"¿Cuál es la diferencia entre mi caso y el de las otras mujeres trans? Que a los 15 años, cuando dije ante el mundo que quería ser Michelle, mis padres no me echaron"

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Las 40

Ecos del renacimiento

Michelle Suárez cantó Las 40

"¿Cuál es la diferencia entre mi caso y el de las otras mujeres trans? Que a los 15 años, cuando dije ante el mundo que quería ser Michelle, mis padres no me echaron"

13.08.2013

Lectura: 19'

2013-08-13T00:00:00-03:00
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Por GERARDO TAGLIAFERRO

"Lo mío es la belleza renacentista", dice Michelle Suárez y sonríe con picardía, sentada a una mesa del Sportman, reducto de abogados, escribanos y aspirantes a esas cosas tan aburridas. Habla fuerte, se ve que le importa muy poco que el gentío de este viernes a la tardecita conozca por anticipado y de primera mano cuanto tiene para decir. Cada tanto se quita el cabello de la frente, en un gesto bien femenino. Mira a los ojos cuando escucha y cuando habla, nada hay en su actitud que denote nerviosismo ni premura frente al grabador. Ésta es ya una historia conocida, tiene la experiencia aceitada por la exposición que le deparó ser la primera abogada trans del Uruguay y luego la redactora del proyecto de ley -hoy ley- de Matrimonio Igualitario. Aclara que es transexual, que no es lo mismo que transgénero ni que travesti. Sonríe poco, maneja el vocabulario de una jurista, pero no solo: también el de una persona culta, y sus respuestas evolucionan y se enriquecen sobre sí mismas, con argumentos a veces jurídicos y a veces simplemente humanos.

Apenas entré al bar, a la hora pactada, su figura robusta se me tornó inconfundible pese a no haberla visto nunca personalmente. Está sentada a la entrada en compañía de una joven, en lo que parece ser su "oficina". Me pide que la espere unos minutos y me ubico al fondo, donde haremos la entrevista. Cuando casi una hora después apago el grabador, enseguida saluda y recorre el salón en sentido inverso para instalarse nuevamente en la otra punta del bar, ahora junto a una pareja. En su travesía, de ida y de vuelta, nadie repara en ella, quizás porque no tiene nada que ver con el estereotipo de la mujer trans, producida de acuerdo a los cánones actuales del ideal de belleza femenina. Es una mujer. Punto.

Quién sabe cuánto habrá tenido que pasar para llegar a esta realidad de hoy, a esta suerte de anonimato en la notoriedad. Aunque proclama haber sido feliz en la niñez, también reconoce que fue dura la adolescencia, cuando asumió públicamente su identidad con la contención de sus padres pero la incomprensión de la mayoría puertas afuera. Lo cierto es que llegó a recibirse de abogada debiendo cursar toda la carrera con una identidad femenina pero un nombre masculino, lo que no estuvo fácil.

Hay una reflexión que dejó caer en la charla que apunta al corazón de los prejuicios: la diferencia entre su historia y la de muchas mujeres trans que hacen del trabajo sexual su modo de vida -y con ello de alguna manera simplifican una visión tradicional sobre los "diferentes"- está en su casa, en lo que allí encontró cuando asumió hacia fuera lo que sentía adentro: "Mis padres no me echaron".


1) Hace pocos días se concretó el primer matrimonio en Uruguay entre personas del mismo género, en virtud de una ley de cuyo proyecto sos redactora. ¿Lo sentiste como un triunfo personal?
Lo sentí como un triunfo. En el fuero interno, si tengo que sacarle toda la proyección que pueda imaginar que eso pueda tener a largo plazo en lo público, en el fondo lo sentí como que la vida me dio una oportunidad de participar de un proceso colectivo y tuve la suerte o la lucidez de haber aceptado esa participación. Estos son procesos en los que cuando los comenzás das mucho pero no recibís nada. Das tiempo, dinero, espacio, dedicación y es un futuro incierto. Cuando llegás a una meta, tenés como la sensación de que más allá de que mi nombre mañana nadie lo va a recordar, sí se van a acordar de este hecho. Eso te da un regocijo interno: hay un hecho histórico para el país y vos te diste el beneficio de participar.

