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Entrevistas

El tipo de la radio

CON JORGE ''TOTO'' DA SILVEIRA

Jorge Da Silveira ha vivenciado gran parte de la historia deportiva de nuestro país. No duda en afirmar sobre el periodismo, que "era mejor el de antes" y sostiene que actualmente cada vez tiene "menos relación con los jugadores".

Lectura: 24'

2004-07-06T00:00:00-03:00
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Crítico del sistema que envuelve al fútbol entiende que "la dirigencia no tuvo ideas suficientes para ir consiguiendo soluciones a los problemas. Entonces le fue entregando espacios a Casal (...)"

Este es el resumen de la larga entrevista sostenida con el Dr. Jorge Da Silveira: el periodista y el hombre.

 

El periodista

- ¿Nunca se cansó en todos estos años de periodismo?
- Yo soy un tipo que tengo una suerte muy grande. En primer lugar, tengo un físico muy resistente, trabajo los siete días de la semana desde hace 43 años y con una moral bárbara. Soy indoblegable. 
Aparte me ayuda mucho la filosofía de vida. Nunca pensé que no descanso, sino que tengo la felicidad de trabajar en algo que me gusta, una muy linda familia, buenos amigos, y que he tenido una vida digna de vivir.

- Usted vivió una gran parte de la historia del periodismo deportivo de nuestro país, haciendo un balance... ¿cómo ve el periodismo actual en comparación con el de antes?
- Era mejor el de antes. Yo creo que se manejaban otros valores, otro sentido del respeto. Había celos como en todas las actividades, además el periodismo es "la feria de las vanidades", pero yo creo que el tiempo que viví en los primeros años de periodismo, los primeros veinte años de mi carrera fueron mucho mejores que los de ahora.

Inclusive nos dimos el lujo, siendo un grupo de muchachos muy jóvenes, de formar un grupo fermental que generó un cambio sustancial en una cantidad de cosas del periodismo deportivo: fue el Clan 10, de Radio 10. Éramos Víctor Hugo Morales, (Alberto) Kesman, (Carlos) Muñoz, (Amadeo) Ottati, Paullier y yo.

Acá, el primer individuo que cambió, las transmisiones deportivas, producto de una cantidad de cosas, fue Heber Pinto, en ese afán que tenía por competir con Solé, que tenía una gran audiencia deportiva. Y la verdad es que, gracias a Heber Pinto, yo pude acceder a los relatos de primera porque en Sarandí se dieron cuenta que tenían que cambiar un montón de cosas, sino se los comía Pinto.

Y tuvimos que cambiar, en la medida de lo que se podía porque Don Carlos (Solé), que era un gran tipo y un gran relator, pero que tenía sus características, y eran muy difíciles de cambiar. Por ejemplo: al relato de Solé no entraba nadie, más que el locutor comercial. E hicimos un lindo cambio en la Sarandí.

Y cuando nos fuimos, que teníamos que competir con Pinto y Solé, nos metimos en una cuña, ellos estaban en el 8 y el 12, y nosotros nos metimos en el 10 (del dial). Y empezamos a hacer una cosa totalmente distinta: con transmisiones previas, cosas más elaboradas, con todo un trabajo de producción, notas de análisis, de investigación...

- Lo que se oye hoy en todas las radios...
- Claro, fue la base de todo eso. Y nos fue bien. Después la cosa se fue endureciendo mucho, y el fútbol mismo cambió todo.
Cambió el nivel de los dirigentes, cambió el nivel de los técnicos, cambió el nivel de los jugadores...

- ¿Esos cambios condicionan el ambiente periodístico también?
- Si, si totalmente. Yo cada vez tengo menos relación con los jugadores. Mantengo un vínculo con jugadores que ganaron cosas importantes, de la década del 60, del 70.... Además eran tipos que ganaban cosas importantes, que tenían un significado mayor en el ámbito futbolístico y sin embargo sabían aceptar una crítica, sabían discutir un tema, con nobleza, con respeto. Hoy en día no. Hoy le decís a un jugador que no jugó bien y ya te deja de saludar y se hace un lío bárbaro.

