En un viejo boliche centenario, entre la música en vivo de piano y bandoneón, el público se ubica en las mesas en donde es invitado a degustar una picada acompañado de una copa de vino.
Mientras la dueña del local presenta los números artísticos, acompañada de una joven intérprete tanguera, los mozos-actores se cuentan entre ellos y al público, sus vivencias de machos rioplatenses y sus aventuras-desventuras con las minas.