Contenido creado por Martín Otheguy
Música sin enemigos

Literatura sin enemigos

Música sin enemigos: Bob Dylan y el premio Nobel

¿Por qué la polémica en torno al Nobel de Bob Dylan? Andrés Torrón analiza la decisión y explica de dónde surge la confusión de algunos.

20.10.2016 13:18

Lectura: 7'

2016-10-20T13:18:00-03:00
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La posible candidatura de Bob Dylan al premio Nobel de literatura se viene manejando desde la década de 1980. El rumor que se encendía y se apagaba cada octubre, finalmente se hizo realidad en este año.

Es probable que si Dylan hubiera ganado el Nobel 15 años atrás la polémica hubiera sido la misma, aunque tal vez -sin redes sociales ni internet omnipresentes- no hubiera estado tan amplificada.

Para muchos resulta curioso que alguien que escribió un solo libro hoy casi olvidado (Tarántula, en 1966), una autobiografía y textos crípticos en la contratapa de sus discos, gane el máximo premio literario. El confundir literatura con libros impresos tal vez ayude a esta polémica.

Porque así como estudiamos en las clases de literatura liceales obras de Shakespeare o de Florencio Sánchez -guionistas teatrales- es bastante claro que la poesía es un género literario que solo en ocasiones ha estado ligado al formato libro. La poesía mas popular ha dejado hace tiempo el papel para volverse canción, volviendo de alguna manera a sus orígenes orales. Entre todos los músicos que han contribuido a esto, que son muchos, Dylan es el que hizo la apuesta más radical por las palabras, convirtiéndolas en música y viceversa.

Al ponerse a discutir sobre qué es lo que hace a Bob Dylan ser Bob Dylan aparecen muchas y muy diferentes visiones. Tal vez porque fue justamente él uno de los responsables de que la cultura popular dejara de ser un mero entretenimiento desde la mitad del siglo pasado, convirtiéndola en un reciclaje creativo de material de todos los campos artísticos. A la vez sucede que su trayectoria ha tenido momentos de luz y de sombra y los muchos cambios en su música y en sus posturas han contribuido tanto a construir el mito Dylan como a intentar (sin éxito) derribarlo.

Aun hoy hay quien prefiere recordar al Dylan cantante de protesta de los primeros sesenta, un momento sin duda importante en su carrera, pero muy corto y lejano en el tiempo. Algunas reseñas sobre el Nobel recordaron canciones emblemáticas de esa primera etapa de Dylan como "Blowin in the Wind" o "The Times are A-Changin". Seguramente no fueron estas obras las que tuvieron en cuenta quienes decidieron su Premio Nobel.

El pico creativo de Dylan, en la segunda mitad de la década del 60, los tiempos en que justamente renegó de esa idea de ser "el portavoz de una generación", puede explicar porque es alguien tan importante para la cultura occidental.

Aunque ya el disco Another Side of Bob Dylan de 1964 mostraba -como se anunciaba desde el título- una nueva faceta del compositor, fueron sus tres discos eléctricos de los año sesenta: Bringing It All Back Home (1965), Highway 61 Revisited (1965) y Blonde on Blonde (1966) los que convirtieron a Dylan en uno de los artistas más importantes del siglo XX. Nunca antes en la música popular se cruzaron tantas referencias culturales no solo musicales, como en esos discos.

Dylan fue añadiendo notoriamente elementos del rock y del blues en su música, pero también del country, gospel, swing, jazz y de los musicales de Broadway. Pero no fue solo la mezcla única de sonidos norteamericanos y la incorporación de la sonoridad roquera en un nuevo contexto. Dylan combinó en sus letras la poesía de Walt Whitman y la generación beat de los años cincuenta, el surrealismo, el humor absurdo, el nuevo periodismo, la mitología europea y la bíblica y las técnicas de montaje cinematográficas en el armado de canciones. Y, de paso, la noción de que el rock era una forma de expresión artística.

Canciones como "Subterranean Homesick Blues" y "It's Alright, Ma (I'm Only Bleeding)" de Bringing It All Back Home estiraron los limites de lo que se entendía como canción pop, rompiendo su estructura tradicional en lo melódico y temático. Es imposible saber de qué hablan ésas canciones, pero uno queda fascinado con el torrente de imágenes y palabras que fluyen. Dylan comenzó a emplear el lenguaje como fuente de imágenes y no para relatar una historia, algo que luego desarrollarían los Beatles, que tuvieron en Dylan una fuente de inspiración enorme (como Dylan la tuvo en los Beatles). A la vez comenzó a contar historias desde puntos de vista inéditos. Un ejemplo es "Visions of Johanna" de Blonde on Blonde. Otro ejemplo, más accesible, es su tema más popular, versionado y duradero "Like a Rolling Stone". Una canción de forma tradicional con versos y estribillos, pero que se alarga por más de seis minutos con un texto larguísimo, que se presta más allá de su primera lectura a infinidad de interpretaciones.

Aunque no volvería a llegar a esas cimas, Dylan siguió haciendo grandes obras en todas estas décadas, aun en sus momentos más "oscuros". Blood on the Tracks, su disco de 1975 puede considerarse sin problema entre sus mejores obras. Y ahí también hay una cantidad de material literario increíble, por ejemplo la canción "Tangled Up in Blue" con su mezcla de tiempos, visiones y puntos de vista narrativos.

La década del 80 puede verse como la peor etapa del artista; sin embargo allí están los álbumes Infidels (1983) y Oh Mercy (1989) para desmentir parcialmente esa afirmación, con canciones como "Jockerman" o "Everything Is Broken". Time Out Of Mind, su disco de 1997, puede ser también puesto entre sus mejores obras.

Y sus álbumes de inicios del nuevo siglo Love and Theft (2001) y Modern Times (2006) siguieron mostrando a un Dylan inspirado.

En estos dos últimos años sorprendió con un par de discos dedicados a revisar el cancionero norteamericano pre rock, basándose en el repertorio de Frank Sinatra. Un paso insólito, pero no del todo fallido.

Dylan debe ser, casi sin duda, el artista sobre el que se ha escrito y discutido más en la historia de la humanidad. Hay miles de biografías y análisis de sus canciones en papel impreso. Ha habido congresos y conferencias sobre su obra. Hay por supuesto montones de sitios web sobre cada uno de sus movimientos. Y también demencias tales como un diccionario Dylan -Inglés, un estudio que explica la personalidad de Dylan tras el estudio de su basura, un libro que recopila encuentros casuales de simples mortales con el "dios" (y las reacciones de este, que van desde el agradecimiento y el humor surreal al fastidio y la agresión). Gran parte de la mitología dylaniana radica en el misterio de su personalidad y en todos los supuestos intentos del artista para derribar su propio mito.

El estar permanentemente de gira tocando en toda clase de lugares, desde casinos a iglesias, es parte ya del folclore. Su hasta ahora silencio sobre el Nobel no ha hecho sino aumentar el mito.

Que Dylan se dé por aludido o no, que vaya o no a recibir su premio, no será más que una anécdota. También es anecdótico que lo haya recibido, aunque se trate de una de las decisiones más acertadas de la Academia Sueca, siguiendo la máxima de Alfred Nobel de que el premio es para "quien hubiera producido en el campo de la literatura la obra más destacada, en la dirección ideal".

Por Andrés Torrón


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