Tenés que estar muy preparado para afrontar lo que venga y tener una personalidad muy firme para mantenerte en tu tesitura. No es fácil, cada día es más difícil ejercer esta profesión sobretodo después de que cambió todo. En este momento, el fútbol uruguayo tiene una estructura compleja. Está el poder formal por un lado, que es el poder de la Asociación Uruguaya de Fútbol; y después hay un poder real, que no sólo tiene un poder de hecho sino que tiene también un poder de derecho, que es Casal. Y acá, todo eso incide lamentablemente en lo que es la realidad del fútbol.

- ¿Y en el periodismo?
- Y en el periodismo también incide. Hubo un grupo de periodistas que tuvimos el ofrecimiento de Casal para trabajar. Hubo muchos que dijeron que si, y trabajan para Casal, y otros dijimos que no, lo que no significa un juicio de valoración para nadie. Todos somos mayor de edad y sabemos lo que hacemos.

Yo me conozco, sé las cosas que puedo aceptar, sé las que no. Sé en qué clima puedo trabajar, y en cual no. Dije que no me iba a poder adaptar, agradecí el ofrecimiento y dije que no. No tengo un problema personal con nadie. Si tengo convicciones, sobre lo que está bien, lo que está mal, sobre lo que debería ser, sobre lo que no.

- ¿Y cuáles son esas cosas que lo hicieron decir 'No'?
- No, primero hay que analizar por qué Casal tiene el poder que tiene.

- ¿Por qué lo tiene?
- Lo tiene porque la dirigencia entregó espacios. No tuvo ideas suficientes para ir consiguiendo soluciones a los problemas. Entonces le fue entregando espacios a Casal, transformándose cada vez más en el dueño del fútbol uruguayo, y llegó un momento en el que la gran mayoría de la gente de este país, vinculada al fútbol, le debía o dinero o favores. Algo que fue construyendo hábilmente como forma de ir consiguiendo espacios.

Después, un buen día, ese dueño de hecho, consiguió a través del poder que tenía sobre la mayor parte de los dirigentes de fútbol, que también le fueran vendidos a él los derechos de televisión, a pesar de que había una oferta que era mejor de la que él hacía. Pero el peso de Casal llevó a que la mayoría de las instituciones, salvo Nacional, River y Liverpool, votaran en darle los derechos a Casal.

Y todos sabemos que la televisión es la dueña del mundo. Y el que tiene el derecho en la televisión, tiene derecho en participar en las decisiones. Entonces, acá hay un poder compartido, por el poder de hecho que tiene Casal y por el poder de derecho que tiene Casal, como dueño de los derechos de televisión.

Y entonces se ha producido una concentración de poder en Casal que, pienso, es nociva en cualquier actividad de la vida. Por filosofía de vida, soy contrario a todo tipo de monopolio.

Lo que ha habido en este caso es una acumulación de poder en Casal, que ha sido nociva, porque no ha tenido la visión de montar una estructura adecuada para ejercer el tamaño de poder que tiene.

Creo que tampoco ha tenido la visión de arrendar capacidad, de arrendar especialización, de montar una estructura adecuada para manejar lo que ha tenido. Eso ha generado un estado de cosas que creo que son negativas, como la concentración de poder. ¡Pero eso nos lo enseñaron con la Revolución Francesa! Cuando quieren establecer el principio de poderes, para terminar con la monarquía y todos sus excesos...

Se ha generado una dependencia de los clubes enorme hacia Casal y su gente. Los jugadores, que desde chicos lo único que quieren es que Paco los venda y ya ni piensan en devolverle algo al club que los formó, ni jugar por Uruguay.

Antes era pasar de un cuadro chico a un cuadro grande, poder jugar en la selección y a los 25 irte, si podías. ¡Hoy en día, a los 17 ya se quieren ir!

