñados con buen gusto se agrupan a lo largo de la costa como en una postal de balneario francés, distorsionada cada tanto por algún edificio de tamaño imponente. Guarujá, sin embargo, mantiene su encanto y sus vistas gracias a una disposición legal que prohíbe construir edificios de altura cerca de la costa.

La playa de Enseada, con más de cinco kilómetros de extensión, tiene una popularidad bien ganada en base a sus servicios, su anchura de arenas blancas y condiciones ideales para el surf. Lo mismo sucede con Pitangueiras, ubicada en una zona céntrica y muy cerca de locales comerciales de ropa y una gran feria de artesanos.

Los que estén detrás de la movida joven deberán dirigirse a Pernambuco, una playa en la que se practican todo tipo de deportes náuticos y que tiene una densidad sorprendente de boliches por manzana. Las playas más frecuentadas de Guarujá ofrecen en general una buena variedad de servicios, desde la posibilidad de hacer snorkel, paseos en pequeños veleros o los infaltables kioscos playeros donde la caipirinha se consume con más velocidad y frecuencia que el agua.

El propio presidente brasileño Lula Da Silva reconoce los encantos de la isla, a juzgar por la frecuencia con la que visita su casa de veraneo en Guarujá. Cada dos por tres, la prensa amarillista de Brasil se regodea publicando alguna foto de Lula en sunga y con el torso desnudo, disfrutando de alguna buena zambullida en las aguas claras de Guarujá.

El fantasma de otra figura mítica en la historia brasileña sobrevuela la isla. Se trata de Alberto Santos Dumont, el legendario aviador que ostenta el récord de haber realizado el primer vuelo con un circuito preestablecido en la historia, tan sólo tres años después de los primeros intentos de los hermanos Wright. Santos Dumont se suicidó en Guarujá tras la revolución constitucionalista de 1932, deprimido ante la perspectiva de una guerra entre brasileños. Su carruaje fúnebre aún puede verse en el centro de la ciudad, como testimonio de su personalidad excéntrica e impulsiva.

Quienes estén menos interesados en la historia o los lujos turísticos pueden enfilar hacia Praia Preta, Guaiúbase o Casado, parajes más desérticos y de acceso más difícil pero con la recompensa impagable de la tranquilidad.

The Guarujá Show



Guarujá está llevando en marcha un proyecto piloto de seguridad ciudadana que funciona desde el 2005 y que se ha convertido en un modelo inspiracional para Río de Janeiro, que piensa implementarlo en los próximos meses.

El centro de Guarujá es vigilado y monitoreado las 24 horas por 30 cámaras de seguridad, separadas por dos kilómetros cada una y con un alcance de 400 metros. Están ubicadas a lo largo de la costa y en otros puntos importantes del centro.

Montevideo Portal pudo ingresar al Centro de Vigilancia, donde seis personas se encargan del monitoreo, atención telefónica y servicio de radio en turnos de ocho horas.
Al estilo del set cinematográfico del personaje Cristoph en la película Truman Show, agentes de seguridad se encargan de vigilar varias pantallas gigantes a la vez para trabajar en la prevención del delito. El alcance y movilidad de las cámaras permiten que los agentes amplifiquen cualquier detalle de lo que sucede en la ciudad y puedan actuar con rapidez.

Consultado por Montevideo Portal, el encargado del operativo explicó que no sólo la gente no ofreció resistencia alguna a esta iniciativa -que cuando menos puede ser considerada polémica- sino que además está exigiendo la instalación de más cámaras de seguridad. Argumentó que los índices de criminalidad descendieron notoriamente desde la implantación de este sistema, y que al tratarse de un destino turístico muy frecuentado, el asunto seguridad se ha vuelto un factor primordial.

Más información y cómo llegar

http://www.guaruja.sp.gov.br – Sitio oficial del gobierno brasileño
La empresa Pluna ofrece paquetes promocionales con vuelo a San Pablo y traslados a Guarujá, cuya información ofrecemos a final de esta nota

EL TESORO DE ILHABELA



En 1502, el italiano Américo Vespucio navegó por primera vez el canal que separa a Ilhabela del continente brasileño y bautizó a esa gran extensión de tierra con el nombre San Sebastián. Fue el primero, pero no el más célebre visitante de una isla que tuvo acción suficiente a lo largo de su historia como para convertirse en escenario de una novela de Emilio Salgari.

