Contenido creado por Martín Otheguy
Locales

El día que soñamos con fútbol

Recuerdos de Uruguay Ghana

A un año del partido entre Uruguay y Ghana, ¿dónde y cómo vivieron los uruguayos la mano de Suárez y el penal picado de Abreu? El cocinero de la Celeste Aldo Cauteruccio, Gerardo Sotelo, Rafael Cotelo, Sara Perrone, Patricia Damiani, Sergio Gorzy, Breogán Gonda, Jorge Nasser y los lectores recuerdan cómo lloraron, patearon y gritaron aquel día.

01.07.2011 00:18

Lectura: 12'

2011-07-01T00:18:00-03:00
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Montevideo Portal

Es probable que los uruguayos demos demasiada trascendencia a un juego como el fútbol, y que -como muchos críticos dicen- si pusiéramos en otras áreas el 20 % del entusiasmo que depositamos en él tendríamos un país bastante distinto. Nada de eso, sin embargo, atenta contra la emoción auténtica que significó para todos aquel partido de cuartos de final ante Ghana en el Mundial 2010, al punto de haberse convertido en el día más memorable del año para muchos.

No se trató sólo del pasaje a semifinales de un Mundial después de 40 años, del orgullo de volver a sentirse trascendentes en algo que nos importa y mucho, o del amor a la camiseta y los colores del país. Con todo eso se mezcló también la épica de aquel partido, los momentos imposibles, las escenas surrealistas de aquellos 120 minutos, el corazón de Suárez en aquella mano, el llanto cuando se iba de la cancha, el palo cómplice de Muslera y la locura de Abreu picando la pelota.

El sábado 2 de julio se cumplen 365 días de aquel partido: ¿cómo reaccionaron los uruguayos ante la mano de Suárez, el palo del ghanés Gyan, el penal de Abreu? Montevideo Portal habló con varias personalidades de nuestro país, que recuerdan dónde y cómo vivieron el momento. Algunos estaban en Sudáfrica, otros en la Plaza Independencia, unos cuantos en sus casas. Los invitamos también a dejar su testimonio personal de aquel día al final de la nota. De yapa, adjuntamos el video de Cámara Celeste y el penal picado de Abreu.



Aldo Cauteruccio, cocinero de la selección

Lo viví en la tribuna, atrás del banco del equipo, con otras cinco o seis personas afectadas a la selección. Estábamos en un sector privado, cerca de la entrada de la cancha, donde ingresan y salen los jugadores.

En el momento de la mano de Suárez se me vino todo abajo.: era un penal sobre la hora, echaban a uno, y realmente era muy difícil que pasara lo que pasó. Tenía esa sensación de "hasta aquí llegamos". Justo Suárez pasa al lado mío y se queda mirando el penal en el tablero electrónico. Yo estaba exactamente arriba de él, y le intenté dar ánimo. Tanto, que no me di cuenta de lo que pasaba en la cancha y ni vi el penal, sólo vi que Suárez salía corriendo a festejar. Cuando miro al arco, todos estaban festejando, ni siquiera vi que lo errara. Me puse como loco, me entró una de esas sensaciones en las que te dan ganas de pegarle una patada a un muro. Tenía una pareja de sudafricanos al lado mío, y los abracé y les enseñé a cantar "Soy Celeste". Habían empezado hinchando por Ghana, pero durante el partido los convertí y terminaron yendo por Uruguay. Al final los abrazaba, me abrazaban y saltaban conmigo, mientras intentaban reproducir el canto como podían.

En la definición por penales yo sabía que el "Loco" la iba a picar. Los sabíamos todos menos el golero. No dudé un segundo de que lo iba a hacer, por como es él, porque es una persona a la que acompaña la suerte.

Después de la definición salí corriendo y entré a la cancha. Me puse a correr sin sentido, a abrazar gente sin entender mucho, con lágrimas en los ojos. Hay una secuencia de fotos que me muestra totalmente enajenado, con la cara desenfocada, abrazando a todo el mundo.

Sergio Gorzy, periodista

Como mi trabajo es estar con la Cámara Celeste, casi que lo que me pasó quedó registrado y terminó siendo emitido en mi programa. Fue vivir un partido donde todo el estadio -ya sea por los sudafricanos o por los turistas-, quería que perdiera Uruguay. Era un tema muy loco porque no teníamos el apoyo ni siquiera de los mexicanos, por ejemplo. Eso generó el famoso "for you" que yo me puse a gritar.