2) ¿Te abre puertas la sanción de esta ley, desde el punto de vista profesional?
Depende. Si lo miramos desde el punto de vista del activismo, cuando uno arranca es una esperanza prometedora. Creo que yo durante mucho tiempo fui una esperanza prometedora. Cuando se logra un gran objetivo dicen: "Ah, esta persona parece que piensa". Creo que hoy en día se dan cuenta que pienso. Ahora, si tengo que pensar en ámbitos más institucionales como la Facultad de Derecho no, todo lo contrario: me da notoriedad pero me cierra puertas.

3) ¿Por qué?
Facultad de Derecho lamentablemente aún sigue siendo un reducto de mentes que no diría solamente conservadoras. Diría que viven en un Uruguay que por suerte está desapareciendo. Yo he participado como disertante, he trabajado en equipo en otras facultades, he hechos distintos trabajos con Facultad de Psicología, he trabajado en espacios científicos, lo he hecho en el IPA, y debo reconocer que el ámbito más hostil, más difícil, sigue siendo la Facultad de Derecho. Debo reconocer también que ha habido cambios positivos. Cuando entré no era lo mismo que en los últimos años con el decanato de Dora Bagdassarian, que incluso me recibía, me escuchaba y me extendía su mano.

4) ¿Es cierto que siendo estudiante te echaron de la cátedra de Derechos Humanos?
Sí, cátedra de la que ahora soy profesora.


Foto. EFE
"La Facultad de Derecho sigue siendo un reducto de mentes que viven en un Uruguay que por suerte está desapareciendo"

5) ¿Cuál fue el argumento para echarte?
Ser trans y atreverme a dar un oral en clase para ser calificada. Y cuando me fueron a calificar y vieron en la lista mi nombre masculino -porque hice toda la carrera con mi identidad masculina, obtuve mi nueva identidad en 2009, posterior a mi egreso- me invitaron a retirarme.

6) ¿Quién fue que te invitó a retirarte?
Un profesor.

7) ¿Quién?
No me interesa denunciarlo. Lo hice en su momento y se me dio la espalda, se me castigó por denunciarlo. En segundo año tuvo que recuperarme de ese embate y seguir haciendo mi carrera sola como podía. Y a pesar de todo eso no perdí exámenes, tuve buena escolaridad, me recibí y me logré insertar en el mundo laboral. Esa persona sigue operando en la actividad jurídica, y en el mundo del derecho uno no puede hablar sin tener pruebas en la mano. Y la mayoría de los pocos indicios probatorios que yo tenía se fueron diluyendo en el tiempo. Esto pasó en el 2002, han pasado once años.

8) Pero para que te expulsen de una cátedra, no te dejen cursar o dar exámenes, tiene que haber algún documento, supongo.
No. A ver... si un profesor te dice -como me dijo a mí- "andá a otra cátedra, porque yo no voy a corregir tus trabajos ni te voy a tomar exámenes"... En caso de que no lo hiciera yo sabía cuál iba a ser el resultado. Es muy difícil impugnar el resultado de un examen o de un trabajo con un docente. Aun si es escrito, ni hablemos si es oral.

9) ¿Tú sos transgénero?
Yo soy una mujer trans. Si hablamos de travesti, transexual y transgénero, me considero transexual.

10) ¿Podés explicar la diferencia entre esas tres categorías?
La palabra trans es una manera educada de englobar a las tres. Hay personas, como en mi caso, que nacemos con una genitalidad masculina y somos identificadas socialmente y documentariamente como varones, pero en realidad desarrollamos un género femenino, somos personas transexuales. O sea tenemos una genitalidad pero desarrollamos un género diferente. Muchas personas, además de eso, para poder vivir plenamente esa identidad desean cambios físicos, entonces transforman su genitalidad, hacen reasignación de sexo, hormonizaciones, etcétera. Y hay personas que en realidad sienten que no se identifican con esa dualidad hombre-mujer, sino que consideran un tercer género, entonces reivindican la palabra travesti: "No soy ni hombre ni mujer, soy travesti".

11) A veces se reduce todo a quién te atrae, al género de las personas por las que te sentís atraída.
Se confunde orientación sexual con identidad de género. Me hace mucha gracia una activista venezolana muy conocida que se presentaba a sí misma: "Yo soy Juana, la travesti lesbiana". Me parece genial. Y justamente ella colocó sobre el tapete algo que muchas veces se confunde incluso desde el activismo, porque si bien era una mujer trans y se paraba sobre ese discurso, ella reivindicaba su orientación sexual como lesbiana. Lo cual era sumamente interesante desde todo punto de vista. La orientación sexual tiene que ver con quién es el objeto de tu deseo. El objeto de mi deseo, hasta el día de hoy, son los hombres. Hasta ahora nunca me ha erotizado una mujer, Dios dirá en el futuro. Yo soy heterosexual, porque me paro en el mundo como una mujer y me gusta el sexo opuesto. Ahora, en identidad de género, soy una mujer trans. Son dos conceptos distintos.