En 1592 el corsario británico Thomas Cavendish había logrado burlar a otros navegantes de reputación tan dudosa como la suya, reuniendo una enorme cantidad de oro y plata proveniente de los saqueos piratas a lo largo de los años. Por aquella época, los corsarios solían utilizar una cueva en la isla de San Sebastián –la mayor de las nueves islas que componen Ilhabela- para refugiarse de los temporales y las persecuciones gracias a los milagros de una laguna eternamente calma. Los piratas se abastecían de agua dulce en la isla y volvían a los mares para continuar con los saqueos.

Cuenta la historia que Cavendish logró esconder su enorme tesoro en la playa de Castellanos con el objetivo de desenterrarlo tiempo después. El más célebre de los piratas protegidos por la corona inglesa (título disputado por Francis Drake) se había refugiado en Ilhabela tras asolar y quemar la ciudad de Santos. Sin embargo, la muerte de Cavendish en 1592, a manos de sus propios hombres, se llevó por delante sus planes y también el secreto del lugar del enterramiento. Hoy en día, la aventura del tesoro aún se hace sentir en Ilhabela, particularmente gracias a la enorme cantidad de aventureros que han intentado descubrir las reliquias con el paso de los años.

Según narró a Montevideo Portal Luis Maio, un uruguayo residente en el lugar que está a cargo del hotel Ilha Flat, la conformación geográfica de la isla, con corrimientos, desprendimientos y cambios tectónicos hace casi imposible identificar el lugar donde podría estar ubicado el tesoro. El ingeniero belga Ferdinand Thiry casi enloquece buscando el tesoro durante tres décadas, luego que llegara a sus manos un mapa hallado en la India en 1852. Murió solo en medio de la selva en 1978, pese a haber encontrado inscripciones de Cavendish y haber delimitado el área supuesta de enterramiento.

El espíritu pirata impregna la isla de punta a punta: por sus aguas navegaron también Barbanegra, el infame sir Francis Drake y el navegante Thomas Knyvett, responsable de la muerte de más de 1700 franceses en el siglo XVI. Sin embargo, no es el romanticismo idealizado de la piratería, el misterio de sus frecuentes naufragios o la historia de sus extraños fenómenos magnéticos lo que atrae a miles de turistas a Ilhabela.

Paraíso perdido



A diferencia de otros destinos sobreexplotados de Brasil, Ilhabela, la mayor isla oceánica de América del Sur, mantiene aún la mayor parte de su territorio en estado agreste. El 85 % de su área está preservada por el Parque Estadual de Ilhabela y cuenta con la mayor reserva de selva atlántica del planeta. El clima ayuda: durante todo el año la temperatura promedio es de 25 grados, elevándose a más de 30 en el verano.

Ilhabela, ubicada a unos 210 kilómetros de San Pablo, es un pulmón verde de vegetación densa, con morros exuberante que esconden casi 40 playas, cascadas, ríos y senderos. Considerado Patrimonio Natural y Reserva de la Biósfera por la Unesco, disimula con buen gusto la mano del hombre. En la isla no está permitido construir nada que tenga más de dos pisos de altura, gracias a lo cual Ilhabela mantiene aún un aire a territorio inexplorado a pesar de contar con hoteles de vanguardia y casas lujosas que desafían la geografía imposible de los morros.

Una buena forma de recorrer la isla, cuya vegetación impenetrable dificulta muchas veces el paso entre los distintos puntos, es alquilar una escuna (velero) y recorrer las distintas playas de Ilhabela. La playa de Castellanos, considerada una de las 15 más bonitas del mundo, según afirmaron a Montevideo Portal los responsables de la Secretaría de Turismo, conserva el espíritu más salvaje de la isla. Su aspecto virgen, los arrecifes rocosos y la variedad de flora y fauna hacen que la visita valga la pena.

Quienes busquen un rincón más civilizado y playas más seguras pueden enfilar hacia Perequé, que cuenta con una oferta de bares y hoteles que se desparraman con gracia por la costa. La Playa de Curral, más al sur, es la combinación perfecta entre la naturaleza e infraestructura: las aguas son claras, la vegetación es selvática y la playa cuenta con los clásicos bares instalados en la arena, que permiten relajarse sobre sus reposeras mientras se vacía una caipirinha tras otra.

