Contenido creado por José Luis Calvete
Juegos Olímpicos de Tokio
Bitácora de viaje

Tokio 2020: La llegada a Japón tras un extenso recorrido. Por Andrés Cottini

Hisopados, horas de espera para entrar al país, tapaboca infaltable y exigentes controles; requisitos de la experiencia olímpica en pandemia.

21.07.2021 15:20

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2021-07-21T15:20:00-03:00
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Por Andrés Cottini

Los Juegos Olímpicos marcan, cada cuatro años, la gran fiesta deportiva a nivel mundial, con tribunas repletas de espectadores, los mejores atletas de cada disciplina en acción, escenarios espectaculares y una comunión difícil de poder generar en cualquier otra expresión cultural.

La edición de Tokio, que comenzará oficialmente el próximo 23 de agosto, inmersa en una crisis sanitaria de nivel mundial a causa del Covid-19 y con estado de emergencia declarado en la ciudad, tiene muchas características que la hacen distar bastante de sus predecesoras, como Río de Janeiro 2016 y Londres 2012.

Para un uruguayo, llegar a Tokio implica un viaje largo y extenuante. En mi caso, incluyendo paradas en Madrid y Dubai para finalmente arribar al destino deseado. Pero para llegar a esta cita en particular hubo varios meses de trámites previo a ir a Carrasco para subir al primer vuelo.

Vacunación, hisopados exigidos con determinadas características, sinfín de formularios a llenar con cuestionarios médicos y una aplicación (denominada Ocha) que debía completarse en forma diaria con 15 días de antelación antes de viajar.

Así comenzamos un periplo extenso que superó un día de viaje de duración entre aeropuertos, migraciones y pasos cumplidos para llegar al objetivo. Salimos el domingo poco después del mediodía uruguayo para pisar suelo nipón tres días después.

El camino es la recompensa

Ya cuando llegábamos a Dubai, última escala previa a ir a Japón, nos enterábamos de la noticia de que los casos positivos de Covid-19 habían aumentado en Tokio y algunos medios comenzaban a manejar la incertidumbre de una posible cancelación tempranera.

Entre corridas para cumplir con los trámites y conseguir conexión a internet, la delegación uruguaya que ya estaba en tierras niponas nos daba tranquilidad para encarar la parte más engorrosa de toda: el ingreso al país por el aeropuerto de Narita.

Y lo cierto es que, por comentarios de viajeros anteriores, algunas cosas ya conocíamos que tendríamos que pasar. No obstante, la experiencia fue mucho más exigente de lo pensada.

Apenas aterrizados, luego de 11 horas de viaje y todavía sin descender del avión, la primera espera, ya que por los parlantes del mismo solicitaron a todos los que venían a cumplir funciones relacionadas a los Juegos Olímpicos, que aguardáramos con paciencia el “ok” para avanzar.

Sobre las 17 horas japonesas logramos descender y comenzamos un periplo de unas seis horas de duración dentro del aeropuerto de Narita.

Primero control de la aplicación Ocha, luego presentar los certificados de vacunación, más tarde un deslinde de responsabilidades que debía ser sellado por la organización, mostrar los dos certificados de hisopados negativos exigidos en las últimas 72 horas previas al viaje, hasta llegar al embudo de la botella; el testeo presencial antes de ingresar al país.

El mismo debíamos realizarlo con una muestra de saliva y el resultado estaba en poco más de hora y media de espera, plazo además donde tramitaban la acreditación correspondiente a cada persona que iba a participar de la cita.

Una vez recibido el “negativo”, aparecía la obligación de bajar otra aplicación en el teléfono móvil, en este caso denominada “Cocoa”, cuya función era símil a la de un GPS para controlar el paradero de cada uno de los acreditados, en función de un “Plan de actividades” que debía ser enviado previo a viajar.

En ese último había que detallar a qué eventos y escenarios iba a concurrir cada persona los días mientras estuviera en el país asiático y en caso de no cumplir, ser pasible de sanciones que pueden llegar hasta la pérdida de la acreditación.

Siendo las 23 horas, pudimos ver la luz y salir de Narita, para tomarnos el bus rumbo al centro de prensa y más tarde al alojamiento que nos esperaba para poder cumplir con unas horas de sueño y allí sí, empezar a vivir la experiencia olímpica, esa que será bien diferente a otras, pero que siempre tiene el gusto a gestas inolvidables que seguro no van a faltar.

Por Andrés Cottini