Contenido creado por Manuel Serra
Locales

Que en paz descanse

A 45 años de Los Andes, la carta de Gustavo Nicolich, uno de los que no volvieron de las montañas

“Lo único que quiero ahora es llegar, casarme contigo si tú lo quieres”, dice una parte de la misiva, facilitada a Montevideo Portal por la mamá de Gustavo, cuando se están por cumplir 45 años del accidente.

29.09.2017 08:51

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2017-09-29T08:51:00-03:00
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El 13 de octubre de 1972 el Fairchild Hiller FH-227 de la Fuerza Aérea Uruguaya chocó contra el cerro Seler, ubicado en Los Andes mendocinos. El avión llevaba una delegación de rugbistas del equipo Old Christians de Carrasco, que quedaron varados en la montaña. En total eran cuarenta y cinco personas, contando a la tripulación del avión. Tras el accidente quedaron veintinueve, y setenta y dos días después, cuando fueron rescatados contra todo pronóstico, solamente habían sobrevivido dieciséis.

Uno de los sobrevivientes, Gustavo Zerbino, se encargó desde el día 11 -un día después de que cesaran las búsquedas del avión- de recolectar objetos que habían pertenecido a quienes, lamentablemente, fueron falleciendo.

Para lograr bajarlos de la montaña, le contó a Canal M, que este viernes presentó un informe sobre "Las Madres de los Andes", que debió ponerse firme ante los rescatistas chilenos. "Les dije que sin la valija con las cartas no volvía, y me tuvieron que dejar subir con ella al helicóptero", aseguró al respecto.

Entre los objetos rescatados, se encuentra una carta que Gustavo Nicolich -otro de los caídos en la cordillera, que fue uno de los fallecidos en el trágico alud de la noche 16- le escribió a sus padres, hermanos y novia. La misma está escrita el 21 de octubre, es decir, dos días antes que terminaran las búsquedas de sobrevivientes -de lo que se enteró él mismo escuchando la radio-, lo que cambió el paradigma de supervivencia de los uruguayos, ya que dejaron de depender de los aviones de rescate y empezaron a depender de sí mismos para sobrevivir. De hecho, en ella cuenta cómo estaban seguros de que serían rescatados

La misiva fue facilitada a Montevideo Portal por Raquel Arocena de Nicolich, la madre de Gustavo, que asegura que con las cartas pudo vivir mejor la pérdida. "Gracias a esas cartas yo te diría que, tanto Gustavo como yo, hemos pasado con cierto ánimo", señaló al respecto.

Por su parte, Zerbino también explicó que la carta es muy representativa de lo que tuvieron que vivir mientras se refugiaban en el fuselaje. "Me pareció maravilloso el legado que nos dejó Gustavo, porque esa carta la escribió alguien que murió y cuenta con un lujo de detalles la lucha mental, física y emocional que tuvimos que atravesar en nuestro interior", recalcó.

En octubre se cumplirán 45 años del accidente y de la escritura de la carta. La transcribimos a continuación.

Carta

"21 de octubre de 1972,

Queridos viejos, Rossina y chicos,

Les estoy escribiendo a 8 días de haberse caído el avión.
Estamos en un lugar divino, todo cerrado por montañas y con un lago en el fondo que se va a deshelar apenas comience el deshielo.

Estamos todos muy bien, somos en el momento 26 los vivos. Hoy se murió la hermana de Nando Parrado.

La moral existente es increíble y hay colaboración permanente entre todos. Roy [Harley], Diego [Storm], Roberto [Canessa], Carlitos [Páez], y yo, estamos perfectamente bien, solo un poco más flacos y barbudos.

El domingo pasado, pasaron por arriba nuestro dos aviones, dos veces cada uno, por lo que estamos muy tranquilos y lo que es más, convencidos de que nos van a venir a buscar. Lo único que nos hace dudar un poco, es que como el avión se desvió de la ruta, quién sabe todavía si nos vieron. Nuestra fe en Dios es increíble (se podría decir que es común en ciertos casos como este), pero yo creo que está muy por encima.

¿Se preguntan cómo vivimos? Bueno, la verdad que el avión no está todavía perfectamente acondicionado y por el momento no es un gran hotel, pero ya va a quedar bastante bien.

Agua tenemos de sobra, puesto que hacemos constantemente. Comida, tuvimos la suerte de que nos quedara una lata de Costamar, cuatro de dulce, tres latas de mariscos, algunos chocolates y dos botellas de whisky chicas. Por supuesto la comida no es muy abundante que digamos, pero da para vivir.

Los días acá, cuando son lindos, se puede estar afuera hasta más o menos las seis de la tarde, ahora, si están nublados, generalmente nos quedamos en el hotel (avión) y solo sale una pequeña cuadrilla a buscar nieve.

Los cuartos no son muy cómodos, puesto que las habitaciones son para 26 personas (no pudimos conseguir para menos), pero algo es algo. El espacio es un poco reducido, puesto que lo que quedó del avión fue de la cabina (que esta deshecha) hasta la parte de las alas, que quedaron diseminadas muy atrás. Para que hubiera espacio, tuvimos que sacar todos los sillones para afuera y "cuerearlos" para que hubiera mantas para todos. Como verán, poco a poco estamos mejorando el confort.

