Contenido creado por Patricia Sabelin
Locales

Desgaste vs. control

El INAU desde la óptica policial

“Hay gente que trabaja 12 horas y descansa tres días; tienen ese horario de 12 x 72 y a veces coincide en que no tiene que venir nadie, y quedan sólo 2 personas encargadas de todo el hogar”, explicó a Montevideo Portal un policía que trabajó en la Colonia Berro en 2008.

12.08.2009 15:14

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2009-08-12T15:14:00-03:00
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“Los niños te amenazan, saben dónde vivís, te dicen cualquier cosa y eso te va influyendo. Tu psicología va cambiando. Vos te enojás y se te va la mano. Eso es lo que le pasa a la mayoría de los funcionarios ahí adentro y te lo dicen: `Estoy acá porque no me mandan para otro lado, ni siquiera para otro hogar que sea más tranquilo.´ Es impresionante cómo se va desgastando la persona”, agregó.

“Generalmente son los mismos que hace muchos años que trabajan, pero además hay un problema que es la inasistencia y el horario que hacen”, sostuvo. “Hay gente que trabaja 12 horas y descansa tres días; tienen ese horario de 12 (horas de trabajo) x 72 (horas libres) que a veces da la coincidencia de que no tiene que venir nadie, y hay apenas 2 personas encargadas de todo el hogar.

En esa situación “es imposible controlar, además hay muchos que no tienen paciencia, que no quieren trabajar ahí y que están por la plata”, dijo y agregó “el Padre Mateo tiene razón, hay que rotar, incluso personal nuestro hay que rotar” porque “es cansativo estar ahí, meses y meses en la Colonia Berro”.

En ese contexto, cuando los funcionarios están “sobrepasados” la salida que encuentran es deshacerse del menor y dejarle pase libre para que se pueda escapar. Mientras tanto, los policías que no tienen contacto con los menores deben salir a buscarlos.

“Las fugas son una tomadura de pelo porque no puede ser que te comuniquen `recién se fugó´ y que lo encuentres a 4 o 5 kilómetros. Calculás y es imposible, con suerte podrían estar a medio kilómetro. Y le decís al juez y no te da mucha bola, quizás pensando que mentimos”.

Son los propios menores los que manifiestan que los funcionarios les permiten escapar. “Cuando los agarrás y les preguntás te dicen: `a mi dijeron podés irte, te dejo la puerta abierta, y dentro de dos o tres horas le aviso a la policía así te da tiempo de fugarte´. Nosotros salimos como locos a buscar y resulta que se fugaron hace como dos horas”.

Sobre la búsqueda de los menores describió que los policías “tenemos que salir a correr por el medio del campo, entre los árboles y sin armas. A veces vos pasas de largo y te pueden estar esperando con un palo, pero no podés salir con nada. Son menores. Para nosotros es muy difícil trabajar en la Colonia Berro y la mayoría de los policías que están, no quieren más nada”.

El policía recordó que “en un momento se habló de suprimir la guardia nuestra y de mandar al ejército, porque la verdad que para nosotros es muy complicado. Son menores y hay todo un respaldo legal hacia ellos por el tema de los derechos humanos. Al final, parece que ellos tienen derechos humanos y nosotros no”.

Pero además de las fugas que “siempre ocurren en los hogares abiertos”, están los motines que “generalmente son en los hogares cerrados”, de los que es casi imposible fugarse pues tienen doble perímetro, de 3 metros de altura, y además cuentan con guardia policial.

Durante su labor en la Colonia Berro, hubo “muchos motines” y sobre ese asunto recordó la gestión del Padre Mateo Méndez. “Él es un cura, la actitud que tiene es de resolver todo por el lado pacífico, pero hay veces que en un motín no podés. Vos entrás ahí y te escupen, te pegan te hacen cualquier cosa. Ni siquiera podés tocarlos, vas desarmado. Hay veces que terminás con uno o dos policías lastimados o con el mismo personal lastimado”.

Sobre el conflicto de intereses entre policías y funcionarios señaló que también aparece en otros asuntos. Tiempo atrás “en el Hogar Ser cocinaban la comida para los policías, pero los gurises estaban ahí y metían ratas, escupían y orinaban en la comida. Hasta en eso, el mismo personal del INAU nos faltaba el respeto; no hacían nada y se cagaban de risa. Un buen día un oficial se calentó, conseguimos un cocinero y empezamos a cocinar nosotros”.

Otro de los asuntos que plantea interrogantes en la óptica policial es la cantidad de objetos, desde cortes a droga, que se encuentran entre las pertenencias de los menores al momento de hacer una requisa.

La policía sí controla las pertenencias de los familiares, como bolsos y carteras durante la visita, pero no hace un control similar con los funcionarios. “Muchas veces los niños tienen cortes, pero ¿donde los consiguen?, ¿de dónde sacan la droga que consumen? Los funcionarios a veces son los peores; el otro día se hizo una requisa y hasta armas encontraron. ¿Cómo entró eso ahí?”, se preguntó el policía.

Sobre los motivos que puedan originar esta situación indicó: “El soborno y la amenaza siempre existen. Los niños pueden amenazar tu familia y a veces tienen plata porque se meten en una rapiña de 20.000 dólares como si nada”.

Patricia Sabelin / Montevideo Portal