Contenido creado por Belén Fourment
Nacional
Corazón tricolor

La historia del Bocha, hincha de Nacional

Noelia y Jordi fueron los viajeros españoles que coincidieron con el Bocha en Nepal, y sin saberlo lo acompañaron en sus últimos días. Juan Pablo, hincha de Nacional de 21 años, paseó los colores del club de sus amores por el mundo, y tras fallecer, los jugadores lo homenajearon con una bandera.

08.02.2014 12:53

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2014-02-08T12:53:00-03:00
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Montevideo Portal

En el último clásico de verano jugado, el plantel de Nacional salió a la cancha desplegando una bandera que tenía una cara pintada, el distintivo tricolor de fondo y la frase "Bocha por siempre!!". Muchos no entendieron de qué se trataba, pero algunos días después todo tomó forma.

Noelia y Jordi son dos españoles que como tantos viajeros cuentan sus historias de ruta a través de un blog, en el que a fines de enero ingresaron un post titulado "NEPAL: el Trekking A.B.C nos dejó una estrella, Bocha".

En su tercera tarde de ardua caminata, esta pareja se topó con un nuevo amigo, quien llamó su atención porque llegó al lugar donde se hospedaban "en camiseta de tirantes", a pesar del intenso frío. "Yo soy Juan Pablo, Bocha para los amigos. Soy de Uruguay, español al fin y al cabo". Así se presentó, y la afinidad entre los tres fue inmediata.

Bocha se había ido a trabajar con amigos a Nueva Zelanda, y cuando los otros decidieron volver al país, él eligió viajar con lo que había recaudado. A esas alturas, llevaba prácticamente un año de andar, 21 años de vida y tos, que lo molestaba para dormir.

Al otro día, los nuevos amigos compartieron algunos ratos de camino, y según cuentan en el blog, "le hicimos alguna foto con su bandera de Nacional, enamorado incondicional de su equipo de fútbol". Bocha, en una de las imágenes, sonríe mostrando la insigna tricolor en Nepal, y en todas se lo ve con su gorro rojo, azul y blanco.

"En Bocha se reflejaba esa ansia por comerse el mundo propia de un chaval de su edad lleno de energía. Decidió ir tirando él sólo hacia la meta, porque si nos esperaba se iba a enfriar, nos dijo. También nos decía que le estaba resultando duro, pero que la música de su ipod le ayudaba, y que su estrategia era la misma que la del protagonista de la película 'Viven': 'mi próximo objetivo es llegar hasta esa roca, y así sucesivamente'", continúa el relato.

Noelia y Jordi lo notaban eufórico y cansado. Además comía poco, pero a él no le importaba. Pero una noche, las cosas empeoraron. El responsable del refugio donde estaban los buscó para decirles que "nuestro amigo" estaba mal, y que por los síntomas, estaba padeciendo el llamado mal de altura. Por lo tanto, había llamado a un helicóptero para pedir asistencia.

Los nuevos amigos decidieron acompañarlo: "Bocha fue agradeciendo a toda la gente y pidiendo que le hiciéramos fotos con su cámara para tener el recuerdo de esta aventura. Tenía fiebre, tosía, y se ahogaba un poco al hablar, pero él seguía sin perder su buen humor".

Este hincha de Nacional fue ingresado en un centro asistencial de Pokhara, donde tuvieron que cubrir todos los gastos, desde los médicos hasta la comida. Por eso, Noelia y Jordi iban varias veces por día para acompañarlo y brindarle lo que necesitara. "Nos dieron a entender que estaba fuera de peligro, aunque era una cosa seria, y él en aquella deprimente sala, con su simpatía y su tartamudez, creó su ambiente. Enseñó a los 4 abuelos que compartían sala con él a levantar el dedo pulgar en señal de OK (gesto no común en Nepal), y cada vez que entrábamos todos los abuelos nos saludaban levantando el pulgar", relataron.

Bocha les contó de su familia, les dijo a sus amigos que quería tener dos hijos, que los esperaría en Uruguay con un asado y una frase que quedó: "si este viaje no me ha matado ya, no lo va a hacer ahora". Pero la historia tuvo el final menos esperado.

Cuando Noelia y Jordi lo visitaron al día siguiente, el uruguayo estaba distinto, se arrancaba los cables y gritaba que se quería ir. Lo llevaron a Katmandú, y allá fueron sus compañeros de viaje. A esa altura, Madelón y Hugo, madre y hermano de Bocha, habían viajado para estar con él, conscientes de la situación en la que estaba.

"Al día siguiente de llegar ellos, la salud de Bocha empeoró, estaba casi sin oxígeno, tuvo un paro cardíaco, el corazón le iba dando saltos, y al intentarle poner un marcapasos, Bocha decidió partir de este mundo. No lo podíamos creer, justo le acababa de decir a Jordi: 'tengo unas ganas de que se recupere y pegarle unas collejas...!!'", relata de manera conmovedora Noelia.

"Compartir ese dolor nos ha vinculado de por vida", asegura esta española, que elogió la fuerza de los familiares del Bocha para manejar la situación a tantos kilómetros de Uruguay y finalmente decidir cremarlo en un templo budista llamado The Monkey Temple. De vuelta en Montevideo, se realizó una misa en su honor y algunas de sus cenizas fueron tiradas en el Parque Central.

"Bocha, te convertiste en la estrella que nos acompañará en este viaje. Te dedicamos nuestra aventura allá donde estés, VIAJERO COMPAÑERO!! Con todo nuestro amor; Noelia y Jordi", se despiden los viajeros en su relato.

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