Los extraño mucho y constantemente le pido a Dios que, por lo menos, si me quiere llevar hacia el infinito, me deje verlos un día más.

No me puedo olvidar de cuando llegaba todas las noches de tu casa, Rossina, y te veía a vos mamá tejiendo o arreglando algo, ni de vos papá, cuando me llevabas a la facultad o cuando charlábamos los sábados (puesto que la verdad, los últimos días te veía poco); culpa mía por supuesto.

Rossina, no podés imaginar lo que te extraño, no tengo manera de decírtelo; suerte que en la billetera tenía una foto tuya y todas las noches antes de acostarme le doy un beso, todo como si estuviera ahí, en tu casa, despidiéndome de ti. Lo único que quiero ahora es llegar, casarme contigo si tú lo quieres.

Pero no puedo pensar mucho en todo esto porque lloro mucho y me dijeron que tratara de no llorar, ya que me deshidrato; es increíble, ¿no?

Mónica, Ale y Raquelina [sus tres hermanos menores], tampoco se pueden imaginar lo que los extraño. Todos ustedes son lo único que tengo, por lo tanto, voy a tratar de sobrevivir de todas formas, si Dios me ayuda para volver a verlos.- Juan [García-Austt, el novio de Mónica, su hermana], tú trata de ser el hermano mayor que yo no pude lograr ser y por favor cuida a Mónica, a los viejos y a Rosina.

Vivimos haciendo chistes con la comida; todos los días a alguien se le ocurre, por supuesto, elegir el desayuno o la comida, y por supuesto ni en el "Bungalow Suizo" se come así (que no se enojen los Camou por esto). Yo los extraño mucho, Cristina, Rosario, Pinocho, Ama, Bettina, Raúl, el Gordo, Marito, Mónica [familiares y primos de su novia Rossina] a todos. Pero yo probablemente si me dieran a elegir, elegiría las comidas de Blanca y los vasos de leche de casa.

Es increíble lo que se puede llegar a valorar las cosas en estos casos. Nada hay como Montevideo, como casa, como poder verlos todo el día, como poder estar contigo Rossina todas las noches.

Ahora están aquí al lado mío: Daniel [Maspons], Diego [Storm], Arturito [Nogueira] y Álvaro [Mangino] y justo estábamos comentando que era muy raro que todavía no hayan aparecido los del rescate, pero a mí se me ocurre que estamos en un lugar bastante inaccesible, que solamente puede verse por tierra y que como hicieron unos días bastante bravos (tuvimos algunos aludes chicos), se han demorado. Esto y la fe en Dios que ahora tenemos, es lo que nos conserva tranquilos.

Rezamos todas las noches y las mañanas, y todos los días uno encabeza las oraciones comentando con sus propias palabras el sentido de la oración. Es una manera de darnos fe y animo mutuamente.

Todas las noches uno cuenta una anécdota suya y hay algunas muy divertidas, como de suegros y suegras, que ya se las voy a contar algún día. Espero que sea lo más pronto posible.

Lo increíble de todo esto es un amigo que me hice acá, el "Moncho" Sabella, dormimos generalmente juntos y de la mano y nos respiramos constantemente para darnos calor en las noches de frío. Si no hubiera sido por él, pienso que en la primera noche me hubiera muerto, puesto que como el avión estaba deshecho hacía muchísimo frío y esta fue la noche en que se murió el grupo más grande de gente.

Debo destacar entre ellos a Pancho Abal, que murió por tapar a la hermana del Nando, que ya les conté se murió hoy de mañana al lado mío. Carlitos [Páez], le dio masajes, pero ya no había nada que hacer.

Carlitos se fue ayer [20 de octubre], con Roberto Canessa, Numa Turcatti y Fito Strauch, a escalar la montaña por donde se cayó el avión, para ver si podían encontrar la cola y las baterías para poder hablar por radio, puesto que estamos totalmente incomunicados. No pudieron llegar puesto que el tiempo cambió mucho y se les hizo muy brava la caminata, ya que no tenían ningún tipo de aparato para la nieve; con todo, demostraron ser de los tipos más valientes de los que quedaron.

Carlitos es además el "pastillero" del grupo, se encarga de administrar todos los remedios; Roy es el cocinero, se encarga de repartir día a día la "suculenta comida", lo que hace muy bien, aunque a veces se pasa un poco, pero como estamos entre amigos no pasa nada. Gustavo Zerbino y Roberto Canessa son los médicos, con la colaboración de Diego Storm, por el momento se están portando y hay varios heridos graves que lo están pasando mucho mejor gracias a la ayuda de ellos. Yo como veterinario coopero poco en estos casos.

Bueno, los dejo porque se está haciendo de tardecita y hay mucho trabajo que hacer.

Un beso grande para todos y los volveré a ver si Dios quiere, de no ser así, lo único que les pido es que tengan un gran valor y no se preocupen por mí porque estoy seguro que Dios me llevará con él.

A ti Rosina, ya no sé de qué manera decirte que te quiero y te adoro y que te extraño de una manera tan sobrenatural que nunca hubiera creído yo podría querer así tan intensamente.

Gustavo Diego Nicolich Arocena".

La carta continúa media página más, pero está en un estado muy deteriorado y contiene frases enteras perdidas, lo que no permite la comprensión.

Acá pueden mirar el programa completo de "Las madres de Los Andes".