12) ¿Hay números confiables sobre cuántas personas trans hay en Uruguay?
Ojalá. Sería interesantísimo que en el próximo censo se incorporaran elementos de este tipo, porque es muy importante poder conocer el universo para determinar cuál es el marco de las políticas públicas. Cuando uno reclama políticas públicas sustentadas a largo plazo, es muy importante a nivel presupuestal saber cuál es el universo a la que ellas irían dirigidas. Por ahora nos manejamos a tientas.

13) En la sociedad uruguaya muchos continúan asociando diversidad sexual con promiscuidad. Y esa visión muchas veces es animada por la forma en la que algunos de los activistas se manifiestan públicamente en los eventos colectivos, por ejemplo marchas o movilizaciones.
Acá lo que se celebra es el Día de la Diversidad Sexual, y la marcha que entonces se realiza no puede ser evaluada como una fiesta, es un hecho político disfrazado del ropaje de una fiesta. La cuestión es que ahí se presenta un gran dilema: si una marcha es para reivindicar la integración, la diversidad, el pluralismo, y por lo tanto no existe una utopía ordenadora que se le imponga a los demás sino que hay una multiplicidad de formas de ver la vida y todas deberían tener un espacio en armonía social, es muy difícil decir "usted va, usted no va". Si es una fiesta democrática, vienen todos, el que me cae y el que no me cae. En caso contrario, con una lucha de inclusión se genera una exclusión. El grupo de los gay masculinos, musculosos, sumamente seductores, podría decir: "No, los gordos afeminados no". Y los gordos afeminados peludos dicen que los gordos afeminados lampiños no. Y estos dicen que los gordos universitarios no. Siempre hay una manera de excluir a alguien.

14) En la comunidad trans, ¿priman las personas de sectores sociales más vulnerables o niveles educativos más bajos?

No. Lo que pasa es que se confunde la contingencia social con la identidad. Es lo mismo que pasa con el trabajo sexual: se empieza a unir la identidad con el trabajo sexual, como si fuera parte de. En realidad no se evalúa que el núcleo más grande de mujeres trans, por lo general no lo manifiesta a los 25 años, lo manifiesta a los 14 o 15, o a veces antes, cuando están dependiendo económicamente de sus padres y en un circuito educativo. Entonces, de golpe y porrazo manifiestan su identidad y son excluidas del seno familiar porque las echan de la casa, por tanto quedan excluidas del sistema educativo, del sanitario, son discriminadas, no tienen capacitación, no consiguen trabajo... llega un momento en que quedan arrinconadas y entonces: si querés sobrevivir la única opción que tenés es el trabajo sexual.

15) No hay una opción libre.
No la hay. Entonces no se puede plantear que la identidad de esa persona tenga que ver con el trabajo sexual o con la pobreza, cuando en realidad es una contingencia social que ocurre por la discriminación que sufre cuando manifiesta su identidad. ¿Cuál es la diferencia entre mi caso y el de las otras mujeres trans? ¿Yo estoy genéticamente diseñada para que no me pasen las cosas que le pasaron a otras? No, la única diferencia es que, a los 15 años, cuando dije ante el mundo que quería ser Michelle, mis padres no me echaron. Seguí yendo al liceo, seguí atendiéndome en el sistema sanitario, fui a la universidad. Los enemigos no los tenía en casa, los tenía afuera.

"Yo soy heterosexual, porque me paro en el mundo como una mujer y me gusta el sexo opuesto. Ahora, en identidad de género, soy una mujer trans"
Foto: Presidencia


16) ¿Cómo estaba constituido tu núcleo familiar?

Mi madre y mi padre. Soy hija única, mirá qué nena les tocó (se ríe).

17) ¿Siempre te sentiste mujer?
Sí, desde que tengo uso de razón. Me acuerdo cuando tenía 4 o 5 añitos.

