Contenido creado por Martín Otheguy
Entrevistas

Pura cepa

Entrevista a Daniel Hendler y Ariel Winograd

El 31 de octubre se estrena en Uruguay "Vino para robar", una comedia dirigida por Ariel Winograd y protagonizada por Daniel Hendler. A semanas del estreno, dialogamos con ambos sobre sus intentos por contratar a Luis Vitette como asesor, las presiones de la fama "medio rockstar" y los desafíos de hacer una "caper movie" en Sudamérica.

30.10.2013 00:49

Lectura: 13'

2013-10-30T00:49:00-03:00
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Por Martín Otheguy

La fascinación del público de Hollywood por las películas de robos tiene ya más de un siglo, un romance de características subvertidas que se inició con The Great Train Robbery en 1903. Aquellos ladrones de principios de siglo XX se volvieron más sofisticados con la llegada del cine negro y crearon su propio género a mediados de '50: las "caper movies" (o heist movies), que rondan en torno a un grupo de personas que intenta descifrar la logística necesaria para robar un bien custodiado con las máximas medidas de seguridad (generalmente bancos)

La "caper movie" fundacional, a juicio del director argentino Ariel Winograd, es "probablemente" la película francesa Rififí (1955), una de las primeras en revelar abiertamente esa empatía del público con los ladrones ingeniosos y románticos que arriesgan el pellejo por robar a los grandes capitales.

Este tipo de películas suelen tener además algunos elementos de comedia, algo que es explotado al máximo en "Vino para robar", la primera película del cono sur que incursiona en este género esencialmente hollywoodense. Dirigida por Ariel Winograd y protagonizada por Daniel Hendler y Valeria Bertucelli, el filme es un ejercicio cinematográfico lleno de guiños cómplices y también respetuosos de las películas del género.

La necesidad de perpetrar un robo casi imposible, la existencia de un antiguo vino Malbec que perteneció a Napoleón III y la química de una pareja de ladrones con encanto, forzados a trabajar en colaboración, son los disparadores de "Vino para robar", una película que exterioriza ex profeso todos los clichés del género y los caricaturiza sin dejar de perder la coherencia interna. 

Hendler es Sebastián, un ingenioso ladrón de guante blanco que se topa con una competidora inusual (Natalia, el personaje de Valeria Bertucelli) que lo arrastrará a intentar el robo más complejo al que se haya enfrentado hasta ahora.

Desde las películas de la era "Rat Pack" a Los Magníficos, desde Alfred Hitchcock a Misión Imposible, la saga Bond, la comedia a lo Blake Edwards y El Plan Perfecto, Winograd rinde homenaje a una forma de entender el cine: jugar todo el tiempo. Con él y con uno de los protagonistas, Daniel Hendler, hablamos sobre el filme, que se estrenará el 31 de octubre en Uruguay.

Es curioso que Winograd no sea un espectador especialmente ávido de ese tipo de películas, sobre todo teniendo en cuenta que trabajó en el 2006 con Spike Lee en Inside Man (El Plan Perfecto), filme en torno al robo a un banco protagonizado por Denzel Washington y Clive Owen. 

"Mi relación con ese tipo de películas era casi nula", cuenta Winograd a Montevideo Portal. "Naturalmente lo más cerca en cuanto a experiencia fue mi trabajo en Inside Man, pero son increíbles las vueltas de la vida. Años después me cae este guión de Adrián Garelik y el primer desafío era cómo carajo hacer una película así en Argentina", recuerda.

Daniel Hendler confiesa también no ser "un adicto ni mucho menos", aunque reconoce que le gustan varias películas del género. "A algunas de ellas las repasamos en la previa de esta película, en especial The Hot Rock con Robert Redford. A Hitchcock no hace falta repasarlo porque es una especie de fundador de todo lo que se hizo después en películas de intriga y suspenso", explica el actor, que cree que Winograd "conectó" por ese lado a la hora de adaptar el guión, que originalmente era más "serio".

"Ese fue el segundo desafío, reescribir el guión", concuerda Winograd, ya que Garelik, al no tener tanto contacto con el cine, había hecho escenas muy largas. "Hendler tuvo mucho que ver, hizo un tremendo aporte a la hora de escribirlo de vuelta. La premisa en un punto fue jugar a hacer una película, lo que traté de transmitir a todos.  Es decir, fue eso de acordarnos cuando éramos chicos y veíamos Brigada A (Los Magníficos) y jugar de verdad. Daniel me decía: ‘¿Quién soy? Un tipo que no existe en la vida real', y yo le respondía ‘Mejor, construyámoslo'", asegura el director, para quien "la cuestión fue encontrarle a Dani este personaje que no había hecho antes, un tipo seguro, derecho, limpio".

