Boy George



Todo un ícono de los ’80, Boy George representó a la perfección la imagen de ídolo pop asexuado de la época, con clásicos livianitos pero recordados por todos, como “Do you really want to hurt me” o “Karma Chameleon”, que lo llevaron a vender más de 33 millones de discos en el mundo.

Cuando los ’80 se murieron, Boy George, como tantos otros, dejó de ser cool para ser sencillamente bizarro, lo que lo marginó del mainstream musical. Llegados los ’90, el cantante inició una carrera de DJ que no pudo igualar la popularidad de antaño e intentó una maniobra desesperada reuniendo a su grupo Culture Club en el ’98, proyecto que se extinguió luego. Ese año, sin embargo, demostró también un gran talento y humor al colaborar en una parodia de sí mismo en la película “El Cantante de Bodas”, con Adam Sandler.

Fuera de la vidriera artística, Boy George (que protagonizó un fallido musical en Londres en el 2003, llamado “Tabú”), pasó a la primera plana de los medios nuevamente en el 2005. Fue arrestado por posesión de drogas y por realizar denuncias falsas a la policía: informó que un ladrón había ingresado a su casa, pero cuando los agentes llegaron sólo descubrieron una buena cantidad de cocaína.



Lanchita Bissio  

Hubo una época en que el programa de Marcelo Tinelli no se basaba simplemente en concursos espeluznantes para disimular la escasez de guionistas en la otra orilla: se sustentaba en columnistas espeluznantes, lo que comparativamente era mucho mejor.

Hace mucho tiempo, cuando Videomatch iniciaba su metamorfosis, mutando de un programa deportivo a un night show de varietés y humor, un elenco de columnistas-especialistas en diversas áreas acompañaba al conductor estrella: Felipe MC Gough, Teto Medina (de quien ya hablamos en otra edición), Daniel Jacubovich, Osvaldo Príncipi, Gonzalo Bonadeo o Lanchita Bissio, por ejemplo.

Casi todos (excepto Bonadeo) fueron cayendo al olvido a medida que Tinelli reemplazaba su staff por otros más aggiornados al humor del momento. Lanchita Bissio, con una calva que finalizaba intrigantemente en un largo pelo lacio, era el “tuerca” del team. Muchos años después de los gloriosos resplandores de sus 15 minutos de Tinelli, Lanchita sigue siendo tuerca pero no olvida la televisión. Radicado en Villa Carlos Paz desde hace tiempo, conduce un magazine de música y humor en TV10 de Córdoba, casi al filo de la medianoche, mientras sigue corriendo rally con frecuencia.



Beakman


El show de Beakman fue uno de los más gloriosos programas educativos con repercusión internacional, liderado por un científico loco (Beakman) y una rata gigante absolutamente anti higiénica y psicótica (Lester).

Allí, el mundo de la ciencia no era visto con los ojos terriblemente aburridos de un profesor de secundaria promedio, sino como un descubrimiento constante, plagado de experimentos sucios y divertidos, logrando, como dijo Paul Zaloom (que encarnaba a Beakman), “no ponerle diversión a la ciencia, sino dejar que aflore todo lo divertido que la ciencia tiene”. Todo esto lo obtenían a mil kilómetros por hora, con un ritmo de edición frenético y un chiste tras otro.

Después de estar al aire varios años en Estados Unidos (en nuestro país duró también un buen tiempo), en 1997 la CBS decidió que los programas educativos no generaban suficiente rating y decidió sustituir al gran Beakman con unos cuantos dibujitos enlatados y lobotomizados, especialmente digeridos para que los niños permanecieran medicados frente a la TV.

Paul Zaloom, alias Beakman, debió sobreponerse a la depresión post cancelación y volvió años después a otra de sus pasiones, los títeres. Zaloom es titiritero profesional y prepara para el 2006 una película que promete mucho: “El Infierno de Dante”, una recreación libre de la novela de Dante Alighieri protagonizada por marionetas y llena de chistes modernos.



Familia Ingalls



Para cualquier persona mayor a los 25 años es muy difícil no recordar a la familia Ingalls, un culebrón norteamericano capaz de borrarle la sonrisa a Piñón Fijo, ofreciendo un drama tras otro en el seno de una familia rural tipo. Los Ingalls eran una familia abnegada buscando su camino en el viejo oeste.

Mientras uno se enjugaba las lágrimas, entre capítulo y capítulo, podía ver cómo se desarrollaba esta suerte de western de melodrama, ambientado en el siglo XIX y con efectos lacrimógenos que en ocasiones se acercaban peligrosamente a la cursilería.

La vida era dura para los Ingalls: si no se morían, se quedaban ciegos o se los desayunaba un oso, pero el mensaje quedaba intacto: la familia unida podía hacer frente a cualquier drama, siempre y cuando siguiera los preceptos cristianos y la moral más pura.
La serie, cuyo nombre original es “La pequeña casa en la pradera”, se emitió desde 1974 a 1982. Michael Landon, su director y actor principal, murió en 1991 de un cáncer de páncreas, pero la familia Ingalls volvió en el 2004 con nuevos actores. La miniserie intentaba retomar las historias de sus personajes, pero fue muy discutida por los fans de la vieja serie aunque estuviera basado en el mismo libro de Laura Ingalls.
 
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