Pero es que han cambiado todos los valores de nuestra sociedad. Cuando yo era chico, nuestros padres nos llamaban para que dejáramos de jugar a la pelota, que pasábamos cantidad de horas, para que ir a estudiar. Y ahora los padres dicen "no estudies más, andá a jugar a la pelota, a ver si nos salvamos todos". Uno ha visto partidos de baby fútbol y no voy más porque me horrorizo de las cosas que escucho.

- El fútbol dejó de ser un deporte para pasar a ser un negocio...
- Cada día lo veo más como un negocio. Pero para todos, no para los empresarios y los dirigentes, también para las familias. Cuando un padre le dice a un hijo "no estudies a ver si nos salvamos", entramos en un terreno realmente preocupante y sombrío.

Yo creo que el fútbol vive la crisis que vive por la falta de dirigentes con capacidad, porque los empresarios no han entendido su rol, porque no se han preocupado por formar y educar adecuadamente a los futbolistas que representan. Entonces, a un botija de 17 años, donde le dicen todos los días que es un fenómeno, le meten plata en el bolsillo, cuando cumple 18 le compran un auto 0 km, lo quieren llevar a vivir en un apartamento en Pocitos cuando no está preparado para eso, para afrontar las tentaciones que son incompatibles con la vida de un profesional... es muy difícil.

Yo soy un tipo de otra generación. Cuando era muchacho, conseguirse a una chiquilina daba laburo. ¡Y a un tipo con mi cara, mucho más! Hoy en día te esperan cinco con la bombacha en la mano, gritando que se quieren encamar contigo porque pateás bien el cuero, o porque sos famoso. Entonces, es muy raro... hay que formar a la gente, hay que educarla.

Hay una gran crisis educacional, un déficit cultural mayúsculo porque a nadie le importa formarse adecuadamente, prepararse para la vida. Porque además el fútbol no dura para toda la vida. Está estadísticamente comprobado, antes de cada 100 era 1. Ahora, es un 0.8 los que llegan. Entonces, el que se preparó para crack y no fue crack, es un fracasado y entra a pulular en la sociedad. Y mismo los elegidos, los que se van del país porque tiene la posibilidad, normalmente fracasan porque no están preparados intelectualmente, ni mentalmente para afrontar las exigencias de la vida profesional. Son muy malos profesionales la gran mayoría.

- Argentina también exporta jugadores, pero no parece tener estos problemas. Es una diferencia con ellos.
- Si, enorme. Argentina nos lleva años luz en todo. No tiene ningún empresario dueño del fútbol.

- Son varios...
- Tiene varios. Hay mejor dirigencia allá que acá. Tiene conceptos mucho más claros que los nuestros, saben a lo que quieren jugar, nosotros acá no sabemos.

Dicen "juega con un solo punta". El Manchester United juega con Van Nistlerooy sólo y el Arsenal juega con Henry solo adelante, y son equipos de una capacidad ofensiva impresionante. Lo que pasa es que tienen volantes que son aviones, que llegan inesperadamente por lugares imprevistos, con laterales que suben permanentemente... y te encontrás con seis jugadores en acción ofensiva. ¿Entonces qué tiene de defensivo jugar con un punta? Jugar con un punta acá, sí. Porque es un fútbol carreta.

Mientras que en Europa un jugador corre entre 12 y 14 km. por partido, acá corren ocho. Mientras que la velocidad promedio de los jugadores en Europa es de 11 segundos en los 100 metros; acá, es de 13 y pico. Tenés la lentitud física, la lentitud mental, la lentitud de las canchas, entonces este no puede ser un fútbol competitivo.

- Pero Argentina también sufre tiempos críticos.
- En la peor etapa de crisis moral y económica en Argentina, en los tiempos de (Carlos) Menem y en el último tiempo de (Fernando) De la Rúa, Argentina fue campeón de todo. ¿Qué quiere decir eso?