El repaso de películas a la hora de preparar "Vino para robar" comenzó en el Cine Club cercano a la casa de Winograd, que proyectaba Rififí ("en un punto la primera caper movie", dice). "Fue redescubrir todo desde un lugar lúdico y volver a ver Misión Imposible, Sneakers (1992), The Hot Rock (1972), Heist (2001), The Score (2001), rever Hitchcock y encontrar una comedia alucinante en Intriga Internacional (North by Northwest, 1959). Dijimos de hacerla con todo lo que podíamos y jugar a buscar este género. Yo le encontré la vuelta en el momento en que se da una de las trampas de la película. Ese día descubrí que tenía esa cosa en joda bien hecha, algo en serio pero no tanto, lo que permite cierta comedia", cuenta Ariel.

La actuación de Daniel Hendler deja permear todas esas influencias: camina como el James Bond de los años sesenta pero se toma el papel con la seriedad de un Cary Grant canchero, la única forma posible de hacer comedia en una película de género.

Yo robo por ser

Pese a la caricaturización de personajes y escenas, Ariel Winograd asegura que lo que hicieron fue "crear el verosímil" en la película. Para ello hubo que consultar a especialistas en varias áreas, desde enólogos a asesores en seguridad de bancos.

La película fue rodada poco antes de que surgiera la controversia en la región por Luis Mario Vitette, el uruguayo ideólogo del "robo del siglo" en Argentina, cuyas apariciones mediáticas le valieron una denuncia por "apología del delito".

"Me quise juntar con Vitette, que está haciendo estas declaraciones tremendas en Uruguay, pero no pude llegar a él", admite Winograd, que ante la imposibilidad de tenerlo en el rodaje (estaba preso) optó por contratar a Luis Vicat, un experto en robos bancarios.

Vicat era "un especialista en robos" (según Hendler, "digamos, en ‘casos policiales', porque si no habría que investigar cómo se volvió especialista"). "Él nos ayudó con toda la parte operativa de los robos, y también ayudó al equipo de arte en el diseño de los dispositivos que se usaron, como cajas fuertes y herramientas de todo tipo, para que las mecánicas resulten creíbles y potentes", explica Hendler.

Winograd cuenta que Vicat estuvo en el rodaje en los momentos en que Hendler hacía "ciertas cosas", como aperturas de cajas fuertes, para "mantener la credibilidad". "Fue divertido porque eran sábados enteros con este tipo y en un momento pensamos: ‘¿por qué no robamos un banco en vez de hacer esto?' Quedé tan obsesionado que si voy a un museo miro dónde están las cámaras de seguridad, de estudiar tanto el tema. El tipo este nos decía que el problema de robar un banco no es abrir la bóveda sino salir", narra Winograd (algo que Vitette tenía muy claro, como demostró en el robo al Banco Río tras engañar a los policías que negociaban con él y de esa forma ganar tiempo para la huida).

En la ficción, la empatía con los ladrones es un poco menos complicada que en la realidad, como comprobó el propio Vitette. El personaje de Hendler no es precisamente un Robin Hood, aunque tenga rasgos románticos y una escala propia de valores bien marcados. Sin embargo, el espectador espera con ansia el éxito del delincuente en cada vuelta de tuerca, a medida que la trama avanza en forma tramposa detrás de la ansiada y exclusiva botella de Malbec.

"Es curioso, pero eso pasa con las películas", reflexiona Hendler. "Creo que lo que genera identificación con este tipo de personajes es que son anti-sistema. Y el riesgo. Un tipo que va a correr un riesgo genera una adhesión inmediata del público, aunque ese riesgo suponga un delito. Pero, si se nos propusiera acompañar el punto de vista de otro personaje, por ejemplo del dueño del museo que es robado en la película, y se nos mostrara el riesgo que implica para ese señor que le roben una pieza de colección, el mismo robo que festejamos nos amargaría, ¿no?", razona.

"Obvio", concuerda Winograd, para quien Sebastián (el personaje de Hendler) "es un ladrón que en un punto roba por placer". "Hay una escena en la que rechaza robar plata y la pusimos por gusto, es un detalle para presentarlo a él. Tiene la plata del mundo y no la necesita, va detrás de la máscara (el primer giro que tiene la trama) porque la quiere, pero su motivación también es ella, el personaje de Bertucelli", cuenta.

La comedia es cosa seria

El filme logra hacer honor a las películas de género y a la vez transitar por la comedia sin caer en una parodia. Manejarse en esa línea fina fue mérito del montaje, para Winograd, ya que fue ahí donde se marcó "qué momento merecía un chiste y en cuál no, para hacer que la trama avance de verdad y con un objetivo".

"Eso es lo más caper. Todos esos pasos se cumplen, pero el tema es que no es James Bond el personaje de Hendler. Los robos están filmados en forma bárbara, como si fuera una película americana de la que viste tres millones, pero los protagonistas tienen esa cosa rioplatense", define el director sobre el "diferencial" de la película.

