Tributo a Escanlar
Los Siete Sentidos XX

LA COLUMNA DE GUSTAVO ESCANLAR

Tengo, recibo, evito, salgo. La columna de Gustavo Escanlar en el portal.
24.08.2006
2006-08-24T00:00:00
Compartir en

Tengo Crónicas Volumen 1, las memorias de Bob Dylan. Envídienme, sí, no tengan ningún remordimiento de odiarme por el hecho de que lo esté leyendo antes que ustedes. Dylan cuenta, y cuenta muy bien, tan bien que el tipo parece haber escrito una novela, sus primeros años en el mercado musical, sus encuentros y aprendizajes con leyendas del folk, los tugurios en los que tocaba cuando era lo suficientemente joven como para parecer púber, las circunstancias políticas e históricas que lo llevaron a ser quien es, su avidez por la lectura, sus comentarios literarios, sus repetidos impulsos a terminar con su carrera, su soberbia, su inseguridad, su timidez, su hijoputez, su parquedad, su antipatía, sus dotes de coleccionista, sus obsesiones, sus bruscos y violentos cambios de estilo, sus éxtasis y sus sequías compositivas, las canciones de protesta, sus peleas sin retorno al grabar con Daniel Lanois, el proceso de grabación de varios de sus discos, lo ambiguo y seductor que le resulta Bono, aun cuando en otra vida Dylan cree que Bono hubiera sido policía. Pero como no creo que Dylan se deje entrevistar por mí, te cuento algunas cosas del libro. Para que no vayas diciendo por ahí que soy jodido.
Dylan recuerda: "No estoy muy seguro de cuándo se me ocurrió empezar a componer mis propias canciones... Supongo que vas entrando poco a poco. No te levantas un buen día y decides que necesitas escribir canciones... Siempre se puede presentar una oportunidad de convertir algo que ya existe en algo que aún no había cobrado forma. Eso es quizá el principio. A veces, sólo quieres hacer las cosas a tu manera, averiguar por ti mismo qué hay tras el telón oscuro. No es como si vieras venir las canciones y las invitaras a pasar. No resulta tan fácil. Quieres componer canciones colosales. Quieres hablar sobre las cosas extrañas que te han pasado, que has visto. Tienes que conocer algo, comprenderlo, y trascender entonces el lugar común"
Explica: "La música folk era una realidad que pertenecía a una dimensión más brillante. Trascendía la comprensión humana y si oías su llamada, podías desaparecer absorbido por ella... Era más real, más fidedigno que la propia vida: la magnificación de la vida. La música folk era todo lo que yo necesitaba para existir".
Confiesa: "Mis ojos habían perdido su brillo, y nada podía hacer. Salvo refunfuñar".
Recuerda: "Había renunciado a seguir componiendo. Ya no necesitaba más canciones".
Reflexiona: "La vanidad no es necesariamente una enfermedad, sino más bien una flaqueza. Una persona vanidosa resulta fácil de engañar y, por tanto, de hundir Un vanidoso tiene un concepto erróneo de la propia valía, una visión hinchada de sí mismo".
Condena: "Los tipos blandos e impotentes son los que a veces hacen más daño"
Cree: "Rezo para ser mejor persona"
Cae: "Conocerla fue como adentrarse en los cuentos de las Mil y una noches. Tenía una sonrisa capaz de iluminar una calle atestada y poseía una vitalidad asombrosa, amén de un tipo peculiar de voluptuosidad: un Rodin viviente. Me recordaba a una heroína libertina. Era mi tipo".
Desprecia: "Me daban igual las opiniones de la gente, ya fueran buenas o malas; no me comía la cabeza con aquello"
Cuenta: "Al componer una canción, uno expresa una visión del mundo, aunque es poco probable que esa visión sea acertada. Y otras veces uno dice cosas que nada tienen que ver con la verdad de lo que se quiere expresar, o dice cosas que todos saben que son verdad. Por otro lado, al mismo tiempo uno piensa que la única verdad sobre la tierra es que no hay ninguna"
Acota: "Es difícil escribir una canción protesta sin caer en el maniqueísmo ni en lo panfletario. Una buena composición muestra a las personas una faceta de sí mismos que desconocen"
Termina: "La escena de la música folk había sido como un paraíso que debía abandonar, del mismo modo que Adán abandonó su jardín. Era demasiado perfecto... En unos pocos años, se iba a desatar una tormenta de mierda... La psique nacional estaba a punto de cambiar, y en muchos aspectos, iba a asemejarse a la noche de los muertos vivientes... Una cosa era evidente: no sólo no estaba regido por Dios, sino que tampoco lo estaba por el demonio"
(Ah, sí, te la deja ahí, como la biografía aquella de Taco Larreta que te deja con ganas porque te cuenta hasta que es casi adolescente. Tendremos que esperar que se le cante terminarla, porque se sabe que el tipo es uno de los más libres y volubles de este mundo)
((Ahora no me putees ni te rías por lo que voy a confesar: a mí Dylan me hinchaba un poco las pelotas. Hasta que vi el documental de Scorsese, que salió en dvd hace unos meses, y cambié mi impresión radicalmente. Algo parecido me había pasado con los Beatles con Paul, principalmente- hasta que los escuché en serio y me di cuenta que los tipos son dioses, que construyeron todo lo conocido. Después de ver No direction home, el documental de Dylan, fui a escucharlo con otra perspectiva y me di cuenta. Y con el libro este, y con la lucidez solitaria e implacable que tiene sin necesidad de exhibirla como rock star de cuarta, puedo decir que Dylan merece que le den el premio Nobel de Literatura. De esa manera la Academia se reivindicaría de la sarta de bagallos que premia cada tanto, y además volvería a los orígenes, a Grecia, a aquellos escritores que no tenían por qué escribir y publicar en Anagrama. Aquellos escritores que contaban sus historias en las plazas y dejaban enganchado a todo el mundo, que las iba repitiendo a hijos, nietos y concubinos))
(((De Dylan, lo más reciente que anda en la vuelta, es el dvd de No direction home. Por separado, también se vende la banda sonora de la peli. El libro se llama Crónicas Volumen uno, lo distribuye Norma, y duele 400 mangos. Y ahora, el 29 de agosto, el tipo saca Modern Times, su nuevo disco después de cinco años sin grabar. Más información en www.bobdylan.com)))


