Crónica del New York Times sobre Montevideo destaca oferta cultural y gastronómica

Una nota publicada en el sitio del New York Times, titulada "36 horas en Montevideo" y firmada por Paola Singer, recuerda que Uruguay causó revuelo internacional en los últimos meses, con la aprobación de leyes como el matrimonio igualitario y la regulación del mercado de la marihuana, y que el presidente José Mujica fue tapa de varias publicaciones del Globo.

Para la autora, estos avances pueden ser vistos como una continuación del "liberalismo económico y social" tradicional del país, o también como resultado de una "nueva actitud, más audaz" que puede comprobarse visitando Montevideo.

El atractivo de esta ciudad, opina, no reside en la "novedad", sino en el contexto intemporal de su arquitectura, sus plazas umbrías y su rambla, donde los montevideanos se entregan "a los placeres simples de la vida".

La nota, escrita como un diario, repasa los lugares que la autora visitó en 36 horas, y muestra, con ejemplos culturales y gastronómicos, la diversidad que impera en la capital uruguaya. Así, destaca la feria de la Plaza Matriz, donde uno puede comprar mates o facones de gaucho con empuñaduras de plata, el Café Brasilero, donde es posible encontrar a Eduardo Galeano, "escritor y activista", y los atractivos de la Ciudad Vieja, un "hervidero" en horas de la mañana, con sus bancos, restaurantes y boutiques, en un contexto de "señorial art decó".

La actividad cultural también es destacada por Singer, que apunta que es posible ver en el Teatro Solís, "un auditorio de cuatro niveles, pasillos dorados y fachada de estilo neoclásico", espectáculos de la Filarmónica, y toparse con María Noel Riccetto, y, para quienes no deseen algo tan "clásico", La Trastienda Club es el escenario ideal para encontrarse con "pesos pesados" del rock en español como La Vela Puerca y Bersuit Vergarabat.

Para la noche recomienda el tradicional bar de Paullier & Guaná, con su menú, que incluye ravioles de cordero y risotto de espinaca, y que se sirve hasta las 2 de la madrugada, para quienes prefieren cenar tarde. La autora cuenta que Pepe Álvarez, propietario del boliche, conservó los estantes de pino centenario y las baldosas con dibujos, y recuerda que antes fue un almacén de ramos generales que no tuvo nombre. Por eso, Álvarez lo bautizó como la esquina en la que está instalado. Este bar, enfatiza, ayudó a rejuvenecer el céntrico barrio del Cordón.
La nota deja para más adelante el paseo al Mercado Agrícola, antigua estructura de hierro levantada en 1900 "con techos brillantes y ventanas con vidrios de colores", donde se puede comprar desde carnes a tejidos artesanales, la visita a las bodegas de Canelones, la visita a la casa del arquitecto Vilamajó, los tambores del barrio Sur y el ómnibus turístico que recorre los puntos más llamativos de la ciudad por una suma modesta.