Contenido creado por Martín Otheguy
Crítica de discos

Modern times, de Bob Dylan

CRÍTICA DE DISCOS

Modern Times renueva a su creador, y nos ofrece un Dylan más inspirado. Oírle en su retorno le perdona de su larga partida; aunque todo artista deber saber no como el enfermo- cuando decir adiós.

27.10.2006

Lectura: 5'

2006-10-27T00:00:00-03:00
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Para muchos hombres el lanzamiento de un disco de Bob Dylan siempre será motivo para una gran expectación, y también, causa de un gran acontecimiento. Pero sentir todo esto es tonto ya en el 2006.

Este trabajo me lo encontré por casualidad cuando, un día a la mañana, descubrí que alguien en mi casa lo había adquirido en algún lugar. Pronto supe que se trataba de su último trabajo, y como a Bob Dylan lo conozco y he disfrutado de su música mucho tiempo, me permití el hecho de oírlo.

Antes que sus diez canciones, me agradó no encontrar una nueva incorrección discográfica como Love and Theft. Creí que Dylan moría en aquel trabajo de 2001, pero este nuevo álbum atestigua que no lo hace aún. Modern Times es muy superior a aquel álbum. Su estilo, la textura musical, la fragancia que desprende en el aire al reproducirlo lo convierten en un trabajo correcto y digno. Modern Times no termina por hundir en el olvido al legendario poeta del rock, y en caso contrario, este pareciera responder en los hechos a un revés con cual hurta a los tiempos un nuevo trozo de presente.

Quienes le aman pese a su crepúsculo, tendrán en Modern Times un nuevo elemento reivindicatorio. Para ellos Modern Times podrá ser lo que para los nacionalistas del fútbol local un casual triunfo de Nacional ante Boca en Buenos Aires.

Leí igualmente un anuncio que había sido publicado en Estado Unidos unos días antes del lanzamiento de este trabajo. El párrafo anunciaba así: "Ha trascendido que la línea del álbum es la misma de 'Love and Theft', y que entre las 12 canciones de que consta contiene al menos 3 temas que podrían ser obras maestras." El resultado final del álbum no las ofrece en ninguna parte.

Igual así, pensemos. Si quisiera buscar entre sus 10 (el texto dice 12, pero de hecho es el número 10 el que corresponde a cantidad de canciones de Modern Times) tres que mostraran forma o aspecto de obras maestras, tales debieran ser: "Spirit on the Water", "When the Deal Goes Down" y "Nettie Moore". Lo mejor del álbum es recogido en esas tres canciones. Entonces Dylan alcanza límites óptimos y muy por encima de lo que nunca lograra en "Love and Theft".

"Spirit on the Water" no tiene errores. Todo es perfecta en ella. Es lenta y distendida, cuyas notas deslizantes y previsibles, muy fértiles en el jazz de los años 20 y 30, evocan una noche cualquiera en la América de los tiempo modernos. Este letargo vuelve a quebrase cuando Dylan retorna a redundar en el blues más clásico en los seis minutos de "Rollin' and Tumblin'", una canción sin importancia que sólo auspicia de intermedio recreativo para la más interesante "When the Deal Goes Down", canción en la que Dylan pone todo lo que realmente tiene para decir en Modern Times.

Su voz no deja espacio a los silencios. Sus versos no cesan de desparramarse sobre las melodías. Y lo hace de manera elegante. Dylan no utiliza desatinadamente su voz en Modern Times, y por extrañas razones, su tono vocal no se oye desgastado y vetusto como en sus discos anteriores. Este hecho es algo que recibe muy gratamente el natural decoro auditivo: la voz desnuda de "Love and Theft" habría arruinado todo el trabajo de Modern Times, como Joaquín Sabina arruina los suyos y todo lo que presenta en vivo desde 2001. Este trabajo de Dylan por refinar su tono vocal no debió ser menor. Tampoco lo es el resto de la instrumentación (que aunque simple y llana, al viejo estilo del rock & roll, del folk y del suyo) su sola audición prueba que en este álbum existe una dedicación y trabajo profesionales en las que no escapan las sutilezas ni los detalles de la totalidad. Sus instrumentos suenan diáfanos, extrañamente diáfanos.

Modern Times es un álbum que podría sorprender a muy pocos; quizás únicamente a los que han sustituido las contemplaciones estéticas impersonales por ciegos fanatismos o competencias deportivas o políticas, en las que el público espera que su equipo o partido venza a su oponente aunque se trate del más débil o torpe de los dos. Hinchas de Peñarol creerán su equipo un rey de copas, como fans de Dylan creen que su música ha sido de las mejores que hubo en el rock.

Esto último nunca fue cierto. "Highway 61 Reviseted" y "Blonde on Blonde" han sido excelentes discos de rock que la historia no deberá olvidar. Pasará mucho tiempo y sus nombres deberán aparecer (con justicia) entre los mayores 300 o 500 discos del rock. Pero Dylan no ha sido mejor que Zappa o Bowie. "Highway 61 Reviseted" será siempre un gran disco, pero nunca algo igual o mejor que el primer CD de Peter Gabriel, "Zuma" de Neil Young o "Another Green World" de Brian Eno. Una revisión exhaustiva de la historia del rock deberá dar como resultado una valoración menor de la obra de Dylan en el contexto musical de los sesentas y setentas. En tal caso, y a largo plazo, deberían ser más importantes las contribuciones en los noventas de Massive Attack, Richie Hawtin e incluso Underworld, que las que él dejara grabadas, por ejemplo, en los setentas.

El fracaso de esta tarea podrá tener causas múltiples, una de las cuales estribará, sin dudas, en lo muy profundo en nuestras almas en que se han arraigado las melodías excelsas de "Blowin the Wind", "Mr. Tambourine Man" y "Like a Rolling Stone".

En otro tiempo amábamos para siempre, pero sólo a las rocas podría tolerárseles un tipo de amor sempiterno.

leonardopittamiglio@montevideo.com.uy