Recibo mails de lectores arteros y desafiantes que me piden una crítica destructiva de los nuevos programas de entretenimientos de canal 10. Pretenden que yo diga lo que ellos quieren que yo diga. No les voy a dar el gusto. Otros idiotas escriben columnas donde protestan a los gritos al Dios de los frustrados. Se enojan con algunos canales porque compran formatos de otros países, inventados por empresas televisivas que, te apuesto, saben ocho o nueve veces más que nosotros, "los lúcidos", "los que la tenemos clara", "los que pensamos que sabemos". Esos minusválidos mentales cuyos seudónimos los convierten en impunes Superhéroes tratan de disimular que, en el fondo, sus críticas seudochistosas y seudolúcidas y seudoprogresistas tienen su origen en el éxito de Petinatti. No critican a Canal 10 (no lo hicieron antes, cuando se habían comprado otros formatos) ni critican la globalización de los mass media (ellos mismos adquieren sin permiso formatos de la Rock and Pop que cumplieron más o menos veinte años). En el fondo de todo este asuntito, les diría una psicoterapeuta que no quisiera currarlos, está la envidia. Envidia del pene. No se bancan el éxito que, con trabajo y talento, mantiene desde hace 15 años el Petti, mi jefe, a quien alcahueteo con orgullo. Los justicieros rencorosos, esos cultores del humor amargado, desearían tener la cuarta parte del talento de Orlando Petinatti, creador de un innegable éxito histórico en la radio uruguaya. Los rebelditos "wannabe" saben que no llegan, que no pueden, que se tienen que conformar con ser un "programa de culto", autoreferencial y lleno de chistes para los amigos de parrandas. Si alguna vez un error estadístico les dicen que su rating fue unas décimas mayor que el de Malos Pensamientos ellos festejan a lo grande, con champagne y sin dormir. Esa es su aspiración más anhelada: festejar entre amigos dos décimas de rating. Si no lo logran, largan darditos con el veneno acumulado y le disparan a todo lo que tenga relación con Petinatti. A veces, algún gerente se equivoca y compra alguna de sus "genialidades". Inevitablemente, cuando llega la hora de los bifes, el momento de "pelar" y demostrar, ellos no dan la talla. Pero no dejarán de soñar con ser estrellas de la tele. Y mientras no lo sean seguirán castigando a tipos que, acertando o errando, encaran y tienen más huevos que ellos. Un día, en el boliche, compartiendo cervezas, se van a preguntar por qué nunca pudieron, qué fue lo que falló, qué impidió que llegaran. Serán un grupo más de viejos resentidos. Ya lo son, aunque parezcan jóvenes.
(No sé, creo que me fui por las ramas y no satisfice la demanda de los lectores de los que hablé al principio. Acá va: como yo firmo mi columna, que además va adornada con mi jeta, comento exclusivamente lo que a mí me da la gana. ¿Quedó claro? En cuando a Distracción, me gusta en serio. Y el de Gustaf ya lo vi muchas veces, lo que pasa)

Evito salir de mi casa la noche del 24. Una sola vez caí en la trampa registrada como noche de la nostalgia.
(Y no digo más nada respecto a esta noche recalcitrante y recalcada y llena de autos por todos lados y de gente panzona y sudorosa que canta mal cuando el tipo berrea ja-a-aus-dat )

Salgo volando. Tengo que ir, otra vez, al juzgado. Después les cuento.
(Siempre es así, todo es por guita. Primero te dicen que es por el honor, pero en el fondo siempre quieren el dinero)