Eso lo empecé a gritar durante el partido, cuando hizo el gol Forlán. Porque estaban gritándonos y yo me puse como loco. Y después cuando terminó el partido ya me olvidé de todo, empecé con el "la picó, la picó".

Este partido, para mí, como hincha de la selección y como hincha del fútbol, fue volver a ver a Uruguay entre los cuatro mejores del mundo, fue un sueño cumplido

Cuando las cosas se empezaron a dar y llegamos a ese punto, me costó mucho tener el profesionalismo de decir "prendo la cámara igual" porque quería tirar todo. Y si uno repasa esas imágenes se nota que estoy totalmente desenfocado. Realmente es muy difícil que me pase una cosa así, pero ese partido me sacó por competo.

Fue muy loco. Cuando cobra el penal yo caí prácticamente desplomado, me senté contra un murito. Nunca imaginé que lo iban a errar y me quedé esperando que pasara rápido para irme a trabajar. Y quedé tan desplomado que cuando lo erra, no lo pude gritar. Desde ya pensaba que nos iban a clavar, ¿viste cuando ya no la ves más?

La picada del Loco quedó como de las cosas más grandes de nuestra historia y mirá que ojo, quienes sabemos la historia del fútbol uruguayo sabemos que es grande, o sea que para que algo entre en esa historia tiene que haber sido muy grande, y esto creo que lo fue.

Gerardo Sotelo, periodista

Yo estaba mirándolo con mi familia. Me acuerdo que Juan Pedro -mi hijo- era chiquito, y entonces mi madre se lo llevó para el jardín con María Noel, mi mujer, durante los penales.

Cuando la bestia pica el penal salí corriendo para afuera, como desaforado, gritando "¡¡La picó, la bestia la picó!!" y mi madre no entendía nada, pensó que había pasado cualquier cosa.

Además quedó como anécdota porque cada vez que pasaban el gol después yo reaccionaba de la misma manera, gritando "¡No puede ser, no puede ser!".

El único momento similar que recuerdo en la historia de los mundiales es el gol de Espárrago contra la Unión Soviética en 1970, pero era muy chico entonces.

Rafael Cotelo, humorista

Estaba en Sudáfrica, detrás del arco en el que se realizó la definición por penales -no en el de la mano de Luis Suárez- junto a un puñado de amigos e hinchas uruguayos. Éramos unos 30 aproximadamente.

Para mí el momento de mayor nerviosismo fue cuando Suárez hace la mano en el último minuto. No entendíamos nada, y fui uno de los primeros en darme cuenta de que había cobrado el penal y que echaba a Suárez. Estábamos lejos y fue una jugada muy rápida, pero cuando interpretamos las señas nos vino una tristeza imponente, porque no queríamos que terminara así. Sabíamos que podíamos perder o ganar pero no merecíamos que finalizara así.

Lo único que dijimos, a modo de chiste, cuando se iba llorando Suárez, fue "qué pena que no va a estar en la semifinal". Y cuando erra no podíamos parar de llorar, no podíamos creerlo. Estábamos rodeados de hinchas de Ghana, pero tengo que decir que eran muy respetuosos y mucho más tolerantes de lo que hubiéramos sido nosotros en la situación inversa.

Desde que erra el penal Gyan, lo primero que dijimos fue: "que el enfermo éste no la pique". Era el comentario de todos, pero había una suerte de consenso en que era imposible que la picara. Después del penal, empezamos a llorar, a gritar y a dar vueltas en el estadio y nos perdimos. Nos abrazábamos con todo el mundo, no entendíamos nada. Y después tuve que terminar en el centro de prensa enviando material para acá. El estadio era el lugar perfecto para estar en el momento del partido, pero una vez que terminó el mejor lugar del mundo para estar era 18 de Julio.

Sara Perrone, conductora de TV

Lo vi en mi casa con mi familia, como todo el Mundial. El año pasado armé reuniones para que estuvieran los nenes, y según el horario tocaba bizcochos o comidas. En mi casa son re futboleros todos, vemos hasta las repeticiones de los partidos.

Me pareció alucinante la mano de Suárez, espectacular como último recurso para salvar el partido. Y después tengo esa imagen de todos corriendo a festejar después de que el "Loco" la picó y el momento de celebrar todos los uruguayos.

No hay otro Mundial que me haya marcado tanto, pero me parece además que cuando se destaca tanto la Celeste logra ese sentimiento de unificación. Cuando todos estamos atrás de la Celeste no hay diferencias políticas, económicas, religiosas. Yo me he encargado mucho de incentivar el amor por la Celeste a mis hijos, por ese sentido de la unificación, porque es un deporte que logra unir a un país y eso va más allá del fútbol, del partido en sí.

