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Una energía particular

Ramón Méndez lanzó Tekoporá, “una reserva habitable” entre cerros y valles en Lavalleja

El exdirector nacional de Energía lidera un proyecto inmobiliario que apunta a preservar el paisaje natural y cultural, y el ecosistema.

06.04.2023 20:39

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2023-04-06T20:39:00-03:00
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Por Nicolás Delgado

Ramón Méndez es licenciado en Física por la Universidad de Grenoble, Francia, y doctor en la misma disciplina por la Universidad de la Plata, Argentina. En el año 2016 fue considerado por la revista estadounidense Fortune como uno de los “50 principales líderes mundiales” por “convertir a Uruguay en una referencia en cómo descarbonizar una economía”. Por entonces, era director nacional de Energía, cargo que ocupó entre 2008 y 2015, y estaba enfocado en políticas públicas, un área en la que sigue dando asesoramiento a gobiernos extranjeros. Por esa trayectoria resulta novedoso su nuevo emprendimiento, Tekoporá: reserva de las sierras, un proyecto que busca la preservación del paisaje natural y cultural, así como del ecosistema existente, asociado al desarrollo de casas rurales en el departamento de Lavalleja.

Luego de liderar la transformación de la matriz energética, asumió por un año como director nacional de Cambio Climático de Uruguay (2015-2016), y los próximos tres como director general de Planificación y Resiliencia de la Intendencia de Montevideo (2016-2019). Desde entonces, se ha dedicado a asesorar a gobiernos extranjeros sobre transición energética a través de la asociación que dirige: Ivy. Hoy brinda asesoramiento a seis gobiernos, fundamentalmente de la región, y también al sector privado. Hasta ahí, una trayectoria con la conversión energética como motor y faro. Lo extraño en esa ruta profesional es Tekoporá: reserva de las sierras, un proyecto inmobiliario con perspectiva medioambiental.

“En paralelo al trabajo en la fundación, sentí la necesidad de hacer algo diferente en mi país, en el sentido de ir contribuyendo a la transición hacia un modelo de desarrollo mucho más sostenible. Y un tema que me preocupa mucho, junto a algunos amigos, es la preservación del ambiente natural, los ecosistemas, que están cada vez más bajo tensión entre la forma en que hacemos agricultura y el avance humano. Una de las consecuencias es que vamos modificando de manera irreversible el medioambiente”, contó Méndez a Montevideo Portal.

El exdirector nacional de Energía relató cómo nació Tekoporá: reserva de las sierras. “Estaba buscando una chacrita tradicional de cinco hectáreas en las sierras de Minas y, de casualidad, con unos amigos encontramos algo completamente diferente, un campo grande, de 600 hectáreas, que es una cosa increíble, que está a una hora y media de Montevideo; y es insólito que todavía exista ahí, al lado de una ciudad como Montevideo, un lugar tan natural, tan agreste, tan bien conservado, porque tiene cientos de hectáreas de monte criollo, tiene ombúes que deben de tener más de 200 años, tiene monte de coronillas que son centenarias, tiene arroyo [el Solís de Mataojo], cañadas con cascadas de agua, seis cerros de más de 300 metros. La fauna se mantiene: carpincho, guazubirá, aves, mano pelada, zorrito. Es impresionante que eso esté todavía ahí”, repasa, con el entusiasmo de un emprendedor, y ensaya aquellas preguntas que lo motivaron a embarcarse en el proyecto: “¿Qué pasa si se hace una nueva Villa Serrana? Esto queda una hora más cerca de Montevideo que Villa Serrana. ¿Qué pasa si esto se lotea y se transforma en chacras de cinco hectáreas tradicionales que invadan todo el territorio?”.

“Con varios amigos surgió la idea de traer a Uruguay algo que en el mundo es bastante usual, cada vez más usual, que es el concepto de reserva habitable. La idea es dejar estas 600 hectáreas lo más intocadas posible, el 80% intocado”, explicó. En ese 20% restante, donde el impacto paisajístico y sobre los corredores biológicos es menor, instalarán casas.

Los emprendedores pretenden compartir esa reserva entre 60 familias. Cada familia o persona adquiere una hectárea propia, de uso exclusivo, por lo que se ocuparían 60 hectáreas, y las 540 hectáreas restantes quedan intocadas. “Quedan como una especie de jardín, por decirle de alguna forma, compartido por esas 60 familias”, destaca Méndez.