Que si vos querés tener bases sólidas para inspirar una política deportiva, con gente capacitada para liderar un grupo, para mentalizarlo, para formarlo, vos podés pelear con confianza aunque tu país no ande bien.

El Once Caldas, ¿qué es el Once Caldas? ¿Es el producto del dinero? No, al fútbol colombiano ya no lo maneja más el narcotráfico. El Once Caldas no es un equipo poderoso económicamente. Vos ves los jugadores que tiene. Pero tiene un técnico capacitado, que sabe lo que quiere, que impuso su idea futbolística.

Ellos han incorporado un psicólogo sin ningún tipo de problemas. Y el psicólogo les dijo que en La Bombonera, los van a aturdir. El piso de La Bombonera, cuando saltan los hinchas, se mueve. Tenemos que estar preparados para que se mueva. Y tenemos que movernos nosotros también.

Entonces los tipos, cuando fueron a jugar el partido cumplieron. No creen que tener un psicólogo es porque están todos locos, o porque son cagones... es otra historia.


- Sobre este tema de las bases sólidas, me viene el caso de Carrasco. ¿Fue todo una ilusión? ¿Hubo un cambio?
- Yo siempre estuve pendiente de las reacciones de (Juan Ramón) Carrasco, porque lo conocía como jugador y siempre fue un tipo muy difícil. Carrasco me garantizaba en la previa algunas cosas importantes: los jugadores con él no iban a joder. Ocurrió otra cosa, los jugadores se pudrieron de él. Y sobretodo de su narcisismo. Pero lo peor de todo, que creo que eso fue el principio del fin de Carrasco, fue que responsabilizara de las derrotas a los jugadores.

Pero yo creía que con Carrasco, los jugadores, no iban a joder. Y que a Carrasco no le iban a armar el equipo, con lo que me equivoqué. Luego me enteré de que también le hicieron llegar una presión para que (Sebastián) Abreu no esté en la selección, porque Casal y su gente estaban enojados con (Lucho) Malvarez (representante de Abreu). Eso me decepcionó. Pero yo creo que nadie le hizo el equipo a Carrasco, le hicieron alguna cosa de estas, pero nadie le dijo poné a fulano, sacá a sultano.

Y eso era importante, que los jugadores no se hicieran los vivos. Porque acá, en los últimos 20 años, en el único momento que hubo disciplina y mandó el técnico, fue con (Daniel) Pasarella. Se trabajó sin gritos, sin actitudes que visualmente pudieran hacer valer la autoridad. Simplemente, con la diferencia de su carisma, su presencia.

Pero yo veía que ofensivamente íbamos a jugar mucho mejor. La duda que siempre tuve fue la parte defensiva, la falta de equilibrio en los equipos de Carrasco.

Y empieza con un porcentaje abrumador de la opinión pública a favor. Y uno piensa, le va bien de entrada, si sabe escuchar, y le pone al equipo lo que le falta, es Gardel, Lepera y los guitarristas, y no se va más. Pero triunfó lo que yo siempre pensé, que había de característico en la personalidad de Carrasco: altanero, narcisista, soberbio, prepotente. Y en definitiva, él quiso demostrar que podía poner a mi viejo que tiene 90 años y como él lo ponía, iba a andar bárbaro, y no es así.

Comete errores en cadena muy grandes. Cuatro días después de la mejor actuación que yo recuerde de un equipo uruguayo en una eliminatoria, que fue contra Bolivia acá -cuando le hacemos cinco goles-, vamos a Paraguay y hace siete cambios. Frente a una de las mejores duplas ofensivas de América, que son Cardozo y Santa Cruz, pone a Cono Aguiar, un tipo lento, y a Sorondo, que hacía 52 días que no jugaba al fútbol. Eso para mi revela una desubicación fantástica. Es casi demencial. Pela a todo el mediocampo entero, que había sido un baluarte, y pone un mediocampo nuevo.