18) ¿En qué se manifiesta una identidad de género diferente a la genital, en un niño de 5, de 8 o de 10 años?
Y yo qué sé... yo no quería hacer nada de lo que me mostraban que tenían que hacer los varones. Con nada me sentía identificada. Tenía amigos varones, pero no jugaba a los juegos que juegan ellos. No jugaba al fútbol, no me gustaba.

19) ¿Eras "el gordito maricón"?
No. Asombrosamente no... debo reconocer que no. Creo que hasta ellos me veían como una mujer. Tuve una niñez muy feliz, tenía muchos amigos en el barrio, en la escuela, ya en esa época más mujeres que varones, pero también debo reconocer que cuando estaba con mis amigos varones buscaba los gustos en los que coincidíamos. No me gustaba el fútbol, no me gustaban los juegos de lucha ni las armas, pero me gustaba la escondida, la mancha, trataba de buscar lo ejes comunes. Y no, la verdad que no me pasó eso. En realidad, empecé a conocer la discriminación efectivamente en la secundaria.

20) Cuando te asumiste públicamente como mujer.
Sí. Hasta ese entonces todos sabían lo que yo era, yo sabía que ellos lo sabían, pero todos los callábamos.

21) Pero a los 12 o 13 años, si uno es diferente puede sufrirlo mucho.
No, no me trataban mal. Lo que pasa también es que hay que comprender que era un ámbito muy diferente al que se vive en Montevideo. Yo vivía en Salinas, estamos hablando de los años 95, 96, 97, era un liceo de 500 personas, el único que había, casi todos mis compañeros habían sido compañeros de escuela, entonces eran personas que me conocieron siempre así. De alguna manera yo no era algo raro. Lo que fue raro fue que yo decidiera quitarme el nombre y la estética que en ese momento tenía y no silenciar más aquello que todos intuían.

22) Has contado que, luego de un largo proceso de maduración, un día decidiste cambiar tu aspecto y ser una mujer también exteriormente. ¿Recordás qué pasó ese día?
Yo tenía que venir a Montevideo. Fue un viernes o un sábado y quería ir al teatro. Ya estaba atardeciendo, mi casa estaba ubicada a menos de 50 metros de la parada del ómnibus para Montevideo. Y yo dije: "Bueno, son 50 metros, me tomo el ómnibus y cuando pase el peaje ya no estoy en Salinas, no va a pasar más nada, no es tanto el esfuerzo". Bueno, no sé qué pasó, pero en ese trayecto hasta la parada me encontré con medio Salinas.

23) ¿Y cuáles fueron las reacciones?
Enmudecieron. Solamente eran las caras transfiguradas, mirando, y yo haciendo como que no pasaba nada, seguía caminando.

24) Es una historia muy fuerte.
Totalmente, incluso cuando lo traigo a la mente no parece que fuera yo. Parece que fuera otra persona.

25) ¿Hoy te sentís observada?
No, observada no. También yo manejo con bastante inconsciencia esa faz pública, si la sintiera de otra manera tal vez no lo podría manejar con naturalidad, tal vez me sintiera agobiada.

26) ¿Tenés pareja?
En este momento no.

27) Has dicho que tu madre fue un apoyo muy importante, y que tu padre también aunque de otra forma.
Lo que pasa es que mi padre tuvo la ventaja y la mala suerte al mismo tiempo de estar con una persona oceánica. Siempre la defino a mi madre de esa forma: no era ni invasiva ni sobreprotectora, era oceánica. Estaba en todos los espacios.

28) ¿Cómo era la relación con tu padre en tu niñez?
Ah muy buena. Jugábamos muchísimo, tuve una muy buena relación con él siempre.

29) Los padres suelen ver con temor la posibilidad de un hijo "diferente". Por condicionantes sociales, sin duda, pero además por el miedo a que él sufra por ser distinto. ¿A tu padre le pasó eso?
Sí, absolutamente, a los dos. Yo me imaginaba que iba a pasarles eso, pero el miedo que tenían ellos era el mismo que tenía yo. Sabía que la gente no me iba a felicitar, que mi vida no iba a seguir siendo igual, y de hecho no fue igual. Fue el precio que tenía que pagar por mi libertad, y estaba dispuesta. Durante muchos años soñé con mirarme al espejo y encontrar la mujer que yo quería de mí misma. Hoy la encuentro.