“Se definieron 60 lotes, 60 lugares de 10.000 metros cuadrados cada uno. Cada lote tiene agua potable, internet, y la mayoría tienen luz eléctrica de UTE. De todas maneras, la idea es que no haya tendidos eléctricos, para que el impacto sea mínimo, prácticamente inexistente. Cada lote tendrá acceso con vehículos de ciudad”, comenta, y agrega: “Todo el resto queda como una reserva, en la que habrá más de 20 kilómetros de senderos, que se pueden recorrer solamente caminando o a caballo, que van pasando por el medio del monte, que atraviesan cascadas, lugares donde hay animales en mayor densidad. Además, en medio de ese camino habrá balnearios con intervenciones mínimas: piscinas, miradores y lugares para hacer fuego controlado”.

Para instrumentar la idea, Méndez y sus socios, todos uruguayos, recurrieron a dos instrumentos jurídicos: el fideicomiso de administración y el derecho de superficie (para el uso exclusivo de la hectárea correspondiente).

“La idea es tratar de preservar la reserva. El objetivo final es combinar la preservación con el disfrute del lugar, que es bastante diferente a tener una chacrita de cinco hectáreas, que es lo tradicional, y que es mucho si lo tengo que mantener solo, y es poco si quiero disfrutarlo, porque a la quinta vez que fui ya recorrí las cinco hectáreas. Acá tenés acceso a todo y con una campaña de preservación”, asegura.

Cuestión cultural

Una de las tareas de los desarrolladores es eliminar las especies invasoras, como los pinos. “El concepto es que vos podés tener una casa con todo el confort moderno, pero, al mismo tiempo, que esté inserta en una reserva y que vos seas parte de ese proceso de preservación de ese lugar”, insiste Méndez.

Ramón Méndez. Foto: Ivy

Ramón Méndez. Foto: Ivy

“Es un concepto cada vez más impuesto el de la reserva compartida y con espacios para construir tu casa ahí, pero a Uruguay está llegando recién. Es un lugar que tiene una energía muy particular, porque hay un templo budista en la ruta 81”, sobre la que está ubicada el campo. La zona también es reconocida como Abra de Zabaleta, y se trata de una continuación de la Sierra de las Ánimas.

Tekoporá es una palabra guaraní. “Quiere decir la tierra de la belleza o tierra bonita. Cuando uno llega ahí y ve eso, entiende el concepto de Tekoporá para los guaraníes. Hay unos cerros impresionantes y monumentos de piedra sobre los cerros. Hay trazas de que hubo una actividad de pueblos originarios por esa zona”, estima.

Durante Semana de Turismo, habrá caminatas de tres horas con un guardaparques para descubrir flora y fauna del lugar, y para conocer el proyecto.

La iniciativa es exclusivamente privada y sus impulsores no están interesados en alcanzar ciertos rótulos. “No buscamos ningún reconocimiento como reserva, sino que lo que nos parece mucho más importante es, más allá de los eventuales apoyos o decisiones que pueda tomar el Estado, que quede el compromiso firmado entre los 60 propietarios de que se va a mantener de esa forma. Encontramos una figura jurídica para que quede firme por 30 años como una reserva, para no depender de políticas públicas, sino que vaya más allá de eso. De todas maneras, no descartamos ser un área protegida privada, un modelo que está previsto en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas; pero queremos llegar más lejos que un área protegida tradicional y garantizar la preservación de todo el espacio”, comenta Méndez.

El costo de participación en el proyecto oscila entre 62 y 69 mil dólares, dependiendo del lote.

“La idea es que a los 30 años se renueve el compromiso de mantener el lugar como una reserva, lo que será de esa manera a menos que uno de quienes tienen participación se oponga”, comenta.

El costo inicial para participar del proyecto no incluye la construcción de la casa. Además, en términos de costos, los participantes deberán pagar $ 4.000 por mes de gastos comunes, con lo que se cubre el salario de un guardaparque, el mantenimiento de la infraestructura común, y gastos de preservación del ambiente, para combatir plantas invasoras, por ejemplo.

En el campo hay piscinas naturales y, además, los inversores construirán dos piscinas, las que buscarán combinar confort y placer con el entorno agreste. Por ello, “se va a represar el agua con piedras”, adelantó Méndez.

Por Nicolás Delgado

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