Y después vamos a Brasil, se equivoca en la formación del equipo y del sistema a emplear. Si vos jugás contra los brasileños y no ponés volantes que tapen la subida de los laterales, te van a abollar. Nos mataron. Terminó poniendo a Hornos, que había jugado 30 minutos acá y había quedado con la camiseta azul oscuro, que en 100 días había jugado 110 minutos, y lo hace bajar para marcar al volante y al lateral brasilero. Y si nos hacían cinco goles, en el primer tiempo, estaba bien. Y después hizo los cambios, empezó a jugar, tuvo la suerte de que Brasil dio el partido por ganado y los sorprendimos con tres goles.

Pero creo que el preolímpico fue la tumba de él. Fue tan atroz lo que hizo. Cuatro jugadores de marca en veinte. No llevó un volante de marca. Pensó que el Malaca Martínez, delantero, podía ser el sustituto del Pato Sosa, es demencial. El Malaca Martínez fue a preguntarle, y me lo contó el Pato Sosa, cómo había que ubicarse para jugar de volante central. Hacer un curso rápido de ubicación antes de salir. No llevó un suplente para el Malaca Martínez. No llevó un volante de marca. No comió un día con los jugadores. No tenía diálogo con los jugadores, lo único que hacía era decirles en los entrenamientos que no sabían pegarle a la pelota y que el único que le pegaba era él. No fue a tres entrenamientos después de haber perdido 3 a 0 contra Chile...


- Por dónde pasa la validez de un periodista deportivo, en un país donde parece haber tres millones de directores técnicos, donde los temas son siempre discutibles, donde las opiniones son múltiples...
- Yo creo que es muy sencillo. Yo creo en la comunicación. Vos a la gente le tenés que transmitir mucho más que una opinión futbolística. Yo creo que lo más importante que hay en la relación entre el comunicador y el oyente, televidente o lector, es inspirarle credibilidad. Eso lo da la trayectoria. Si vos al cabo de tu vida, a pesar de todos tus errores, lograste que un tipo, en una profesión como ésta que es realmente polémica y que admite muchas opiniones diferentes, vuelva a la emisora, es porque le inspiraste al tipo cosas que son mucho más importantes que una discrepancia circunstancial. Eso se logra con una conducta, una línea de proceder que el tipo valore, eso es lo único.

Yo me equivoco como cualquiera. Lo único que tengo la absoluta tranquilidad es que nunca me equivoqué a sabiendas. Y que cada vez que me equivoqué, y me di cuenta que me equivoqué, lo admití públicamente. Y eso, lejos de peligrar mi imagen desde el punto de vista profesional, creo que la fortaleció. La gente te sintió más humano, más honesto.

La clave de esto es que el tipo que está detrás de la radio o de la tele, te vea como un tipo como él, con los mismos problemas, los mismos sentimientos, las mismas dificultades; y por sobre todas las cosas, con los mismos errores y aciertos.

Este mundo, lamentablemente, está enfermo de soberbia. Y la soberbia anula todo, anula la inteligencia, anula la razón e impide la autocrítica. Yo por suerte, tengo controlado mi ego, tengo una profunda autocrítica, siempre me he rodeado de entornos críticos. Porque creo que es la manera de no torcerse. Los que trabajamos en los medios de difusión, y tenemos cierta continuidad, tenemos una tendencia a deformarnos muy grande. Tenemos el riesgo de creernos la película. Y por eso es que tenemos gente que siempre te esté llamando a la realidad, bajándote a tierra. Aunque más no sea con el ejercicio dialéctico, te va a llevar a ubicarte, a decirte que tenías razón o a que no. Y cualquiera de las dos cosas son buenas.

Yo nunca jodí a nadie. Que me jodieron, si de acuerdo, pero nunca jodí a nadie. Nunca perjudiqué a nadie a sabiendas. Dije siempre lo que pensé. Jamás actué en función del interés dado. Y cuando me equivoqué y me di cuenta, lo admití. Eso es lo único.

