Argentina salió decidida a mostrar que es candidata y dejó atrás las dudas del debut, que más allá de la victoria, había preocupado a sus hinchas por el rendimiento desparejo entre sus líneas. El primer tiempo ante Corea del Sur fue impecable, sin dificultades para dominar el trámite e imponer su ritmo, salvo por el garrafal error de Martín Demichelis sobre el final
De arranque mostró otro sistema con Maxi Rodríguez en lugar de Verón, más abierto que el volante de Estudiantes de La Plata y con Mascherano como eje del mediocampo, ubicado bien como tapón.
El rombo que armó en la mitad de la cancha tuvo a Lionel Messi como vértice más adelantado, y un incisivo Ángel Di María yendo al ataque constantemente por la izquierda, dado que Heinze no sube y es el único que tiene desborde por ese sector.
Tévez levantó su nivel respecto al choque con Nigeria, moviéndose con libertad por todo el frente de ataque y dejando a Higuaín como referencia de área. Jonás Gutiérrez no era exigido por su sector y podía subir sin problemas, ante un equipo que esperaba con el 4-2-3-1 que ya es un clásico en esta Copa del Mundo.
A los 17’ abrió el score el seleccionado albiceleste, cuando Lee Chung Yong venció su propia valla queriendo despejar un centro al área de Messi. Pasaron 15 minutos y llegó el segundo de la mano de Gonzalo Higuaín.
El delantero de Real Madrid cabeceó un centro de Maxi Rodríguez que fue peinado por Burdisso, ante la atenta mirada de la defensa asiática que se quedó reclamando un off side inexistente.
Cuando parecía que el primer tiempo terminaba 2-0, Demichelis falló y Chung Yong, el mismo del gol en contra, se redimió y marcó el descuento. El zaguero argentino fue a recoger un balón peinado por un jugador de Corea y no advirtió que tenía al volante rival a sus espaldas. Éste aprovechó el regalo y definió con tranquilidad ante la salida de Sergio Romero, para establecer el 1-2 que puso un manto de incertidumbre de cara al segundo tiempo.
Sin embargo, los dirigidos por Maradona no tuvieron dificultades para imponer su supremacía, a pesar que pasaron alguna zozobra. A los 12’Kihun tuvo un mano a mano con Romero, pero su remate con borde externo del pie zurdo se fue apenas desviado.
Messi, cuando zafó de las faltas sistemáticas que sufrió cada vez que pudo recibir la bola, fue punzante y se asoció con Di María por izquierda y también dio juego a Jonás Gutiérrez trepando por derecha.
A 15 minutos del cierre, cuando aún el score no estaba cerrado, el hombre de Barcelona se filtró en la defensa coreana, remató forzando una buena tapada de Sungryong y en el rebote estrelló su disparo en el palo, pero Higuaín estaba pronto para empujar la Jabulani y empezar a liquidar el pleito.
Cinco minutos más tarde volvió a aparecer el Pipita, culminando una jugaba bárbara entre Messi y Agüero, quien había ingresado poco antes por Tévez. El socio de Forlán en la delantera de colchonera puso un centro preciso para que el merengue le pusiera la frente al balón y lo mandara lejos del alcance del arquero, quien quedó a contrapierna y nada pudo hacer.
Lujos, pisadas y cánticos efusivos de los ilusionados hinchas albicelestes, fueron el denominador común de los últimos instantes de juego.
Argentina volvió a ganar, mejoró bastante pero aún no convence desde el punto de vista defensivo. Sin embargo, en ataque es temible y con Messi rindiendo de menos a más, no tiene techo.