Contenido creado por Martín Otheguy
Ciencia

La kermesse de los sábalos

Se extinguieron los peces migratorios aguas arriba de la represa de Palmar

El biólogo Marcelo Loureiro dijo a Montevideo Portal que la falta de pasajes en las represas, entre otros factores, llevó paulatinamente a esta situación.

20.11.2019 12:08

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2019-11-20T12:08:00-03:00
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La vida de los peces migratorios no es fácil. Suelen recorrer miles de kilómetros para cumplir su ciclo vital, muchas veces atravesando varios países.

El camino está lleno de dificultades: la depredación pesquera, la contaminación y, sobre todo, la infraestructura humana. Especialmente, las represas. Las consecuencias son importantes, como la fragmentación de las poblaciones y la dificultad para que los ejemplares maduren.

"Las represas impiden el normal ciclo hidrológico haciendo desaparecer las lagunas marginales que actúan como áreas de cría de los peces jóvenes. El mayor problema es la interrupción de las rutas de migración con fines reproductivos, afectando a las poblaciones de los peces migradores que se encuentran entre los tramos represados", indicaba el estudio "Diagnóstico del Estado de los Recursos Pesqueros del Lago Artificial de Palmar", realizado por la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos.

Como consecuencia, se produce un impacto tanto para los animales (evidente) como para el ser humano, ya que hay una merma en las capturas de las especies de mayor interés deportivo y comercial.

En Uruguay, tenemos varias especies de peces migratorios. En agua dulce, por ejemplo, algunos de los peces más conocidos en esta categoría son el sábalo, el dorado, la boga y el surubí.

Aguas arriba de la represa de Palmar, sin embargo, estos peces migratorios se han extinguido. Así lo considera el biólogo Marcelo Loureiro, docente de Facultad de Ciencias, que en abril adelantaba esta información al programa Sobre Ciencia (Radio Uruguay).

En charla con Montevideo Portal, Loureiro comentó que ha hecho colectas en la zona desde 1998 y que sus datos, sumados a los que obtienen los pescadores, muestran que el dorado, el surubí, la boga y el sábalo no están más aguas arriba de Palmar. "Llegan hasta la parte de abajo de Palmar y luego no hay. Tenemos registros muy esporádicos de algún individuo de dorado, pero son como golondrinas de verano, no significa que haya una población. Es claro que esos peces no están aguas arriba", señaló.

El biólogo apuntó que esto se debe a que a que la represa no tiene pasajes de peces en Río Negro y por lo tanto las migraciones anuales se cortan ahí. "A los que quedaron aguas arriba no les ha ido bien y se fueron extinguiendo de a poco", dijo, en referencia a que los migradores, para cumplir su ciclo, necesitan un recorrido mínimo. Los sábalos, por ejemplo, se veían con frecuencia hasta los años 70. Luego, desaparecieron.

Un pasaje hasta ahí

Para Loureiro, hacer pasajes en la represa de Palmar tampoco garantiza la buena salud de los peces aguas arriba. "Gran parte de la bibliografía marca que igual los pasajes no son tan exitosos; claramente no es lo mismo que si no hubiera una represa", aseguró.

Como ejemplo puso a la represa de Salto, que tiene pasajes por los que no atraviesan los migradores grandes. En el caso del Río Negro, ninguna represa tiene pasajes destinados a los animales.

El biólogo citó el trabajo del investigador brasileño Angelo Antonio Agostinho, por ejemplo, un experto en represas, que "no tiene una visión positiva de los pasajes". Según esta mirada, serían una pobre solución para los desafíos tremendos que presentan las represas para los peces migratorios.

Aguas abajo de la represa de Palmar sí pueden encontrarse los peces que llegan desde el Río Uruguay, en una de las tantas rutas migratorias de nuestro país. "Para el pez es el final del arroyo: llega hasta ahí, no puede pasar y vuelve a su ruta", acotó Loureiro.

Hoy en día, es difícil saber si el tramo aguas arriba de la represa era esencial en su ruta migratoria porque no hay trabajos previos a la existencia de las represas. Sabemos que estaban allí, gracias a los avistamientos de pescadores y gente del campo, y que hoy no están más.

¿Y ahora qué hacemos?

La respuesta al problema no es nada sencilla, dice Loureiro. Una opción es intentar hacer pasajes como los del canal de la Piracema en la represa de Itaipú (Paraguay). Se trata de un arroyo que se fabrica a un costado, bordeando la construcción, y se arma cientos de metros antes de llegar a la represa. Este sistema "ha demostrado funcionar mejor que los pasajes".

Loureiro no se ilusiona demasiado. "UTE no tiene voluntad de financiar o ir por ese camino", aclara. Hay otra solución que es cien por ciento efectiva para los peces pero presenta otros problemillas: sacar la represa. Antes de que lo acusen de querer dejar un país sin electricidad por el bien de los peces migratorios y la industria de la pesca, Loureiro aclara: "Acepto que es difícil, pero se ha visto que la represa de Palmar en varios momentos genera cero electricidad. Con el cambio de matriz energética, el porcentaje que aporta es cada vez menor ".

Aunque admite que "es una idea un poco loca", asegura que lo que propone no es destruirla, sino "dejar el paso de agua en alguna parte".

Las represas, además, provocan cambios en la pesca y en el equilibrio entre las especies.  En el embalse de Rincón del Bonete, por ejemplo, hoy hay una gran abundancia de tarariras, porque "el embalse les vino bárbaro", lo que motivó que la pesquería en la zona se base ahora en las tarariras.

Para el biólogo, preserva estas especies aguas arriba de palmar es imposible con el escenario actual. Sin embargo, colocar al menos pasajes en las represas es importante, y no solo por el simple hecho de evitar extinciones locales. Algunas de estas especies migratorias tienen alto valor comercial y además una gran importancia al contactar ecosistemas distantes y por tanto aumentar el flujo de energía entre ellos, un aporte que los ecosistemas necesitan para funcionar saludablemente.

Montevideo Portal/Martín Otheguy