"Creo que lo que tiene es que es la primera película del género que se hace en Argentina. Que no se hubiera hecho antes tiene un desafío tremendo y eso es un plus y un desafío para mí como director, sobre todo porque es algo totalmente ajeno a mí. En mis anteriores dos películas el verosímil era mío, esta es una película para la que hubo que apelar al oficio", explica.

Algo de eso se percibe en los cambios realizados al guión original. Por ejemplo Pascual (el bodeguero que es padre del personaje de Valeria Bertucelli) "era muy Anthony Quinn, un romántico amante del vino, con un componente de pasión, y yo no quería un chivo de Mendoza". Pascual se transforma en la película en un veterano avaricioso y cínico que escupe puteadas y chistes negros con facilidad y se convierte en una válvula de escape para alivianar la trama.

Al ser esta la tercera vez que trabajan juntos, Hendler y Winograd tenían clara la relación en el set y no hubo "directivas" claras. "Uno va ganando en confianza y empiezan a haber algunos sobreentendidos, pero el director no se maneja únicamente con directivas. La cosa es dinámica, vamos charlando y probando hasta que el director se siente satisfecho", cuenta Hendler al respecto.

"Tenemos una relación especial, al igual que con Martín Piroyansky (el ‘secuaz' de Hendler en la película)", remarca el director. "Nos entendemos mucho y justo se dio que en los tres guiones en que trabajé con él, no es que se adaptó el personaje, ya estaba. Más allá de la amistad que nos une, hay cierta identificación generacional y siento que nos entendemos muchos. Dani es casi un actor director, y dentro de las escenas tiene mucho conocimiento de la puesta", agrega. Para Daniel, Ariel "ya es todo un hombrecito en materia de dirección, da gusto trabajar con él (...) es muy admirable su energía de trabajo y el buen clima que genera".

"Con los actores pasa parecido que con los niños: necesitamos ‘límites'", aclara Hendler, consultado sobre la libertad que da Winograd a la hora de tratar el guión. "Salvo que los textos estén feos y tengamos que buscar alternativas para mejorarlos, la idea es ir pensándolos en conjunto. En ese sentido, Ariel es muy abierto al trabajo con los actores, pero no se trata de dar libertad si no de buscar un intercambio", concuerda el actor.

Ariel cuenta que en la previa vio algunas películas en conjunto con Hendler y Valeria Bertucelli, pero que no debió preocuparse mucho por la química actoral entre ambos. Para Hendler ese contacto fue "muy cómodo". "Ella es terrible actriz de cine, y nos fue fácil encontrar la química desde la primera reunión. Nos dio la sensación de que ya nos conocíamos hace tiempo", cuenta.

Casi famosos

La filmación de "Vino para robar" se dio poco después de que la exposición mediática de Daniel Hendler por el éxito de la teleserie "Graduados" llegara a su pico. Durante el rodaje en Mendoza los flashes de los curiosos compitieron con la iluminación del equipo, a tal punto que por momentos había más espectadores que en una obra de teatro.

"Hubo algunos momentos en los cuales Daniel estaba en el pico de esa fama televisiva medio rockstar, que nos llevó a pedirle a la gente que no sacara fotos con flash, porque había escenas en que teníamos mucho público, como cien personas mirando, pero lo manejamos bien", cuenta Winograd.

Para Hendler, el clima "estuvo bien" y "se trabajó con tranquilidad" gracias a la "buena onda por parte de los mendocinos". "En general a los actores ‘expuestos' nos cercan como a bichos de zoológico, así que la gente no se puede acercar mucho mientras filmamos", explica.

Tanta atención concentrada en su figura es algo relativamente nuevo para Hendler, pese a su participación protagónica en varias películas y su papel como "Walter" en una recordada serie de publicidades de Telefónica de hace ya más de diez años.

"No fue tan grave", matiza el actor, quien reconoce que alguna vez se sintió "agobiado", pero reconoce que "también es un privilegio sentir que te prestan atención". Prácticamente lo contrario de su personaje en "Vino para robar", que intenta pasar inadvertido a la hora de colarse en un banco, un museo o servir el vino con torpe elegancia en un brindis plagado de mafiosos.

El futuro de Hendler

Entre medio de sus proyectos televisivos y cinematográficos como actor, Daniel Hendler está en etapa de búsqueda de financiación para su segundo largometraje como director (luego del debut con "Norberto apenas tarde").

En algunos meses comenzará a rodar "El Palomar", cuyo guión fue seleccionado para los foros de Valdivia y de San Sebastián y que ganó un pequeño fondo de desarrollo para iniciar el proyecto.

"No podría resumir el cambio que representará con respecto a mi película anterior; me sería más fácil pensar cuales son los puntos que las conectan, aunque sean completamente diferentes. Vuelve a aparecer el tema de la actuación, pero esta vez no tiene que ver con ninguna inclinación artística que tenga el protagonista sino con la construcción de un líder político. Todo gira alrededor de la construcción de un personaje, de los hilos ocultos de ese personaje que pretende lanzarse a la contienda política", cuenta al respecto. 

Por Martín Otheguy