Más o menos, lo único que ha podido generar uno en 43 años de vida pública, es un poquito de respeto.

Algunas frases que dijo mi abuelo: "El hombre que sube y se marea, es un ordinario". Eso es lo que siempre tiene que ser, no marearse, no creerse la película. Y otras de mi viejo: "Más rápido de lo que se sube se baja", "mucho más que llegar cuesta mantenerse", y la condición fundamental para conseguir los objetivos en la vida no es la inteligencia: es la voluntad, es la perseverancia.

El viejo me dice que en su experiencia de docente, y es verdad, le ha llevado a concluir que está harto de ver fracasar a talentosos indolentes y de ver llegar a mediocres con voluntad. Y es así.

Y nunca abusar del poder de un medio de difusión. Y mucho menos caer en la inmoralidad de por un problema personal, hacer un comentario periodístico deformado.

 

El hombre

- Da Silveira, ¿usted es abogado, no?
- Si

- ¿Ejerció alguna vez?
- Ejercí pero poco, porque nunca me gustó la carrera.

- Igualmente la terminó...
- Si. La terminé por un compromiso moral con mi padre, pero...

- ¿Qué lo llevó a estudiar abogacía entonces?
- Yo era el abogado de todos los pleitos perdidos. Yo defendía a todos los reos. A los que tenían líos en clase yo los defendía ante los profesores, entonces los profesores me decían "qué abogado bárbaro que vas a ser vos". Y nunca me plantee si realmente quería ser abogado o no.
Yo cuando era chico le decía a mi madre que iba a ser arquitecto y le iba a hacer una casa.
Y bueno, me llevaron los acontecimientos a seguir abogacía. No era porque fuera malo en matemáticas, porque salvé con sobresaliente en preparatorio. Pero me metí ahí como sin quererlo, y cuando estaba en preparatorio tuve la desgracia de perder a mi madre, a los 15 años... Una mujer maravillosa, nunca conocí a nadie como ella. Una enfermedad muy dolorosa, ella se enfermó cuando yo tenía 13 y murió a los dos años.

- ¿Una familia grande?
- No. Somos tres hermanos, dos mujeres y yo. Entonces cuando muere mi madre, fue un golpe muy grande, porque además se terminó, de alguna manera, mi casa. Mi viejo con tres laburos, después yo que quiero empezar a trabajar, porque me da no sé qué pedirle a mi padre plata para salir. Mi viejo profesor y con dos empleos más, y mi madre maestra, en mi casa nunca sobró el dinero.
Entonces me daba vergüenza plantearle a mi padre que me diera plata para salir o para la nafta. Por más que mi grupo de amigos, era una barra de muchachos de clase media baja y hacíamos colectitas para ponerle nafta.

Y a mí me entró a dar calor y a los 17 años empecé a buscar trabajo. Mi padre tenía el miedo de que yo no me recibiera, y  me sugirió que no me dedicaba a hacer un poco de radio en deporte. A mi siempre me había gustado el deporte y tenía facilidad para expresarme. Y trabajando en eso, no me iba a demandar tanto tiempo y podía tener el dinero que yo necesitaba que no era mucho, porque siempre fui de una vida ordenada, sin vicios.

Así que a los 17 años empecé a trabajar en radio, yo estaba en segundo año de preparatorio (hoy sexto año de Secundaria). Y hasta que estuve en cuarto año de facultad la cosa venía bien, se conciliaba bien. Pero cuando en el 65 yo me transformo en comentarista de primera división, con Juan Carlos Solé, la mayor figura radial deportiva, la película cambia. Ahí empiezo a viajar mucho, tres meses, tres meses y medio.

- ¿Todo haciendo la facultad?
- Si claro, entrecortado. Si bien no perdí muchos exámenes, me llevó más tiempo del pensado. Me recibí a los 26.