Las playas Da Fome y Jabaquara son otros dos ejemplos de naturaleza salvaje. A Jabaquara, una playa virginal de medio kilómetro de extensión, sólo se puede llegar a través del mar o siguiendo un sendero rústico entre la selva. La playa de Fome guarda algunos vestigios del Brasil colonial, sembrados entre las casas de los pescadores y una medialuna de arena con aguas cristalinas.

Ya se trate de rincones salvajes, costas modernas o parajes tropicales desbordantes, hay un espíritu común a lo largo y ancho de Ilhabela: la sensación ambigua de un territorio acogedor e inexplorado al mismo tiempo, el rostro cambiante de una isla con aires de fábula y un encanto exótico y familiar al mismo tiempo.

Actividades



Ilhabela es conocida como la “capital de la vela” gracias a la frecuencia constante de los vientos en la zona, que convierten el lugar en un sitio ideal para los deportes náuticos. Sin embargo, no sólo el windsurf, el surf o la vela tienen preponderancia en la isla.
Si hay suficiente energía en el visitante, Ilhabela ofrece la posibilidad de hacer rapel, kitesurf, buceo, senderismo, pesca deportiva, canotaje y excursiones en barco.

Para averiguar más sobre las actividades de la isla es útil contactarse con Gipsy Tours, www.gipsytours.com.br (55 11 2197-0200), que organiza excursiones a la isla.

Curiosidades: misterios, piratas y naufragios

-Los piratas de Bonete: Ubicada en el sur de Ilhabela, la playa de Bonete fue refugio de piratas y corsarios durante mucho. El oleaje fuerte de la región, además, provocó gran cantidad de naufragios a lo largo de los siglos. El pueblo que actualmente vive allí desciende tanto de los piratas como de los sobrevivientes de naufragios que se quedaron a habitar en la zona: hoy en día el color de sus ojos y su piel revela su origen europeo, pero se mezcla con los rasgos indígenas de los antiguos habitantes de la zona. Se trata de unas 70 familias que viven en la selva, en un pueblo al que sólo se accede por canoas o a través de un sendero por el que no transitan vehículos.

-El tesoro de San Martín: las costas de Ilhabela son traicioneras, como atestiguan las decenas de barcos hundidos frente a sus costas. Algunos de los naufragios son legendarios e inspiran a decenas de buceadores que se sumergen en busca de oro y reliquias. El buque de lujo Príncipe de Asturias se hundió a pocos kilómetros de Ilhabela en 1916, cargando gran cantidad de joyas, libras y una estatua de oro macizo de San Martín. Este tesoro sigue esperando en el fondo del mar, mientras el estado brasileño y empresarios privados discuten cómo deberá repartirse cuando se saque a flote.

-El triángulo de las Ilhabelas: Otra de las historias curiosas que se tejen en torno a la isla es la fuerza magnética que supuestamente modifica el rumbo de las brújulas, una desviación molesta para los cazadores de tesoro. Dentro de ciertas coordenadas, afirman los locales, la brújula enloquece y los barcos se pierden, una posible explicación para la insólita cantidad de naufragios en la zona.

Datos útiles

Secretaría de Turismo y Fomento da Ilhabela: www.ilhabela.sp-gov.br, turismo@ilhabela.sp.gov.br 3895-7220, 3895-7259

Asociación de Bares, Hoteles y Restaurantes: www.acilhabela.com.br, acilhabela@acilhabela.com.bnr, 3895-8523

Asociación Ilhabela Receptivo, Hotelería y Gastronomía
www.acilhabela.com.br, acilhabela@acilhabela.com.br
3895-8523

Cómo llegar

La empresa Pluna ofrece paquetes turísticos con vuelo a San Pablo y traslados a Guarujá e Ilhabela. En ambos lugares se ofrece alojamiento en hoteles cuatro y cinco estrellas (recomendamos especialmente el hotel Casa Grande en Guarujá y el Ilha Flat en Ilhabela, dentro de las opciones de la aerolínea)

Actualmente Pluna tiene en oferta dos paquetes.

Opción 1: Siete días de viaje (uno en San Pablo, tres en Ilhabela y tres en Guarujá), con desayunos incluidos.
Costo: a partir de U$S 700 dólares por persona en modalidad de habitación triple y U$S 874 en modalidad doble.
Opción 2: Seis días de viaje (cuatro días en Ilhabela y dos en Guaruja), desayunos incluidos.
Costo: U$S 629 dólares por persona en modalidad triple y U$S 793 en habitación doble

Más información: www.flypluna.com, 401 5000

Por Martín Otheguy