Montevideo Portal / Manuel Lino
"El miedo que tenían mis padres era el mismo que tenía yo. Sabía que la gente no me iba a felicitar"

30) ¿Nunca te planteaste adelgazar?
En su momento sí, adelgacé, quedé digamos que delgada y debo reconocer que lo mío es la belleza renacentista. El estereotipo es que una mujer trans merece ser llamada mujer si pasa por una especie de tribunal de estética. Mientras más se parezca al estereotipo hegemónico de mujer casi vedette, casi modelo, joven, eterna, bella, más parece ser que se merece llamarse mujer. Es como que te lo ganás. A mí me parece absurdo y totalmente opresivo, pero no solo para las mujeres trans, para todas las mujeres. Lo que tendríamos que aprender todas las mujeres es que no existe esa suerte de originales y copias, esa suerte de imagen que hoy se revela como hegemónica y que por lo tanto todas nos tenemos que parecer y ser copia fiel para merecer ser mujeres. En realidad tienen que existir tantos perfiles de mujer como mujeres existan.

31) ¿Hiciste terapia?
No.

32) ¿Nunca necesitaste ayuda psicológica?
No sé si no la necesité, nunca la busqué efectivamente. Tal vez me hubiera servido, pero como encontré la contención necesaria en mi familia o en mis amistades, lo fui resolviendo sobre la marcha.

33) ¿Crees que existe un ser superior que dicta normas de conducta a los seres humanos?
Yo no soy atea, pero no creo mucho en las descripciones de Dios que me han sido dadas.

34) ¿Te han llegado ofrecimientos para actuar en política?
Ahora no. En algún momento se me sugirió. Yo hago política, no partidaria. Nadie que viva en el mundo y en este país puede estar desligado de la política.

35) ¿Sos votante de este gobierno?
(Piensa) Sí.

36) ¿Por qué pensaste tanto? ¿Tenías dudas de si debías decirlo?
No, de decirlo no. En realidad no apoyo ningún fanatismo, no soy votante cautiva de nadie. Soy simpatizante.

37) ¿Cuál es, a tu criterio, el colectivo humano más discriminado en nuestro país?
Las mujeres trans. Se lo podés preguntar a cualquier activista. Lo es por lejos, a nivel socioeconómico, cultural, por donde lo mires. Sobre los motivos, puedo recurrir a una explicación de Judith Butler, que me parece fantástica, que empieza planteando que el lenguaje construye realidad. Y que por lo tanto cuando hacemos construcciones de cualquier tipo, en realidad las teñimos de cultura, y que los datos objetivos que definen sexo en concordancia con la genitalidad también son construcciones culturales. Ella dice que no es cierto que el sexo se pueda definir exclusivamente por la genitalidad. ¿Qué pasa con los intersexuales, que no tienen ni una vagina ni un pene? ¿No pertenecen ni a uno ni a otro y por lo tanto no son seres humanos? Ella lo que plantea es que una cosa es describir el funcionamiento fisiológico de un órgano humano, y otra cosa muy distinta es que se lo tome como único elemento determinante de la sexualidad. Entonces hay una realidad que no es tan fácil de encasillar, y hay una genitalidad masculina pero un género femenino y una orientación sexual lésbica, por ejemplo.

"Si el precio de ser subestimada es el que tengo que pagar por un bien mayor, no es demasiado. He tenido que pagar precios mucho más caros"


Foto: Presidencia



38) ¿Te cansa que los periodistas te pregunten siempre sobre estas cosas?

Es algo que me ha acompañado muchos años y a veces siento que hay una especie de subestimación. ¿Cuál es la razón para que después de cuatro años de trabajo incesante y de muchísimas evidencias de mi trabajo -objetivo, externo, fuera de mi fuero interno- sigo siendo exclusivamente destacada por ser la primera abogada trans, y no por ser abogada? A veces puede resultar raro que de la misma manera que es valorada mi identidad no sea valorado mi trabajo.

39) Desde una mirada quizás superficial puede decirse que abogadas hay centenares y abogada trans solo una.
¿Abogadas que hayan hecho lo mismo?

40) Abogadas destacadas hay muchas.
Repito: ¿abogadas que hayan hecho lo mismo? Lo dudo. Pero más allá de eso, en este tipo de procesos las individualidades poco importan, lo que importa son las colectividades. Por lo tanto si el precio de ser subestimada es el que tengo que pagar por un bien mayor, no es demasiado. He tenido que pagar precios mucho más caros.

Montevideo Portal / Gerardo Tagliaferro
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