- ¿Desde entonces no ha parado de trabajar en periodismo?
- No, nunca. Pero ya cuando empiezo a ir a los juzgados en práctica forense, ya me doy cuenta que la carrera no era para mi. Lo que yo había soñado, de ser Charles Laughton en "Testigo de cargo", de esos juicios orales, fantásticos, donde vos incidís realmente en el juicio para ganarlo; esto era totalmente distinto, un Tribunal duraba cinco años, todo por escrito, dictaba sentencia sin verle la cara a ninguna de las partes alguna vez en la vida... me dije esto es un mamarracho. No es una Justicia.

Entonces me dije: 'Nooo, cinco años de juicio ordinario, un tipo como yo que soy un ansioso, expeditivo al cien por ciento... No, esto es lo peor que me puede pasar. Yo si estoy perdiendo mis mejores años de vida estudiando esto, y voy a pasar el resto de mi vida ejerciendo esto, soy un frustrado'.

Ya ahí sabía que iba a ser mucho más periodista que abogado, pero las necesidades de la vida me llevaron a ejercer la abogacía. En un momento donde había perdido todo lo que había hecho en 20 años de trabajo, donde quedé adentro con una persona que nunca me pudo pagar. Ahí no tuve más remedio que aceptar el ofrecimiento que me hizo un amigo, el Dr. Pascale: trabajar como abogado del Banco Central. Se formaba una Comisión para auditar todo el tema de la refinanciación del endeudamiento interno. Según el Sr. Pascale, que me estaba haciendo una gauchada, me decía que yo le haga el favor de ir a ver que no faltara ningún dólar en un lugar donde iban a pasabar muchos dólares por delante. Y era la única garantía que yo le podía brindar: que no se quedara ningún dólar en el camino.
Y ese fue mi último contacto con la abogacía. O sea, dejé de ejercer en marzo del 93 la carrera, y ahora estoy jubilado como abogado, ejerciendo lo que siempre me gustó.

 

Confesiones

"Papá quiere comentarles una serie de errores que ha cometido. El error más grande que cometí, no fue haberme ido de Uruguay. Aposté a este país, porque creí que este era un país lindo para que ustedes se criaran, para que se formaran, para que vivieran... me equivoqué. Primera cosa que papá tiene que decirles, se equivocó en una gran decisión. Lo hice pensando en ustedes y me equivoqué.
Segunda cosa. Cuando los de Tenfield lo vinieron a buscar, papá fue egoísta y pensó en él. Y debí haber pensado en vuestro hermano y mi hijo. Y haberme sacrificado aceptando cosas que de repente no eran compatibles con mi forma de ser, pero que si eran compatibles con la solución de los problemas del hermano de ustedes."

"Y no lo he solucionado. Tengo un botija de 18 años que son los ojos de mi ser, la razón de ser de mi lucha y no tengo la vida solucionada. Y bueno, la voy llevando, haciendo cosas compatibles con su limitación, ayuda en la parte técnica de la radio, él disfruta... pero son cositas. No tiene el botija un respaldo de que si yo me muero, va a tener una guita por mes para vivir. Lo único es que yo tengo un seguro de vida por 100 mil dólares, que si es por accidente se duplica... Así que sólo me resta rezar de morir en un accidente (ríe)."

"Pero es un ambiente muy jodido, muy bellaco. Yo sé que nunca hablé mal de un colega. Yo si tengo un problema voy, se lo digo y lo agarro del pescuezo. Y a mi no me tratan igual, y entonces esto es muy desleal. Este es un país que los valores se han descaecido de una manera brutal: ya no hay respeto, ya no hay ética. Como decía el Cochizo Rodríguez, gran deportista colombiano de la década del ochenta,: "en estos días muere más gente de envidia que de cáncer". El uruguayo se ha envelecido brutalmente."

"Si tuviera que vivir de nuevo, casi todo lo iba a hacer igual. Lo único que no iba a hacer es decirle que no al exterior. Pero después... los valores, la vida, las actitudes que tomé, las cagadas que hice, la guita que metí por gente que no me pagó.."