Patricia Damiani, empresaria

Estábamos en familia. A mí los penales me encanta verlos, pero algunos en casa se fueron porque no querían ver la definición: yo sí me quedé mirándolos, es como que les pongo el pecho y digo "dale, tirame el penal", como si yo fuera el golero.

Me quedó grabado cómo a veces cometer una falta, como la de Suárez al atajarla con la mano, cómo a veces haciendo una pequeña transgresión podés llegar a una gran meta, que en definitiva fue lo que pasó. Fue como una lección de vida, me encantó.

Todos los Damiani reunidos -imaginate lo que somos- lo vivimos como una explosión.
Me encantó después cuando llegó la selección, con todo Montevideo recibiéndolos: para mí fue un momento increíble en que nos olvidamos de las divisiones  que pudiéramos tener, fue inolvidable. Yo estaba con la nieta de Rodolfo (Nin Novoa, su pareja), que es chiquita, y para ella fue también un momento inolvidable.

Breogán Gonda, presidente de Artech

Lo vi con mis nietos en el cine de mi casa. Fue un partido muy difícil, que yo creía que Uruguay podía ganar de otra manera. Pienso que un error arbitral en la jugada previa al penal de Ghana nos llevó a ese desenlace. Pero cuando fueron a patear el penal parecía imposible, parecía que el milagro había acabado.

Pero jamás abandoné la esperanza, aunque parecía que esa era la señal de que se había acabado. Recuerdo que esa noche salí a la calle -yo no soy de salir a la calle a festejar-, pero tenía a mis nietos y eso es muy importante. Recuerdo que en el Mundial pasado mis nietos estaban con camisetas de Alemania, una gran preocupación porque los chiquilines no se identificaban con la Celeste para nada, y este campeonato fue una afirmación enorme. Lo viví con muchísima intensidad.

Con los nervios de los penales la procesión va por dentro: tengo tantos años de ver fútbol que parezco muy tranquilo por fuera.

Cuando lo vi acomodar la pelota (a Abreu) estuve seguro de que iba a hacer eso y en mi fuero íntimo lo censuré. No quería que fuera así, pero él lo hizo y lo hizo bien, él es un tipo responsable, es un referente enorme.

Jorge Nasser, músico

Ese día, a la misma hora del partido, tenía una consulta médica, y no hubo forma de que me la cambiaran. Estaba en la Plaza Independencia, con la pantalla gigante, y me tuve que ir en pleno partido.

Hablé cinco minutos con el médico y me fui corriendo, pero lo vi en casa en vez de volver a 18. Viví todas esas escenas surrealistas con mi familia, y a partir de ahí establecimos la cábala: nos sentábamos en los mismos lugares.

Explotamos en el momento del gol de Abreu, fue puras sonrisas y lágrimas, bien a lo rioplatense. Todo eso a pesar de que yo era muy crítico con Tabárez, porque durante las eliminatorias sacaba siempre a Suárez, que para mí era el jugador más importante, el diferente.

Gritamos como unos locos y nos fuimos en patota a la Plaza Independencia a festejar, donde estaban todos. Nos abrazamos e incluso hicimos unas filmaciones para los familiares que tenemos en el exterior.

Los lectores

Varios de nuestros lectores de Facebook se sumaron a la propuesta y dejaron sus testimonios sobre sus recuerdos de aquel día. Transcribimos algunos de ellos a continuación.

Paula N.

En familia. No miré el penal que pateó el moreno, ja ja. Después: caravana por la ciudad de Las Piedras. Impresionanate.

Andrés A.

En el INJU, pantalla gigante, con amigos. Una compañera me tiró del pelo en el momento en el que erra. Después abrimos las puertas, y 18 estaba vacía. Y vimos llegar a todo el mundo, mientras destapamos cervezas varias.

Fabi

En el laburo, en una veterinaria gritando todos como locos. ¡Hasta los perros! Sabíamos (¡lo juro!) que no metía ese penal, en realidad pensábamos que lo atajaba Muslera. ¡Fue mágico! Después sabíamos que ganábamos sí o sí. Cómo lloramos todos después sin parar.

Claudia

En la Plaza Independencia. Donde todos estaban unidos... todos a los abrazos. De hecho hasta los chorros respetaron el momento... Fue mágico... ¡Nunca había visto algo así!

Link a la crónica e imágenes del partido

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