Contenido creado por Inés Nogueiras
Literatura

Queda la poesía

FALLECIÓ GLADYS CASTELVECCHI

Falleció este miércoles, a los 85 años de edad, la poeta uruguaya Gladys Castelvecchi. Recordamos su poema "La loca María".

28.05.2008

Lectura: 3'

2008-05-28T15:28:00-03:00
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Montevideo Portal

Oriunda de Rocha, fue profesora de literatura en Secundaria, cargo del que fue destituida durante la dictadura, período en que fue encarcelada por razones políticas.

En 1947, Castelvecchi se casó con el escritor Mario Arregui, con quien tuvo cuatro hijos. Su labor como poeta queda plasmada por primera vez en 1965, con el libro "No más cierto que el sueño".

En el libro "Nuevo Diccionario de Literatura Uruguaya", se afirma que "su producción poética de ritmo dispar ha suscitado a partir de su segundo libro (casi veinte años posterior al primero) la favorable atención de los críticos: se ha valorado en forma unánime la calidad y variedad de registros de su poesía".

Su obra se completa con los libros "Fe de remo", "Ejercicio de castellano", "Calendarios", "Animal variable", "Claroscuro", "Por costumbre".

Según pudo saber Montevideo Portal, la poeta falleció este miércoles, y sus restos no serán velados. La homenajeamos con uno de sus poemas más recordados.

La loca María

Siempre soplaba viento en torno a ella,
le bailaban de rapidez los huesos,
el puro pellejo de su cuerpo;
más en volandas todavía
las larguísimas faldas superpuestas,
el delantal con bolsillo para yuyos,
el moñete apretado en gris prolijo,
chiquitos los ojos, verdísimos
arroyitos de locura mansa,
"La loca María",
zapatos de hombre más grandes que los pies
-que los pies chasqueando-
todas las palabras que supo
le iban en la sonrisa a "la loca María"
aprisada de prisa a cumplir sus visitas.

El humo se escurría por las suyas,
las brasas mortecinas se avivaban
Si "la loca María" en remolino
entraba resoplando en la cocina.
María admiraba los cuadernos
-qué dibujos, qué letra, qué prolijo-,
Nosotros, escolares inocentes
(¿la crueldad se impulsa o ya está dentro?)
codeábamos, guiñábamos, reíamos
de "la loca María" analfabeta
alabando belleza tras belleza
con el cuaderno "patas para arriba".
(Quién te tuviera hoy, loca María,
y quién la dicha
de mirarnos a agua limpia los reveses.)

De pronto un salto "que son ya las cinco"
y María se iba en ventorrillo
a cumplir su tarea ineludible
voluntaria y sagrada desde luego:
recoger los pañales de los niños
antes de que el relente los rozara
-sorpresas del relente tan liviano-
dañino -quien lo diría-
para tripitas de recién nacido.

No se busquen más datos a sumarle
(como sellos, constancias, papeleos,
alguna cruz desvencijada, un nombre)
a las prisas finales de María:
conviene que se sepa que es inútil.

Lo único seguro, segurísimo,
es que ella no nació por estos mundos
y por tanto -la conclusión es justa-
no es por estos mundos que -de morir-
murió.

A todo caso habrá que buscar rastros
a la hora precisa en que el relente
despliega sus paneles y ese filito artero
que "la loca María" desarmaba.

Las finas artes de María, loca.

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