Un axioma futbolístico que nació en 1863, junto a este hermoso deporte, volvió a quedar de manifiesto en el empate entre Eslovaquia y Nueva Zelanda: goles errados son goles en contra.
En un encuentro que superó las expectativas previas, con un ida y vuelta interesante, buen manejo de bola y situaciones de gol, fue el conjunto europeo el que tuvo el predominio durante casi todo el compromiso.
Guiados por el volante de Nápoli Hamsik, los eslovacos se las ingeniaban para llevar peligro al arco neozelandés, habilitando de buena manera al único delantero neto Sestak, que por momentos era acompañado por Vittek.
La apertura del score, a los 49’, tuvo como protagonistas a ambos jugadores. Sestak colocó un centro desde la derecha y Vittek en posición adelantada impactó la Jabulani con el parietal izquierdo, desviando su trayectoria y mandándola al arco.
Era el premio a una insistente lucha por conseguir la ventaja, ya que contó con cinco situaciones claras de gol en la primera mitad.
A partir del 1-0 los eslovacos se replegaron y tuvieron opciones de contragolpe, aunque no fueron aprovechadas. Defendiendo con eficacia y haciendo una rápida transición defensa-ataque, los europeos parecían avisarle a Paraguay e Italia que aún no tienen la clasifiación resuelta ni mucho menos.
Sin embargo, el fútbol es eficacia y no merecimientos. Los de Oceanía se fueron con todo arriba en busca de la igualdad y la consiguieron a falta de pocos segundos para que se cumplieron los tres minutos adicionados por el árbitro.
Centro preciso desde la izquierda por parte de Smeltz y golpe de cabeza en el área chica de Reid, quien desató un festejo similar al generado por cada try de los All Blacks.
En este caso, los All Whites fueron los encargados de hacer festejar a su país, logrando un punto que si bien no le sirve pensando en la clasificación a octavos de final, salva su honor en el debut.
Montevideo Portal